La peor pesadilla de Bruselas en estos momentos es que Grecia vuelva al dracma ante la dificultad de cumplir las nuevas medidas de austeridad exigidas por el Eurogrupo y aprobadas por el Parlamento heleno. En estas circunstancias el tercer rescate de 86.000 millones de euros que se acaba de poner en marcha corre el peligro de ser tragado nuevamente por el pozo sin fondo de la economía griega, según informaron fuentes diplomáticas a MIL21.
El inflexible ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, mantiene su intención de que Grecia abandone el euro convencido de que no logrará enderezar su economía. En Bruselas produce pavor que, si finalmente se produce su salida de la moneda única, Grecia acuda a Rusia para financiarse ante la bancarrota que vive el país.
En la comunidad de inteligencia europea, siempre según las fuentes diplomáticas, crece el temor de que en breve Grecia vuelva al dracma y termine en brazos de Vladimir Putin. En caso de producirse ese escenario se afirma que Estados unidos daría un ultimátum a Moscú de incierto resultado.
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La reducción de la deuda condiciona el tercer rescate
La directora del FMI, Christine Lagarde, anunció el 17 de julio que la participación del organismo en la parte que le corresponde del tercer rescate -hasta 36.000 millones de euros de un total de 86.000 millones- estaba condicionada a la reestructuración de la deuda griega.
Reconoció que el rescate “no es viable” sin alivio de la deuda, acuerdo al que llegaron los países de la Eurozona en la cumbre del lunes 13 de julio. Por su parte, el fondo de emergencia de la zona euro denominado Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), ofrecerá los 50.000 millones de euros restantes.
Lagarde explicó que había tres métodos para que Grecia pudiera hacer frente a su deuda (300.000 millones de euros): ampliar significativamente el plazo de los vencimientos, extender el periodo de gracia cuando se retrase en el pago de los intereses y reducir el interés al máximo”.
Las fuentes diplomáticas consultadas subrayan que la directora del FMI no menciona expresamente una “quita” de la deuda. Mientras que la deuda se mantenga en esos niveles, los tres métodos propuestos por Lagarde son como poner tiritas a un herido que se está desangrando, señalan.
Para que Grecia salga del pozo la “quita” tendría que llegar a los dos tercios de la deuda, hasta dejarla reducida en torno a 100.000 millones de euros a pagar en 20 años, según informes de consultoras independientes.
Los dos escollos que precipitarían la salida griega del euro son: una “reestructuración cosmética” de la deuda (fórmula Lagarde) y el interrogante sobre si el primer ministro Tsipras será capaz de implantar las medidas de austeridad (reforma profunda de la economía y fiscalidad acorde con un país modero y desarrollado) exigidas por Bruselas.
Si finalmente se impone la “doctrina Schäuble” Grecia tendría que abandonar el euro ante la imposibilidad de pagar a sus acreedores (Eurozona, FMI, Banco Central Europeo y entidades privadas). El ministro germano no está dispuesto a una “quita” elevada de la deuda que sea un agravio comparativo para los endeudados países del sur de Europa (Francia, Italia, España y Portugal), que sí cumplen los planes de austeridad dictados por los acreedores.