OPINIÓN

Los venezolanos ya votaron, con los pies

Alejandro A. Tagliavini | Jueves 31 de enero de 2019
Solo en Colombia hay cerca de un millón de venezolanos que han huido del gobierno chavista dejando familia, trabajo, estudios y hasta propiedades. En Buenos Aires, el acento venezolano es cotidiano y, pocos días atrás, vi a una estudiante de la Universidad Central de Venezuela, que vivió en las calles porteñas hasta que una señora se apiadó y la llevó con ella, que vendía sus artesanías en el metro.

La opinión de estas personas, el “voto” de estos inmigrantes muchos de los cuales literalmente llegaron a pie, es más importante, mucho más real, que los que ponen una simple papeleta en una urna. Y cuantos más hubieran querido salir y no han podido. Es esta la peor crisis humanitaria de América Latina y bastaría este “voto con los pies” para que el chavismo deje el gobierno.

Pero el sistema político actual, global, es incoherente, por no decir perverso, y permite que se impongan gobiernos con semejante rechazo popular. Es que la “autoridad” de los Estados modernos se basa en el monopolio de la violencia -su poder militar y de policía- y la violencia solo puede acarrear, de un modo u otro, conflictos. En contraposición con el mercado donde las acciones resultan de acuerdos pacíficos y voluntarios entre las personas.

"Si no le gusta, preséntese a las elecciones y gane" argumenta el oficialismo, pero dicen eso, precisamente, porque saben que, de algún modo, lograrán ganar esas elecciones. En Venezuela, según denuncias de organizaciones como Human Rigths Watch y Amnistía Internacional, muchos dirigentes de la oposición están impedidos de postularse, unos presos, otros inhibidos “legalmente” y el resto, en el exilio.

Así las cosas, Venezuela ha tenido dos poderes judiciales, dos Parlamentos y ahora dos presidentes El autoproclamado presidente, Juan Guaidó, al ser consultado sobre posibles intervenciones militares declaró que “todas las opciones están sobre la mesa”. Esperemos que no ocurra, que no sea violenta la solución y que, como el mismo dijo, se logre una pacífica.

El problema es que, obviamente, el chavismo no renunciará ya que, en este sistema perverso donde el “orden” se impone con sanciones violentas, se arriesga a severas condenas en el futuro. Por este motivo, Guaidó aseguró que ofrecería una amnistía a los militares y al gobierno. Pero esto es, como señala el jurista Ricardo Manuel Rojas, imposible en el sistema actual. Los delitos de lesa humanidad, según el Estatuto de Roma, son imprescriptibles, no son susceptibles de perdón, amnistía o indulto.

En Argentina, hay precedentes: la ley de autoamnistía de los militares antes de dejar el poder en 1983, y las leyes de “punto final” y “obediencia debida”, sobrevenido un gobierno civil, fueron anuladas y los acusados detenidos. Cualquier ley que se dictara para amnistiar o perdonar al chavismo, sería insalvablemente nula.

Y los tribunales venezolanos o la Corte Penal Internacional deberían proceder con independencia de dichas leyes. Y si algún país diera asilo, las órdenes de captura y procesamiento deberían seguir pendientes indefinidamente ya que estos delitos no prescriben, de modo que, apenas salgan de la frontera del país que otorgue el asilo deberían ser detenidos y llevados a juicio.

En fin, como dije, el sistema político basado en sanciones violentas, en la violencia, deberá ser revisado en el futuro, porque nos ha metido en un callejón sin salida.

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