Más de 300 académicos y figuras prominentes han decidido boicotear la sección de opinión del New York Times, acusando al periódico de actuar como un "altavoz" para el ejército israelí y de contribuir a la narrativa que justifica la violencia en Gaza. Este movimiento, que incluye a escritores, artistas y activistas reconocidos, exige una revisión exhaustiva del sesgo anti-palestino en la cobertura del conflicto, así como la retractación de un artículo controvertido sobre violencia sexual. Los firmantes argumentan que el Times, como "periódico de registro", tiene una responsabilidad moral en su cobertura y deben ser más rigurosos en sus estándares editoriales. Este boicot resalta las complejidades del periodismo en tiempos de guerra y plantea interrogantes sobre cómo se presentan las narrativas en los medios occidentales.
Las páginas de opinión del New York Times han sido durante mucho tiempo una plataforma muy deseada, un púlpito digital y en papel donde pensadores y narradores pueden llegar a millones de personas. Publicarse en este medio significa ingresar a una esfera de influencia exclusiva, un sello distintivo de reconocimiento intelectual. Sin embargo, un creciente número de voces está cuestionando la integridad moral de esta plataforma.
Más de 150 escritores, artistas y activistas han decidido boicotear la sección de opinión del Times, acusando al periódico de actuar como un «megáfono» para el ejército israelí y de «fabricar consenso para la masacre» en Gaza. Esta acción representa un desafío fundamental al papel del periódico como cronista de la historia, exigiendo que rinda cuentas por las historias que narra y aquellas que decide ocultar en uno de los conflictos más complejos del mundo.
La lista de firmantes incluye figuras prominentes del pensamiento progresista y el reconocimiento literario, entre ellos la congresista palestino-estadounidense Rashida Tlaib, la activista climática Greta Thunberg, el autor galardonado con el Premio Pulitzer Viet Thanh Nguyen y la novelista Sally Rooney.
A estos se suman más de 300 académicos y periodistas como Marc Lamont Hill, Noura Erakat, Vijay Prashad y Rashid Khalidi, así como voces como la exanalista de inteligencia del Ejército Chelsea Manning y el periodista deportivo Dave Zirin.
Su agravio colectivo no se dirige hacia un solo artículo, sino hacia lo que describen como un patrón que se ha prolongado por décadas. En su carta, afirman que el Times ha «oscurecido, justificado y negado abiertamente los crímenes de guerra del ocupante», creando una narrativa hegemónica que convierte declaraciones oficiales en hechos aceptados. Para estos escritores, contribuir con un ensayo personal a la sección de opinión sería un acto de complicidad, otorgando su credibilidad individual a una institución que consideran ha fallado en su deber ético básico. Al retener su trabajo, buscan plantear un desafío que no puede ser ignorado, forzando un examen público dentro de una de las instituciones mediáticas más poderosas de Estados Unidos.
El boicot no es simplemente una declaración de principios; es una acusación detallada acompañada por tres demandas concretas. La primera solicita al periódico llevar a cabo una revisión formal del sesgo anti-palestino y establecer nuevos estándares editoriales para su cobertura sobre Palestina. Esto incluye prácticas actualizadas para las fuentes utilizadas y una guía estilística revisada, herramienta fundamental que dicta el lenguaje utilizado por los periodistas.
La elección de palabras en este conflicto nunca es neutral; lleva consigo el peso de la historia y la lealtad política. Los firmantes también exigen prohibir la contratación de cualquier periodista que haya servido en las fuerzas armadas israelíes, medida destinada a confrontar conflictos estructurales percibidos. La segunda demanda se centra en una pieza específica: el artículo titulado “Gritos sin palabras”, publicado el 28 de diciembre de 2023, que detallaba alegaciones sobre violencia sexual sistemática durante los ataques del 7 de octubre. La carta pide su retractación al señalar que el relato dependía en gran medida del testimonio de un solo paramédico israelí no identificado.
A pesar de las contradicciones evidentes presentadas por familiares supuestos víctimas que ofrecieron entrevistas contradictorias que no fueron incluidas en el artículo original, la controversia aumentó cuando se reveló que uno de los autores del artículo había expresado apoyo a convertir Gaza en un "matadero". Para quienes apoyan el boicot, esta situación ejemplifica una falla básica en rigor periodístico donde se priorizaron afirmaciones sensacionalistas sobre pruebas verificadas.
La tercera demanda trasciende las mecánicas internas del periódico hacia su influencia política externa: insta a la junta editorial del Times a solicitar un embargo estadounidense sobre armas destinadas a Israel. Esto posiciona al periódico no solo como observador sino como actor potencial con responsabilidad moral para oponerse al suministro de armas utilizadas —según los firmantes— en lo que consideran una «guerra genocida».
"El lenguaje hace justificable al genocidio. Una razón por la cual seguimos siendo bombardeados después de 243 días es debido al New York Times y gran parte de los medios occidentales", escribió el periodista palestino Hossam Shabat meses antes de ser asesinado.
Los escritores sostienen que sus demandas están lejos de ser radicales; apuntan a ejemplos históricos donde el periódico ha cambiado bajo presión pública. Recuerdan cómo durante la crisis del SIDA el Times actualizó su guía estilística para usar el término «gay» en lugar del término «homosexual», así como sus disculpas posteriores por informes defectuosos previos a la guerra en Irak basados mayormente en repeticiones acríticas de afirmaciones sobre armas destructivas masivas realizadas por la administración Bush.
Dicha precedencia histórica es crucial; sugiere que aunque poderoso, el Times, no es infalible y sus sesgos institucionales pueden corregirse bajo presión. La actual protesta obliga a abrir un debate difícil sobre el papel del «periódico referente» dentro del contexto bélico donde verificar información independientemente resulta severamente limitado.
Dado que Israel ha prohibido la entrada a periodistas extranjeros en Gaza, las organizaciones noticiosas han tenido que depender principalmente de periodistas palestinos trabajando bajo condiciones inimaginables junto con breves comunicados militares israelíes y declaraciones oficiales. Este entorno crea terreno fértil para desinformación e impone al compromiso del Times con reportajes rigurosos y equilibrados no solo como ideal sino como salvavidas para comprender públicamente lo acontecido.
Aquellos involucrados en el boicot sostienen que en este momento crítico, el periódico ha optado por amplificar al poder más bien que cuestionarlo, dejando a sus lectores desinformados acerca de las raíces históricas del conflicto y los devastadores costos humanos asociados con él. El vacío dejado por estas firmas ahora representa un poderoso testimonio silencioso ante esa percepción generalizada. Es momento entonces escuchar atentamente las voces marginadas sin descalificarlas como «anti-semíticas».
Fuentes incluyen:
| Cifra | Descripción |
|---|---|
| 300+ | Número de académicos que están boicoteando el New York Times. |
| 150+ | Número de escritores, artistas y activistas que han firmado el boicot. |
| 29 de octubre de 2025 | Fecha del artículo mencionado en la noticia. |