El presidente chileno Gabriel Boric conversó con el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, tras los violentos incidentes durante el partido entre Independiente y Universidad de Chile en la Copa Sudamericana, que llevaron a la suspensión del encuentro. Boric anunció que se imputará por intento de homicidio a los agresores identificados. A pesar de las críticas por la inacción policial durante los disturbios, Boric destacó la colaboración de Kicillof, lo que generó controversia y debates sobre la responsabilidad del operativo de seguridad. La situación revela fallas significativas en la gestión de seguridad y un alineamiento político entre ambos mandatarios.
El reciente partido entre Independiente y Universidad de Chile, correspondiente a los octavos de final de la Copa Sudamericana, se vio marcado por un violento episodio que se prolongó durante casi dos horas, lo que llevó a la suspensión del encuentro. Los incidentes ocurridos en Avellaneda no solo pusieron de manifiesto serias deficiencias en el sistema de seguridad, sino que también provocaron un intenso cruce político en Argentina y reacciones diplomáticas en Chile.
Las críticas se centraron principalmente en el gobernador Axel Kicillof y su ministro de Seguridad, Javier Alonso, quienes fueron responsables del operativo que demostró una notable inacción ante la magnitud de los disturbios. A pesar de contar con un despliegue considerable que incluía 650 policías, 150 agentes privados, 69 efectivos de tránsito, 330 empleados de Utedyc, seis ambulancias de alta complejidad y quince grupos de socorristas, la violencia se desarrolló sin intervención policial efectiva.
La justificación oficial argumentó que las fuerzas actuaban evaluando el uso racional de la fuerza para minimizar daños. No obstante, los hechos evidenciaron que esta falta de acción permitió que la situación escalara sin control.