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El cese de Cayetana Álvarez de Toledo

Joaquín ABAD | Martes 18 de agosto de 2020
El pecado original de nuestra derecha, de nuestros partidos de la derecha, vamos, los que no son socialistas ni comunistas, es que tienen pánico a que la izquierda les estigmatice con eso de que son “extrema”. Ante esas insinuaciones se achantan y andan noqueados hasta que alguien, como Cayetana Álvarez de Toledo, les canta las cuarenta en bastos a esa izquierda faltona y cínica. Una Cayetana que les ha plantado cara y les ha dicho las verdades que deben dolerle bastante a socialistas, podemitas, separatistas y nacionalistas varios, cuando han movilizado a su flota mediática para convencer a los del PP que la actual portavoz les perjudica, porque no está “centrada”.

Y claro, los acomplejados del PP empiezan a lamentarse, y a dudar de si deben ser oposición al social comunismo que gobierna España o asociarse al diablo con tal de que no le llamen extremista.

En la época de Ruiz Gallardón -aquel que contaba con el favor de El País, que incluso quiso proponerlo como presidente del gobierno en sustitución de Aznar para que lograra la mayoría suficiente en el Parlamento-, en Génova 13 estaban encantados de que la izquierda ensalzara la figura del equilibrado Alberto. Pero ya saben, a la hora de votar, por mucho que alaben al susodicho Ruiz Gallardón, la izquierda vota a los suyos.

Ahora, el moderado es otro Alberto. El barón gallego al que los socialistas y comunistas lo prefieren y toda la maquinaria mediática aplaudirá que se haga cargo de la sede de Génova, desplazando las influencias de José María Aznar y, por supuesto, silenciando a Cayetana, a la que le temen más que a la “Bicha”.

Toda la progresía encantada de que el acorazado mediático se ponga en marcha para facilitar la operación Núñez Feijoo, una vez cesada Cayetana Álvarez de Toledo.

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