Colombia ha expulsado a todos los diplomáticos israelíes tras la interceptación de una flotilla humanitaria que intentaba romper el bloqueo de Gaza, resultando en la detención de dos activistas colombianos. El presidente Gustavo Petro suspendió el acuerdo de libre comercio con Israel y anunció acciones legales, acusando a Tel Aviv de "secuestrar" a sus ciudadanos en aguas internacionales. Esta decisión refleja un cambio significativo en la política exterior colombiana, posicionándose como líder en la oposición global a las acciones israelíes en Gaza, que Petro califica de "genocidio". Además, Colombia busca movilizar apoyo internacional para procesar legalmente a Israel por sus acciones. La situación ha generado protestas y un debate sobre la legalidad del bloqueo y las políticas occidentales hacia Israel. Para más detalles, visita el enlace: https://biblioteca.cibeles.net/colombia-expels-israeli-diplomats-over-gaza-aid-flotilla-interception-urges-legal-action-against-tel-aviv/.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha ordenado la expulsión inmediata de todos los diplomáticos israelíes restantes en el país tras la interceptación por parte de Israel de una flotilla humanitaria que intentaba romper el bloqueo de Gaza. Este incidente resultó en la detención de dos activistas colombianos. En respuesta, Bogotá ha suspendido su acuerdo de libre comercio con Israel y ha movilizado acciones legales, acusando a Tel Aviv de «secuestro ilegal» en aguas internacionales.
Petro busca llevar a cabo un proceso legal internacional contra Israel. El mandatario ha condenado repetidamente las acciones israelíes en Gaza, calificándolas de «genocidio», y ha solicitado la formación de una fuerza militar respaldada por la ONU para «liberar Palestina». Con estas acciones, Colombia se posiciona como un líder en la oposición global a las políticas israelíes.
Israel sostiene que la flotilla era una provocación por parte de Hamas y ha ofrecido redirigir la ayuda a través de canales aprobados. Sin embargo, los activistas rechazan esta propuesta, argumentando que las restricciones impuestas por Israel sobre Gaza son prolongadas y han resultado en violaciones graves a los derechos humanos. La situación recuerda incidentes pasados, como el ataque al Mavi Marmara en 2010, donde varios activistas perdieron la vida.
La administración Petro también ha llamado a abogados internacionales para ayudar en el proceso judicial contra Israel por lo que considera un secuestro ilegal de sus ciudadanos. “Si bloquean la ayuda humanitaria, nosotros bloqueamos el flujo económico”, afirmaron los miembros colombianos de la flotilla, instando a protestas nacionales contra negocios vinculados con Israel.
En mayo de 2024, Colombia rompió completamente sus relaciones diplomáticas con Israel. Desde entonces, Petro ha intensificado su retórica, incluso pidiendo durante una intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas la creación de una fuerza militar para liberar Palestina. Según diversas fuentes, Colombia se opone al genocidio perpetrado por Israel debido a su percepción del exterminio sistemático de palestinos como un crimen contra la humanidad que amenaza los cimientos morales de la civilización.
La postura crítica del presidente colombiano ha provocado represalias desde Estados Unidos, aliado cercano de Israel; Washington revocó el visado de Petro tras sus declaraciones instando a soldados estadounidenses a desobedecer órdenes del presidente Trump. Este contexto revela un cambio significativo en las dinámicas diplomáticas entre Colombia e Israel.
La reciente expulsión de diplomáticos y las sanciones económicas reflejan una estrategia más amplia: aislar diplomáticamente a Israel hasta que cumpla con el derecho internacional humanitario. A medida que estallan protestas alrededor del mundo, la desobediencia civil promovida por Petro resuena con un movimiento creciente que exige responsabilidad por las acciones israelíes. El incidente con la flotilla ha reavivado debates sobre la legalidad de los bloqueos y el papel cómplice de gobiernos occidentales.
Este enfoque audaz marca un punto crítico en las relaciones internacionales y podría sentar precedentes para otros países latinoamericanos que buscan desafiar políticas similares. Las decisiones tomadas por Colombia podrían tener repercusiones significativas en el escenario global y en futuras interacciones con naciones involucradas en conflictos similares.