La guerra larvada de Estados Unidos con Arabia Saudí, de la que mil21.es ha informado repetidamente, ha entrado en una nueva fase al pedir cuentas el Congreso a la Casa Blanca sobre sus sospechosas y nada trasparentes relaciones con la radical monarquía wahabita de Riad. En las sesiones por las que han pasado diplomáticos, responsables de inteligencia y mandos militares ha quedado patente el apoyo del wahabismo saudí al terrorista Estado Islámico y Al Qaeda.
Por primera vez en la historia de las relaciones bilaterales entre la primera potencia mundial y el primer productor de petróleo del mundo, el Congreso norteamericano ya no ve a la monarquía saudí como un estrecho aliado al que proteger. La cámara legislativa ha decidido abordar un tema hasta ahora considerado “tabú” en Estados Unidos. Algo insólito desde que el Presidente Franklin Roosevelt y el rey Saud sellasen un “pacto estratégico” a bordo del crucero norteamericano Quincy* el 14 de febrero de 1945.
El Congreso ha convocado la semana pasada a altos cargos de la Secretaría de Estado, del Departamento de Defensa y de la comunidad de inteligencia. En el orden del día un único punto: ¿Qué papel desempeña el wahabismo y Arabia Saudí en el terrorismo internacional?
“El wahabismo es una fuente de inspiración para los movimientos yihadistas”, reconoce embajador de EEUU
Mil2i.es ha obtenido la transcripción de aspectos relevantes de la sesión del Congreso. El primer responsable en comparecer ante los congresistas ha sido el ex embajador norteamericano en Argel en los años 90, Robert D. Ford, que los servicios secretos argelinos consideran “demasiado cercano” al terrorismo islamista que dejó decenas de miles de muertos en la llamada “década negra” de Argelia, entre 1990 y 1999.
Vínculos con el Estado Islámico
Sin embargo, en el currículum de Robert Ford destaca su papel crucial en las “primaveras árabes” desde 2011 y en las derivas sangrientas de las mismas en Libia y Siria. Las respuestas dadas por el diplomático a las preguntas del diputado republicano por Georgia, Hank Johnson, son esclarecedoras y suficientemente claras para determinar los vínculos entre Arabia Saudí y los principales movimientos terroristas yihadistas, Al Qaeda y el Estado Islámico.
H. Johnson: ¿No es evidente que los movimientos yihadistas internacionales están estrechamente vinculados al wahabismo? ¿Sí o no?
R. Ford: En efecto, podemos decir que el wahabismo es una fuente de inspiración para los yihadistas, sobre todo para los dos más importantes que actúan a escala internacional, el ISIS (Estado Islámico) y Al Qaeda… El wahabismo es una ideología que alimenta la intolerancia en el seno del Islam.
HJ: La familia reinante en Arabia Saudí, ¿no obtiene su legitimidad de la doctrina wahabita?
RF: Los Al-Saud están actualmente subidos en un tigre. Ni pueden continuar, ni pueden bajarse de él. No puedo asegurar que los saudíes tengan exclusivamente en el wahabismo su fuente de su legitimidad. La tienen de muchas cosas, el wahabismo entre ellas.
HJ: ¿Está usted de acuerdo en que la familia reinante en Arabia Saudí propaga el wahabismo a través del mundo por medio de la creación de escuelas religiosas financiadas con las rentas del petróleo?
RF: Es cierto que estos proyectos son financiados con las rentas de la venta de sus hidrocarburos.
HJ: La doctrina wahabita ¿es la misma que la del Estado Islámico?
RF: Creo que no. Por ejemplo, los wahabitas oficiales en Arabia Saudí no matan a los chiíes. Es verdad que les oprimen, que no les otorgan todos sus derechos, pero no les matan. En cambio los chiíes de Raka (Siria) y Mosul (Iraq) se encuentran expuestos a la muerte.
HJ: Entonces ¿considera que no tienen ninguna relación las dos doctrinas?
RF: Están de acuerdo en los fundamentos, aunque ISIS es mucho más extremista.
HJ: ¿Es razonable considerar que el wahabismo continúa favoreciendo el terreno al ISIS por medio del adoctrinamiento y del reclutamiento?
RF: En efecto, pienso que la propagación del wahabismo por Arabia Saudí ayuda al reclutamiento de yihadistas por el Estado Islámico.
Nueva doctrina estratégica
La sesión del Congreso fue tan abrumadora para la Administración de Barack Obama, que el ex director adjunto de la CIA, Michael Morell, que participaba en la misma, propuso abrir un diálogo con Arabia Saudí sobre la doctrina wahabita predicada por Riad, y la manera en que este problema debe ser tratado.
Los observadores políticos y fuentes de inteligencia árabes consideran que a Estados Unidos no le queda más que una salida: elaborar una nueva doctrina estratégica en relación con el terrorismo yihadista, y revisar sus relaciones con algunas monarquías del Golfo,en particular con Arabia saudí.
Pacto de Quincy
El 14 de febrero de 1945, a su vuelta de la Cumbre de Yalta, el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt se reunió con el Rey de Arabia Saudí, Ibn Saud, a bordo del crucero “Quincy”. Tras varias horas de discusión firmaron el llamado “Pacto de Quincy”, que contiene cinco cláusulas:
1. La estabilidad de Arabia Saudí forma parte de “los intereses vitales” de Estados Unidos.
2. El Reino saudí se compromete a garantizar el aprovisionamiento energético y Washington le otorga “la protección incondicional contra cualquier amenaza exterior”.
3. Estados Unidos no intervendrá en la política interna de Arabia Saudí.
4. Ibn Saud concede el monopolio de la explotación del petróleo a las compañías norteamericanas lideradas por la Aramco, fundada por el clan Rockefeller, durante 60 años.
5. Al expirar el plazo, pozos, instalaciones y material serán recuperados en su totalidad por Riad. El acuerdo se prorrogó automáticamente.