El golpe de Estado de los barones para sacar a Pedro Sánchez de la secretaría general del PSOE, es sólo la punta del iceberg de una operación secreta de gran calado descubierta por el CNI, según información a la que ha tenido acceso MIL21. Tras las elecciones del 26-J Pablo Iglesias diseñó un plan para infiltrar con militantes de Podemos las agrupaciones del PSOE resucitando una vieja estrategia trotskista, conocida como “entrismo”, con la finalidad de influir en las elecciones primarias y controlar el socialismo español. El CNI informó a Mariano Rajoy y a José Bono quien alertó a la vieja guardia socialista.
Mientras que Pedro Sánchez defendía ante los suyos el “no” en la investidura, buscaba afanosamente una tercera vía con Podemos en alianza con el independentismo catalán. El objetivo del secretario general del PSOE con el apoyo de Pablo Iglesias era desalojar al PP del poder.
Era tanta la cautela de Sánchez que durante agosto y septiembre evitó usar su teléfono móvil para concertar las citas o hablar de los avances de las negociaciones secretas, ante la certeza de que sus conversaciones eran grabadas por los servicios secretos. La comunicación con Iglesias y el independentismo catalán se llevaba a cabo a través de terceras personas y de notas manuscritas entregadas en mano.
Tras las elecciones del 26-J Iglesias puso en macha la vieja táctica trotskista del “entrismo” para infiltrar al PSOE con militantes de Podemos
Para Pedro Sánchez era decisivo que no se filtrase su compromiso conel secesionismo catalán al que había prometido que, una vez en el Gobierno, respetaría el derecho a decidir. Un referéndum que, curiosamente, el 27 de septiembre, cuatro días antes del Comité Federal del PSOE, el presidente catalán Carles Puigdemont anunció en el Parlament para la segunda quincena de septiembre de 2017.
Personas de confianza de Pablo Iglesias, como Miquel Iceta, convencieron a los independentistas catalanes para que se abstuvieran en el caso de que Pedro Sánchez lograra que el Rey le encargara formar Gobierno. Durante semanas el secretario general socialista argumentaba que no habría terceras elecciones a la vez que manifestaba que debía intentarse formar un gobierno de progreso, pero ocultaba que estaba fraguando la abstención de los partidos independentistas, ya que el Comité Federal del PSOE lo había prohibido expresamente.
Absorber Izquierda Unida
En este escenario, Pablo Iglesias aceleró los planes para infiltrar el PSOE con militantes de Podemos y de los Círculos podemitas, en una estrategia que puso en marcha tras absorber a Izquierda Unida para concurrir junto al viejo Partido Comunista a las elecciones del pasado 26 de junio. Iglesias resucitó la vieja práctica trotkista conocida como “entrismo” por la cual se ordenó a militantes de confianza afiliarse al PSOE y entrar en las agrupaciones socialistas del Estado español con el objetivo de radicalizar las bases e influir en las decisiones, sobre todo de cara a las elecciones primarias. Un trabajo lento pero imprescindible en la estrategia de llegar al poder ante un PSOE cada vez más moderado.
No es casual el reto de Pedro Sánchez al sector crítico partidario de la abstención en la investidura de Rajoy, a que se consultase a la militancia si se debía de formar un gobierno de progreso con Podemos. El propio alcalde de Jun, el sanchista Juan Antonio Rodríguez, admitió haber detectado un incremento de un 25 por ciento de altas en la militancia, precisamente en Andalucía, Baleares y Cataluña, fenómeno que atribuyó a las simpatías que provocaba la postura de Pedro Sánchez.
El CNI monitoreó la negociación Sánchez-Iglesias y el “entrismo” de Podemos en el PSOE
El CNI conoció desde un primer momento tanto la estrategia “entrista” de Podemos como las conversaciones secretas de Pedro Sánchez con Iglesias y los acuerdos de Iceta con los convergentes y ERC. Todo un entramado que fue monitoreando hasta que a mediados de septiembre, el director del servicio secreto, Félix Sanz Roldán, informó a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y al propio Mariano Rajoy.
Pero Sanz Roldán también informó discretamente al exministro de Defensa José Bono con quien le une una estrecha amistad al formar parte del denominado “grupo de Uclés”, localidad conquense en la que se reunían regularmente alrededor de un buen asado el general Sanz Roldán, Alberto Saiz (anterior director del CNI) y Bono, todos ellos castellano-manchegos. El general Sanz Roldán fue nombrado Jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad) por el entonces ministro Bono en el primer gobierno socialista, en junio de 2004 y cinco años después, en 2009, responsable máximo del servicio secreto con Rodríguez Zapatero.
El general Sanz Roldán informó de las intenciones de Sánchez a Mariano Rajoy y discretamente a José Bono, con quien le une una estrecha amistad
Con el visto bueno de Moncloa, los barones socialistas articularon una estrategia para evitar que Sánchez presentase al Comité Federal del 1 de octubre el pacto alcanzado con Podemos y el apoyo tácito del independentismo catalán.
El viejo dirigente Felipe González fue la persona encargada de hacer saltar por los aires el plan de Sánchez con el resultado por todos conocido. Incluso las movilizaciones de militantes ante la sede de Ferraz mientras tenía lugar el turbulento Comité Federal los días 1 y 2 de octubre, fueron alentadas por Podemos para tratar de arropar a Pedro Sánchez.