Quienes pensaban que el peculiar ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, solo fue una pasajera y pequeña piedra en la pesada bota de la construcción europea, deben acostumbrarse a que a partir de febrero se convertirá en un molesto chinarro para los dirigentes de Bruselas y, sobre todo, para su bestia negra el implacable ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble. Vuelve Varoufakis, y vuelve al frente del Movimiento por la Democracia en Europa, un partido paneuropeo creado para combatir la dictadura de la Troika.
La prensa europea publica estos días que su legión de fans se alegrará del regreso del que fuera amigo del dirigente de Syriza y primer ministro griego, Alexis Tsipras, y sus detractores odiarán aún más a Varoufakis.
No es casual que haya elegido Berlín para presentar el 9 de febrero el Democracy in Europe Movement (DiEM) -Movimiento por la Democracia en Europa-, una formación que tendrá los ambiciosos objetivos de combatir la dictadura impuesta por la Troika, restaurar la democracia secuestrada y lograr la transparencia de las instituciones europeas.
No se trata de un partido euroescéptico, próximo a posiciones de derecha extrema, para aprovechar el descontento que recorre Europa por las crisis económica y de los refugiados.
Varoufakis no está en contra del proyecto común europeo. Por el contrario, trata de denunciar desde posiciones críticas y de izquierda los excesos de los burócratas de Bruselas y la prepotencia germana con los 500 millones de europeos, y especialmente el ensañamiento con la Europa del sur.
No olvida que su amigo Tsipras sucumbió a las presiones de los dirigentes europeos para que se deshiciera de su peligroso e incómodo ministro de Finanzas tras el referéndum sobre el durísimo paquete de medidas impuesto por Bruselas.
Varoufakis recuerda en las entrevistas que “para la Troika era esencial quitarme de en medio porque ellos sabían que, como ministro de Finanzas, nunca firmaría un acuerdo inviable”.
Aprendió, y de la durísima experiencia ha salido un movimiento paneuropeo -está previsto abarque todo el territorio de la UE- volcado en desenmascarar las “decisiones cruciales que toma el Eurogrupo en el más absoluto de los secretos con información que nunca conocerán los ciudadanos”, en palabra del propio Varoufakis.
El DiEM promete ofrecer a los demócratas europeos una “plataforma” para acabar con las prácticas oscurantistas y restaurar la democracia que fue secuestrada por una élite que ordena a los burócratas de Bruselas lo que hay que hacer y cómo darle el formalismo legal.
Su fundador no quiere desvelar más sobre el movimiento hasta el 9 de febrero, cuando dé a conocer el Manifiesto que marcará el pistoletazo de salida. Mientras, los dirigentes europeos hacen cábalas sobre lo que pueda tener guardado el político griego bajo la manga, su estrategia y quiénes serán sus aliados. El ateniense Varoufakis vuelve a la carga. La pesadilla comienza de nuevo.