OPINIÓN

El aislamiento de hoy

Jesús Antonio Fernández Olmedo | Jueves 15 de diciembre de 2022
Hoy en día, que vivimos en una sociedad altamente conectada por todo tipo de tecnologías: móviles, telefónicas, digitales, televisivas, internet y etc..., sin embargo, las sociedades sienten de vez en cuando un atisbo de soledad en su interior.

Los hijos llaman a los padres por teléfono, pero sólo en ocasiones se ven cara a cara, las relaciones no suelen ser frecuentes y permanentes, sólo ocasionales, ya, claro que hay casos, pero estamos hablando en la generalidad de la sociedad.

Mucha gente está muriendo sola, no tienen ni un perro que les ladre, sino que se limitan la mayoría de los mayores a estar en casa y a tragar televisión a más no poder, las doce horas del día.

Esto produce un embotamiento mental de consecuencias graves, ya que, las enfermedades de este tipo están aumentando por todos lados fruto de este tipo de sociedad que aísla al individuo y lo encierra en su celda de abeja donde ya no se relaciona con otros, no interactúa, solo por internet y donde la plática o el intercambio de opiniones se terminó hace mucho tiempo.

Toda la vida luchando para acabar solo o en una residencia.

El individuo de mediana edad también padece esta enfermedad de la soledad, en donde no hay amigos, y las relaciones suelen ser superficiales o basadas en intereses externos que cuando se termina el interés se acaba la relación.

Así vive el hombre de hoy, si a eso se le puede llamar vivir, en una soledad que trata de ocultar ante los demás cuando se refugia en grandes eventos de carácter deportivo, cultural o social pero que siempre
terminan dejándole un amargo sabor a vacío.

Un vacío en donde ya no hay nada pues es uno el que tiene que hacer una introspección adentro de sí mismo y revisar qué quiere hacer con su vida.

La salida a esta sociedad vacua y sin futuro está adentro de uno ya que afuera solo hay barro.

Si seguimos insistiendo en mirar a ver mañana lo que pasa sin cuestionarnos nada y continuar acatando los eventos de un sistema que ya no existe sólo prolongaremos nuestro sufrimiento mental.

De esta manera, la pelota está en nuestro campo y ahora nos toca a cada uno de nosotros moverla dando con ella una impronta elevada a nuestra vida.

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