Motivado por los desastrosos resultados obtenidos por los populares en los recientes comicios del 21-D, las relaciones entre el PP y Ciudadanos han comenzando a enrarecerse, debido en esta ocasión a la negativa de Inés Arrimadas de presentarse a la investidura con toda la razón, acusándola absurdamente los conservadores de "escudarse" y tener alergia a gobernar. Toda una incongruencia, dado que si así fuera no se habría presentado como candidata.
Ahora bien, si lo pretendido es ocultar su fracaso electoral, no han podido elegir momento peor. Es obvio que la intención pasa por contrarrestar el tremendo desgaste político tras haber cosechado la ridícula cifra de cuatro diputados, lo que les impide incluso mantener grupo parlamentario. Nada que ver con optar a la presidencia de la Cámara.
En efecto, la sociedad catalana se encuentra sumida en una incógnita y fracturada en dos bloques entre independentistas y constitucionalistas, y a su vez, estos últimos divididos entre sí por diversas circunstancias. Ciudadanos descarta concurrir a la presidencia de la Generalidad por un elemental criterio al no disponer de los escaños suficientes (suman 65 incluyendo a los comunes de Ada Colau), sin alcanzar los 68 necesarios para obtener la mayoría, cifra que reúnen fácilmente los independentistas, incorporando a: JxCat, ERC y la CUP. El PP aspira, craso error, a que por lo menos Arrimadas abra una ronda de contactos con los partidos. Según Rafael Hernando, nefasto portavoz parlamentario del PP y defensor de la idea, lo suyo habría sido observar un discreto silencio. Dicho sea de paso, la penosa oratoria del citado político, cada vez que interviene, supone una considerable pérdida de votos para pospopulares.
Todos recordamos que recientemente, y cada vez que la situación lo permitía, Mariano Rajoy, apelando a su excelente forma física, comunicaba al auditorio estar acariciando la posibilidad de acceder a una tercera legislatura. Desafortunado comentario que, por cierto, no ha vuelto a repetir desde el mazazo de los patéticos resultados conseguidos por el PP en las elecciones autonómicas.
Convendría que alguien de su formación recomendase al jefe del Ejecutivo que a primeros del 2018, comienzan las consultas a los restantes partidos de cara a la problemática negociación de los Presupuestos Generales del Estado, unido a la complicada situación catalana en lo que a la formación de Gobierno autonómico se refiere, y finalmente, anunciar que en dicho año, nuevamente saltará a la palestra el problemático caso “Gurtel” celebrándose el correspondiente juicio con todas sus consecuencias y secuelas… ¡¡Tiempo al tiempo!!