Un nuevo estudio publicado en la revista Nature revela que las vacunas de ARNm de Pfizer y Moderna pueden hacer que las células humanas produzcan proteínas espiga durante un tiempo indefinido, contradiciendo las afirmaciones de que este proceso duraría solo unas semanas. Investigadores polacos descubrieron que una enzima activada por estas vacunas reescribe el código genético del ARNm, prolongando su producción y potencialmente aumentando los riesgos para la salud a largo plazo. Estos hallazgos plantean serias preguntas sobre la seguridad y la transparencia de las vacunas, lo que lleva a millones de personas a enfrentar incertidumbres sobre su bienestar futuro tras recibir estas inyecciones. Para más información, visita el enlace completo.
Recientemente, se ha puesto en tela de juicio la información proporcionada por las autoridades sanitarias respecto a las vacunas de ARNm contra el COVID-19. Inicialmente, se afirmaba que estas vacunas solo inducirían a las células a producir proteínas espiga durante un breve periodo, suficiente para que el sistema inmunológico generara anticuerpos. Sin embargo, nuevos estudios sugieren que esta premisa podría ser errónea.
Los priones no permanecen únicamente en el sitio de inyección, como se había indicado previamente. En cambio, estos priones de proteína espiga se dispersan por todo el sistema vascular, afectando órganos vitales como el cerebro y los ovarios. Este fenómeno provoca la formación de coágulos que incrementan notablemente las tasas de mortalidad general.
Las investigaciones revelan que millones de nanopartículas son generadas por células manipuladas durante periodos indefinidos, lo que ha llevado a graves detrimentos en la salud de las personas vacunadas a nivel global. Las vacunas de Moderna y Pfizer han sido acusadas de secuestrar las células inmunitarias y modificar su ADN y ARN, prolongando así la producción de priones de proteína espiga posiblemente por tiempo indefinido.
Un estudio innovador publicado en Nature desafía las afirmaciones previas sobre la rápida degradación de estas vacunas en el organismo. La investigación liderada por científicos polacos (Krawczyk et al., 2025) expone un mecanismo oculto que podría tener serias implicaciones para la salud a largo plazo, planteando cuestionamientos urgentes sobre seguridad y transparencia.
El estudio determina que las células inmunitarias, especialmente los macrófagos, activan una enzima llamada TENT5A en respuesta a las vacunas de ARNm. Esta enzima modifica el código genético de la vacuna, duplicando la longitud de su cola poli(A), lo cual determina cuánto tiempo sobrevive el ARNm dentro del organismo. En algunos casos, se observó que la cola del ARNm de Moderna se extendió desde 100 hasta 200 nucleótidos, lo que resulta en una prolongación significativa en la producción de proteínas espiga.
El Dr. Peter McCullough, cardiólogo y defensor de la seguridad vacunal, comentó: «Esto no fue solo persistencia; fue amplificación». Según él, el cuerpo es engañado para editar las instrucciones del fármaco y hacerlas durar más tiempo del previsto originalmente.
A pesar de que funcionarios de salud pública habían asegurado que la producción de proteínas espiga duraría solo «unas pocas semanas», estudios recientes han detectado su presencia en muestras sanguíneas hasta 709 días después de la inyección. Documentos internos de Moderna reconocieron riesgos «inaceptables» relacionados con toxicidad, pero los reguladores aceleraron su aprobación sin abordar adecuadamente estos problemas.
La bióloga molecular Dr. Jessica Rose comparó este proceso con «darle a alguien un memorando auto-replicante», donde el mensaje debía ser leído una sola vez y descartado; sin embargo, el receptor termina fotocopiándolo interminablemente.
A diferencia de las vacunas basadas en ARNm, el fármaco proteinado Novavax —que introduce proteínas espiga preformadas— no activa la actividad TENT5A. El inmunólogo Dr. Byram Bridle explicó que «las nanopartículas lipídicas en las inyecciones de Pfizer y Moderna actúan como un caballo de Troya», introduciendo ARNm sintético en las células sin desaparecer rápidamente; por el contrario, son potenciadas por el sistema inmunológico.
Este estudio desafía las afirmaciones fundamentales sobre la seguridad de las vacunas basadas en ARNm al revelar un mecanismo que podría resultar en una exposición prolongada a proteínas espiga y riesgos desconocidos para la salud. Con evidencia creciente sobre fallas regulatorias y peligros no divulgados, los hallazgos exigen una revisión urgente. A medida que la comunidad científica enfrenta estas revelaciones, millones que recibieron estas inyecciones ahora enfrentan interrogantes sobre su bienestar a largo plazo.
La era del blindaje ante intervenciones médicas apresuradas podría estar llegando a su fin; sin embargo, para muchos individuos afectados, las consecuencias apenas comienzan.