Japón se prepara para realizar la primera prueba de minería en el fondo marino, buscando extraer minerales raros a casi 6,000 metros de profundidad cerca de la isla Minamitorishima. Este proyecto, liderado por la Agencia Japonesa de Ciencia y Tecnología Marina-Terrestre (JAMSTEC), tiene como objetivo desafiar el dominio de China en el suministro de estos elementos críticos, esenciales para tecnologías como vehículos eléctricos y hardware militar. La operación planea extraer 350 toneladas diarias de sedimentos ricos en neodimio y disprosio, con un enfoque en minimizar el impacto ambiental. Este esfuerzo no solo busca asegurar recursos estratégicos, sino también representa una respuesta a las tensiones geopolíticas en la región.
En las profundidades del océano Pacífico, a casi cuatro millas bajo la superficie iluminada por el sol, se está gestando un experimento monumental. A principios del próximo año, un barco de investigación japonés descenderá un brazo mecánico hacia el abismo marino, con el objetivo de obtener no solo barro, sino también una medida de independencia económica.
Japón se prepara para realizar minería de minerales raros en el lecho marino, cerca de una remota isla llamada Minamitorishima. Este proyecto representa un desafío directo al dominio que China ha ejercido durante décadas sobre los elementos de tierras raras, que han influido significativamente en las industrias globales de tecnología y defensa. Se trata del primer intento sostenido en el mundo por extraer estos minerales críticos del fondo marino.
Para comprender por qué Japón se aventura en un entorno tan hostil, es crucial conocer la singularidad atómica de los elementos raros. A pesar de su nombre, estos elementos son relativamente abundantes en la corteza terrestre; sin embargo, rara vez se encuentran en depósitos concentrados y económicamente viables. Su poder radica en su configuración electrónica. Elementos como neodimio y disprosio poseen electrones desaparejados que generan campos magnéticos potentes. Cuando se alean con hierro y boro, crean imanes sinterizados de neodimio-hierro-boro: los más fuertes conocidos.
Estos imanes no solo son potentes; también son eficientes y compactos. Constituyen la fuerza invisible dentro de los motores silenciosos de los vehículos eléctricos, permitiendo mayor autonomía y potencia. Se encuentran en los generadores de turbinas eólicas direct-drive, convirtiendo la brisa en electricidad sin necesidad de pesadas cajas de engranajes. En defensa, guían municiones precisas y alimentan los sistemas propulsores de buques navales. El barro en el fondo marino cerca de Minamitorishima es excepcionalmente rico en estos elementos específicos; un tesoro subacuático que los investigadores japoneses estiman podría satisfacer la demanda global durante siglos. A diferencia de algunas minas terrestres, este barro profundo carece aparentemente de subproductos radiactivos como torio y uranio, lo que podría simplificar el proceso de refinado y reducir problemas ambientales.
La complejidad técnica necesaria para cosechar este barro es un logro extremo en ingeniería. La presión a 6,000 metros es aplastante; casi 600 veces mayor que a nivel del mar—un entorno que no tolera debilidades ni materiales defectuosos. El plan japonés depende del buque perforador Chikyu, famoso por explorar zonas sísmicas relacionadas con terremotos. Desde su cubierta, se descenderá un tubo largo similar a un cordón umbilical a través del agua; una autopista vertical conectando el barco con el abismo.
En el fondo marino, el tubo se conectará a un excavador cilíndrico. Este método minero utiliza un ingenioso sistema cerrado: en lugar de emplear succión disruptiva o excavación mecánica que levantaría sedimentos al agua, el dispositivo utilizará agua circulante para elevar suavemente el barro arcilloso. La mezcla viajará por el tubo hasta el barco—una elevación continua de 350 toneladas métricas al día. Este método está meticulosamente diseñado para minimizar la dispersión del sedimento—a una preocupación ecológica importante en la minería profunda. Durante todo el mes del ensayo, científicos monitorearán el fondo marino y la columna de agua con sensores para observar cualquier cambio en los delicados ecosistemas que existen en perpetua oscuridad.
El impulso japonés hacia las profundidades oceánicas no puede separarse de una dolorosa lección histórica. En 2010, durante una disputa diplomática, China restringió abruptamente las exportaciones de tierras raras a Japón; esto provocó conmoción en su sector manufacturero tecnológico y puso claramente al descubierto la vulnerabilidad de las cadenas globales de suministro. Ese momento cristalizó una imperiosa necesidad nacional por seguridad energética que ahora impulsa proyectos como la iniciativa Minamitorishima. La asociación con Estados Unidos—que comparte preocupaciones profundas sobre la dependencia respecto a tecnologías críticas para defensa—agrega otra dimensión poderosa a lo que fundamentalmente es una misión tecnológica japonesa.
Este contexto histórico hace que la reciente presencia de una flota naval china cerca de Minamitorishima durante una encuesta japonesa adquiera particular relevancia. Shoichi Ishii, director del programa relacionado con esta iniciativa comentó sin rodeos a Nikkei Asia: “Sentimos una fuerte sensación de crisis ante tales acciones intimidatorias.” Las aguas alrededor esta remota isla no son solo científicamente interesantes; se han convertido en un escenario silencioso para posturas estratégicas. El barro en el fondo oceánico representa un posible cambio tanto económico como estratégico—a lo cual Beijing, Washington y Tokio están muy atentos.
| Cifra | Descripción |
|---|---|
| 6,000 m | Profundidad de la minería |
| 350 toneladas métricas | Cantidad de barro a extraer por día |
| 2026 | Año del inicio de la prueba |
| 2027 | Año del proyecto de demostración más grande |