La Banca tradicional vive su ocaso ante la irrupción de las mega multinacionales Apple, Google, Paypal y Samsung en el manejo del dinero a nivel global. Los smartphones sustituyen a los cajeros y las tarjetas de plástico para realizar transacciones comerciales y solicitar créditos express. Estas multimillonarias transnacionales con fondos propios atraen a millones de jóvenes que cada vez confían más en las marcas de sus dispositivos y en sus buscadores de Internet. En pocos años las sucursales bancarias, tal y como las conocemos, habrán pasado a la historia.
Internet, la red, ha acabado con negocios y empresas que parecían eran eternas. Pero nada es eterno y menos en este siglo XXI, donde cada día se venden cientos de miles de móviles conectados a internet.
Cualquier moderno smartphone tiene una potencia infinitamente superior al ordenador que se utilizó en el Apolo 11 para guiarle en su alunizaje el 20 de julio de 1969. A mediados del siglo pasado los ordenadores utilizados en Cabo Cañaveral (Florida) para los lanzamientos del Programa Apolo apenas eran una calculadora avanzada, aunque fueron los primeros artilugios que utilizaron circuitos integrados. El iPhone 6S de 16 Gb. tiene cien mil veces la capacidad de los ordenadores empleados para llevar los primeros cohetes a la Luna.
Las multinacionales Google, Apple, Samsung y Paypal desplazan a la Banca tradicional con cientos de millones de clientes
La Banca creyó a finales del siglo pasado que sembrando de cajeros automáticos las calles se ahorrarían miles de empleados y ganarían más dinero. A partir de 1993, con la llegada de Internet al público, se puso en marcha la “banca a distancia” mediante el desarrollo de aplicaciones online que permitía a empresas, y luego a particulares, manejar sus cuentas corrientes sin necesidad de acudir a la sucursal. También en la creencia de que la tecnología les ahorraría millares de empleados.
El problema para la Banca, a día de hoy, es que ya hay miles de empresas que realizan eficazmente operaciones que antes eran exclusivas de la entidad bancaria registrada en el regulador, en nuestro caso el Banco de España.
En televisión ya son cotidianos los anuncios de empresas que prestan “dinero express” en pocos minutos y sin la necesidad de presentar una nómina. Créditos directos, de cuantías no superiores a seis mil euros, que el consumidor obtiene sin fijarse mucho en la llamada letra pequeña donde en muchos casos se establecen intereses de usura.
Incluso el crédito hipotecario, hasta hace poco exclusivo de bancos y cajas, ya lo están ofreciendo empresas que administran fondos de pensiones y tratan de rentabilizar sus inmensos capitales.
Los bajos intereses desincentivan el ahorro y fomentan nuevas fórmulas como el crowdfunding
En otros tiempos el interés que ofrecían los bancos resultaba un incentivo para el ahorro. Pero ahora, con un Euribor (regulado por el Banco Central Europeo) por los suelos, ya no es interesante depositar dinero en la Banca tradicional.
Otra competencia es el llamado crowdfunding o micromecenazgo. Recientemente hemos asistido a un proyecto ambicioso como ha sido la puesta en marcha del periódico digital “El Español” por el conocido periodista Pedro J. Ramírez, quien ha conseguido un capital social superior a diez millones de euros, la mitad obtenido mediante el crowdfunding.
Préstamos sin bancos por medio
Hasta hace pocos años debías acudir a una entidad de crédito, desnudarte ante los empleados, presentar una jugosa nómina, hipotecar tu casa, la de tus suegros y apenas te prestaban el setenta por ciento del capital necesario para poner en marcha un negocio. Ahora lo publicas en la web, abres las puertas, y recibes cientos, miles de pequeñas aportaciones que te independizan. No necesitas que la Banca te preste dinero alguno.
Hace meses fuimos testigos de la guerra declarada por la Banca española para rentabilizar sus redes de cajeros automáticos frente a las entidades que no tenían presencia física y les hacían la competencia.
Guerra por las comisiones
Todos pensaron, de inmediato, que querían frenar a ING Direct. El banco naranja, holandés, que no cobra comisiones a sus clientes y que hasta primeros de año utilizaba la red de cajeros ajenos. Pero la guerra, como publicó mil21.es el pasado verano, era frenar a China, que planeaba inundar Europa con la tarjeta UnionPay, así como las tecnológicas Google, Apple, Samsung, Amazon y Paypal.
Aparte de que Google, Apple y Paypal ya distribuyen en algunas países sus propias tarjetas de crédito, la gran revolución es que los terminales móviles sustituyan al plástico. Samsung comenzará a ofrecerlo en sus nuevos modelos Galaxy, celoso de la tecnología de Apple implantada en los nuevos iPhone, e incluso en el Apple Watch, el llamado Apple Pay.
Google ofrece plataformas donde se ponen de acuerdo particulares para prestarse dinero
Lo que en otros países ya es una realidad, terminará por llegar al nuestro. Mientras Amazon ya da crédito a “clientes Premium” de los que tiene un largo historial de buenos pagadores, otros operadores, como Google, ofrecen plataformas donde se ponen de acuerdo particulares para prestarse dinero.
Ante esta competencia sin fronteras la Banca tradicional trata de situarse con iniciativas como ImaginBank, de Caixabank, que pretende captar a jóvenes ofreciéndole que operen sólo a través de su smartphone.
Millones de jóvenes confían más en las marcas de sus dispositivos y buscadores de Internet que en los bancos
Iniciativas loables, pero que llegan tarde. Los millones de jóvenes que comienzan a utilizar una entidad de crédito quizá confían más en las marcas de sus dispositivos y en su buscador, que en un banco que además tiene mala prensa porque desahucia, sin miramiento alguno, a quien se retrasa en el pago de su hipoteca.
El futuro de la Banca española, como publicó mil21 es un rápido proceso de fusiones de las seis grandes entidades para que al final queden tres bancos. El Banco Central Europeo no quiere entenderse con cientos de bancos en 28 países, sino con un par de docenas. Ello implica, en el caso de España, prescindir inicialmente de unos 35.000 empleados. Hoy, al ritmo que marcan Apple, Google, Paypal y Samsung, nadie puede predecir cómo se moverá el dinero en todo el mundo en las próximas décadas.