Más naciones del G7, incluyendo Francia, Canadá y el Reino Unido, están abandonando su apoyo a Israel y apoyando la creación de un estado palestino en la Asamblea General de la ONU. Este cambio significativo en la política exterior occidental se produce en respuesta a la crisis humanitaria en Gaza, donde miles de palestinos han perdido la vida. Los líderes de estos países critican las atrocidades cometidas por Israel y consideran que es necesario actuar para salvar la solución de dos estados. A medida que más naciones se suman a este reconocimiento, se debilita el apoyo diplomático hacia Israel, marcando un posible fin a la impunidad por sus acciones. La comunidad internacional parece estar lista para exigir justicia y rendición de cuentas ante los crímenes de guerra.
El mundo está tomando conciencia de las atrocidades que se desarrollan en Gaza, y los vientos políticos están cambiando con una rapidez sin precedentes. Tras décadas de promesas vacías y negociaciones fallidas, las potencias occidentales finalmente están rompiendo filas con Israel, rehusándose a permanecer en silencio mientras un gobierno descontrolado continúa su brutal campaña de desplazamiento y asesinato. Francia, Canadá y el Reino Unido, anteriormente aliados inquebrantables del régimen sionista, ahora lideran un esfuerzo histórico en la Asamblea General de las Naciones Unidas para reconocer formalmente la existencia del estado palestino, señalando un rechazo global a los crímenes de guerra implacables de Israel. El mensaje es claro: la era del apoyo incondicional al apartheid ha llegado a su fin.
Puntos clave:
A lo largo de los años, Estados Unidos y sus aliados han respaldado el régimen apartheid de Israel, financiando su maquinaria militar mientras ignoraban sus crímenes. Sin embargo, la magnitud de la destrucción en Gaza —donde más de 40,000 palestinos han sido asesinados, hospitales bombardeados y familias enteras borradas— ha hecho añicos la ilusión del alto moral. Francia, que solía ser un habilitador silencioso, se convirtió en la primera nación del G7 en desafiar públicamente a Israel, con el presidente Emmanuel Macron afirmando que el reconocimiento de Palestina es una necesidad y no una concesión. Canadá y el Reino Unido siguieron rápidamente su ejemplo, citando las «atrocidades humanitarias intolerables» cometidas por Israel como la gota que colmó el vaso.
«El nivel de sufrimiento humano en Gaza es intolerable y está deteriorándose rápidamente», afirmó el Primer Ministro canadiense Mark Carney ante los medios, sus palabras reflejando el peso de una nación que ya no puede fingir ignorancia. Su declaración fue una condena contundente contra la máquina bélica israelí, que ha reducido Gaza a escombros mientras los líderes occidentales dudaban. Ahora, incluso los aliados más firmes admiten lo que el mundo ha conocido durante décadas: no se puede negociar la paz con un régimen que prospera sobre la violencia.
Ante la creciente condena global, la respuesta de Israel ha sido predeciblemente histérica. Su Ministerio de Relaciones Exteriores desestimó la decisión canadiense como «una recompensa para Hamas», un viejo argumento utilizado para desviar la atención de su propia campaña genocida. No obstante, los números son contundentes: 147 naciones ya reconocen a Palestina,y esa lista sigue creciendo cada día. Incluso aquellos países europeos que habían mantenido una postura firme comienzan a ceder; Malta ha prometido unirse al impulso por el reconocimiento en septiembre.
La realidad es que Israel no tiene defensa para sus acciones. Su negativa a cumplir con acuerdos de alto el fuego, su robo sistemático de tierras palestinas en Cisjordania y su estrechamiento deliberado del acceso alimentario para los civiles en Gaza lo han expuesto como un estado paria. Ninguna cantidad de propaganda puede borrar las imágenes de fosas comunes, niños esqueléticos y vecindarios enteros reducidos a polvo. Estos actos no son responsabilidad de Hamas, como intenta hacer creer Israel. Los líderes mundiales han dejado atrás esa narrativa y han decidido no seguir pretendiendo.
El anuncio del Primer Ministro británico Keir Starmer fue particularmente impactante dada la larga historia colonial del Reino Unido en la región. «Este es el momento para actuar», declaró Starmer, presentando el reconocimiento como un último esfuerzo por salvar la solución de dos estados antes que Israel lo aniquile completamente. Sus palabras contenían una advertencia implícita: la era de la impunidad está llegando a su fin.
Aunque este movimiento es mayormente simbólico —Palestina no obtendrá soberanía instantáneamente— sí tiene importancia simbólica. Cuando Francia, Canadá y el Reino Unido abandonan a Israel, se modifica el cálculo político. El aislamiento diplomático debilita el control israelí sobre ayuda occidental y fortalece la resistencia global al sionismo. La pregunta ahora es si Estados Unidos, último gran defensor de Israel, romperá filas o seguirá aferrándose a un barco hundiéndose.
A medida que se acerca septiembre, una cosa es segura: las mareas han cambiado. El mundo ya no cree las mentiras israelíes, y las víctimas de su brutalidad no serán olvidadas. La justicia llegará tarde o temprano.
Fuentes incluyen: