OPINIÓN

La amarga victoria de Feijóo

Joaquín ABAD | Lunes 29 de mayo de 2023
España, o casi toda España, vuelve a ser de derechas, después de cuatro, o cinco, años de una experiencia que jamás imaginábamos. El gobierno Frankenstein, que Rubalcaba el químico ya avisaba que no era de recibo, ha hartado tanto a los españoles que los socialistas han perdido en la mayoría de sus feudos. Las políticas venezolanas emprendidas por el gobierno, con okupas protegidos, maltrato a los empresarios, derroche en medidas inútiles y gasto innecesario, ponen a un presidente narcisista frente al verdadero espejo tras haberse quitado de en medio a Carmen Calvo, Ábalos y demás socialistas con pedigrí que le ayudaron a escalar en Ferraz después de que fuera expulsado por la puerta de atrás.

Pero Pedro tiene siete meses de vida aún. Y conociendo lo vengativo y rencoroso del personaje, habrá que seguir muy de cerca lo que salga en el BOE a partir de mañana. De aquí a diciembre, si no se le ocurre alargar la legislatura, con unos socios desahuciados en la mayoría de las plazas, el inquilino de la Moncloa se va a tomar muy en serio ponérselo difícil a líder popular, que deberá hacer de malo en economía nada más ganar las elecciones, porque ganar, las ganará, a menos que un nuevo cisne negro, como el que aupó al impresentable Rodríguez Zapatero, lo impida.

Todo el despilfarro de Pedro y podemitas que estos cuatro años han gastado como si la máquina de hacer euros estuviera descontrolada le pasará factura, pero no al Narciso de la Moncloa. Se lo pasará a los españoles, a todos los españoles, que se han creído que el dinero caía del cielo y daba de sobra para que las ministras y amigas se pasearan por Nueva York a gastos pagados por el contribuyente, como poco.

A lo mejor Pedro se da cuenta de que el lastre de la pareja de Pablo Iglesias, de Belarra, y el fracaso del proyecto de Yolanda Díaz, no le merece la pena y mañana da a conocer esa crisis de gobierno que guarda en el cajón de su mesa desde hace años, y que no se atrevía a ponerla en marcha por temor a que el coletas, ya sin coleta, se la montara. Al fin y al cabo, Pablo fue el que le facilitó su entrada en la Moncloa porque era el que tenía los teléfonos de separatistas, Bildu etarras, y demás personajes marginales que sumaban lo suficiente como para ganarle a Rajoy.

Mañana, si no hoy mismo, empezaremos a sufrir la amarga victoria. Ya lo verán.

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