Lo único que no desea la tiranía que hoy se impone es perder la credibilidad y, para ello, usa los medios de los que dispone que todos los conocemos muy bien: Televisiones, Radios, Periódicos, Redes Sociales y etc...
En cuanto sale una persona, aunque sea sólo una, que ponga en cuestión al sistema que realmente es muy fácil ponerlo contra las cuerdas porque sólo tiene una careta y se le puede quitar visualizando para todos el verdadero monstruo que hay detrás entonces, esa persona, se convierte en un peligro y tratarán por todos los medios de eliminarla, es decir, su prestigio, reputación, imagen y etc... lo hundirán en la hoguera.
Todo un método inquisitorial que en el siglo XXI se continúa practicando contra las personas que se atrevan a poner sobre el tapete ciertos temas.
El estado nacional se ha vendido a las grandes corporaciones. Solo vivimos en una gran mentira en nuestro día a día.
Y la justicia es un instrumento que sirve para perseguir a ciertas personas que ponen en jaque al sistema por sus virtudes, no por sus defectos.
Los ciudadanos no somos más que mercancías que se usan y se tiran. La clase dominante ha eliminado el estado de derecho.
Nos han inmerso en un juego de temor y, por tanto, no está de más que ellos probaran también un poco de su medicina, realizando nosotros actuaciones constantes de acción social de abajo hacia arriba.