Rajoy, otra oportunidad perdida
martes 04 de agosto de 2015, 11:36h
Jugar a profeta, es fácil. Lo difícil, como en todo, es acertar. Ahora que Artur Mas ha firmado el decreto de convocatoria de elecciones autonómicas, con la finalidad de independizarse de España, de forma unilateral, claro, nuestro presidente gallego podría haberle agriado la jugada adelantando las elecciones generales, haciéndolas coincidir, a mala leche, claro, con las "plebiscitarias".
Pero ya sabemos que el gallego confía en que el paso del tiempo lo arregla todo y como la recuperación económica es evidente, aunque lenta, para finales de año, cuando tocan, los ciudadanos a lo mejor se han convencido de que votar a los de la coleta y sus franquicias soluciona bien poco. No cuenta con que la prensa, radio y televisión van a repetir los cientos de casos de corrupción del Partido Popular. Porque jalear los escándalos de Andalucía es de fachas, ya saben.
Y es que las dos franquicias de Podemos, con las alcaldías más emblemáticas de España, Madrid y Barcelona, están dejando un tufillo de actitudes despóticas que están haciendo que el coletas ande cabreado, respondiendo con chulería en las tertulias televisivas, y ganándose una fama de antipático que contrasta con la ilusión de quienes hace un año babeaban con sus discursos regeneracionistas y de promesas utópicas.
Pablo Iglesias, como todos los que pisan moqueta oficial, se cambia de coche, de casa y de querida. Seguro que este será el último año que pase sus vacaciones en la cabaña de Avila. Viajará en Audi oficial y ya anunció que dejaba a su compañera Tania Sánchez, iniciando un romance con la marroquí Dina Bousselham.
Pues sí. Están dando una imagen venezolana, con dos alcaldesas que colocan a familiares, novietes, en cargos de libre designación, aparte de entrar en las instituciones con aire revanchista y revisionista. Ada Colau, en lugar de ser la alcaldesa de todos los barceloneses, ha decidido, la tonta del bote, ser alcaldesa sólo de sus votantes, entre los que se encuentran antisistemas, radicales, y demás marginados que la han aupado con la ayuda de los de Podemos, por supuesto. Y además le gusta, le mola, el desafío de Artur Mas al Estado, y en el fondo disfruta con la situación que esa minoría de catalanes ha provocado.
No digo que Botella en Madrid y Trías en Barcelona hayan sido los mejores alcaldes de la historia de esas dos ciudades, pero por lo menos no daban esa imagen chavista que destila Colau y Carmena.