“Quiero presentar durante el Festival Internacional de cortometrajes en representación de “Emigrantes en Alemania” y en calidad de productor”. El mehdi tahir, nacido en Marruecos -en concreto, en Casablanca-, ciudadano de Madrid, es el director de este filme con el que hace su debut, a través de un recordatorio de cómo la violencia del crimen organizado merma aún más la calidad de vida de las zonas más vulnerables del país alemán y —principalmente— en los inmigrantes. "Emigrantes en Alemania " ya lleva varias semanas en proyecto y queremos llegar a nivel nacional y al mismo tiempo dando la vuelta al mundo en festivales de cortometrajes. Tuvimos la oportunidad, después rodar y rodar, de que no se diluyera esa fuerza, sino que todos los días han salido cosas positivas, además de que representará a la cinematografía de los emigrantes en Alemania.
Para José Mateos Mariscal lo más importante no son los premios ni las menciones o selecciones que pueda tener el cortometraje, sino la pasión con la que fue desarrollado, con quien tiene una bonita historia personal:
La historia de la familia Mateos Hernández: "Ha sido un viaje muy lindo con un cortometraje que habla de un tema, a veces complicado, la emigración, o digamos sensible entre los españoles, pero que justo quiero hacerlo de una forma que no perdiera esa verdad, pero que no fuera un plomazo, aburrida, sino que pudiera tener mucha profundidad y meterte en el viaje maravilloso del cine", enfatizó José Mateos Mariscal.
“Para mí es muy importante que el público, al salir de la sala, se quedara con una reflexión profunda como constatamos en el cortometraje”, continúa. “Que salieran transformados, sensibles, que sintieran empatía por los personajes y creo que eso es lo que tiene "Emigrantes en Alemania", que habla de algo que conocemos, que es importante ver en nuestro cine”.
El Español que se vio obligado a inmigrar
En 2008 mi mujer y yo regresamos a Zamora (España) después de una ausencia de unos meses por vivir en Guadalajara (España). Durante ese corto período de tiempo conocí lo que era vivir «normal» con una pequeña empresa de construcción metálica, a pesar de que no estábamos de vacaciones sino atendiendo un problema mayor, el ser trabajador autónomo. Tuvimos la oportunidad de dedicarnos sólo a nuestros hijos, sin preocuparnos por almacenar comida, o temer por nuestros desahucios; por lo que ese regreso a casa de Zamora (Esapaña) fue «feliz» como los anteriores. Sin embargo, regresamos con deudas de préstamos del Banco, así que pensar en emigrar era imposible por el momento.
Pasó el tiempo y los hijos fueron creciendo. Nosotros cada vez más viejos. Se murieron nuestros respectivos padres (uno de cada lado) y me embargaba, cada vez con más frecuencia, un sentimiento de profunda extrañeza en el lugar donde había transcurrido toda mi vida. Incluso fui “perdiendo” a mis colegas profesionales porque poco a poco comenzaron a irse del país español.
La soledad era terrible. Es duro emigrar «emocionalmente» después de emigrar «físicamente»… Pero emigrar «emocionalmente» sin desplazamiento físico es terriblemente desolador. Mientras tanto, fueron reduciéndose las oportunidades, los clientes, y cada vez todo era más reducido y escaso. Lo único que aumentaban eran las deudas.
Como siempre he mantenido una relación cercana con mis amigos, mantenía el contacto con ellos y al poco tiempo me contaban sobre sus logros maravillosos en el exterior de España, incluso me agradecían por mi amistad. Entonces, comencé a preguntarme cómo era posible que mis obras de caridad permitieran a otros hacer lo que yo también quería hacer, pero no me atrevía.
Aún sin tener decidido un lugar de destino, empecé junto a mi esposa a preparar todo. Procuramos que los hijos salieran con al menos un pregrado y un postgrado para que se valieran por sí solos fuera y comencé a hacer un ejercicio de vida de dejar fluir hacia el objetivo. A lo único a lo que no estaba dispuesto a renunciar era a estar al menos en el mismo país donde estuvieran mis dos hijos (ese precio era muy alto para mí, pues crecí sin familia). En septiembre de 2010, tres policías nos sorprendieron en el estacionamiento del sótano de nuestro edificio para proceder a nuestro desahucio de la casa, desahucio emitido por reporteros de Telecinco. Nos amenazaron y nos avisaron de que sería a la fuerza. Nos obligaron a salir de la casa. Era un miércoles a las 11:30 de la mañana, y llovía a cántaros. En casa estábamos mi hija (quien dormitaba en su cama) mi hijo y yo, mi mujer estaba en el patio de la casa. Era costumbre no salir sino lo estrictamente necesario para «minimizar riesgos».
Cuando los policías entraron en la casa, sin violencia evidente alguna, a mí me escogieron como “guía turístico” para el recorrido por la vivienda, entregando las cosas de valor. Hasta me pidieron “los Rolex” en prenda al dinero que debíamos al casero (cosas que no teníamos). En fin, empacaron 30 años de trabajo en nuestras propias maletas.
Logré salvar muy poquitas cositas (incluso se llevaron las pocas joyas que tenía guardadas “por si acaso”, para vender en extrema necesidad de hambre. En España hay una ley, en un desahucio, todo lo que quede en la casa, lo pierdes, con fecha del lanzamiento si vaciasteis la casa, queda perdido. Cuando creíamos que no podía ser peor, me pidieron las llaves del coche, mi Seat Córdoba, por embargo judicial, ese que usaba para ir trabajar cuando salían chaperones y rápidamente regresar a esa casa “burbuja”, ahora vulnerada. Al automóvil acabábamos de comprarle los cuatro cauchos, el parachoques y la batería, ¡con lo que costaba conseguir todo eso en un país como España sin trabajo!
Esa noche pensé y pensé dando vueltas a la cabeza, terminaría los cursos de Formación Profesional y nos vamos a Alemania, a la misma ciudad a donde había emigrado mi tío abuelo, ex trabajador de la construcción. Llegado ese punto, sentía que ya me habían dado en la madre. Mi esposa y yo lo conversamos y acordamos que me daría seis meses de prueba, tras evaluar las cosas durante el mes y medio que estaríamos.
Decidí meter un poco más de ropa de invierno en la única maleta de 23 kg que estaba incluida con el pasaje y el 2 de julio de 2013 nos quedamos, mi familia y yo, en Madrid. Mi esposa regresó a Zamora y tres meses después estaba de vuelta con nosotros en Wuppertal, Alemania. Sin embargo, aún no nos sentíamos seguros de quedarnos, por el idioma, y compramos pasajes para volver a España en junio de 2017; pero poco antes de la fecha del viaje la aerolínea de Niki Lauda cerró operaciones. Decidimos tomarlo como una señal y nos quedamos.
Mi esposa decidió no volver a España por ningún motivo después de ir de desahucio en desahucio. En enero de 2019 su padre de 80 años fue operado de cáncer de Colón. Poco más de un mes después de su operación, falleció. Nos perdimos la despedida, después de lo sufrido en un país, no protege a sus ciudadanos de ser indigentes, fue superior a sus fuerzas.
Estamos agradecidos con España y la amamos. También estamos agradecidos enormemente con Alemania, porque nos ha acogido con mucho cariño y nos ha dado coherencia, pues es todo lo que nos gusta: “una gran ciudad con corazón de pueblo”. No me gusta izar banderas, pero si tuviera que hacerlo hoy izaría dos: Alemania y España.
Casi ocho años después de llegar, he logrado insertarme muy poco a poco en el mercado laboral. Logré montarme en el último tren que me permitiría reinventarme y es que recomenzar con 30 años de experiencia a mis espaldas no ha sido pan comido. Durante mi primer año trabajé en agencias temporales de soldador, ahora trabajo para el Ayuntamiento de Wuppertal en la recogida de basura.
En el segundo año empecé a escribir el serial "Un Español en Alemania" y llegué a ocho capítulos y actualmente y quiero hacer cortometrajes, poner voz y cara a la dura realidad de la emigración española en Alemania.
En el trascurrir del tercer año mi serial tenía setenta capítulos, llevo cinco años con ello y cruzando los dedos… películas de emigración, poner rostro a los inmigrantes españoles en Alemania, ya que tenemos mucho que contar, historias que ponen la piel de gallina, y los pelos de punta; historias de amor e historias que a nadie dejan indiferente… historias jamás contadas.
Son las circunstancias difíciles de esta vida las que dejan ver la valía de todos, de quienes nos vimos obligados a emigrar y de quienes se quedaron, de los que han dado su vida, su salud, o su libertad. Todos tenemos nuestra pequeña gran tragedia que contar. Todos somos héroes en cierto grado. Sin embargo, lo seremos totalmente si esta experiencia tan fuerte nos hace más buenos, más justos, más solidarios, más compasivos y a defender los verdaderos valores y principios sin complejos y a jurarnos que NUNCA MÁS permitiremos que un pequeño grupo de ineptos y ladrones domine a un gran número de personas de buena voluntad ni en el país donde estemos, ni en el mundo.
Firma: "Un español en Alemania" más que está en el exterior reinventándose y saliendo adelante.