OPINIÓN

Migrantes españolas maltratadas víctimas de violencia machista

Imagen de archivo

Un español en Alemania

Jose Mateos Mariscal | Viernes 02 de septiembre de 2022
La ministra de Justicia en Alemania se preguntaba hace poco por qué las víctimas de violencia machista no denuncian su situación…

Concretó que, alrededor del 80 % de las víctimas mortales no denuncian a sus agresores, concluyendo que ello puede ser por desconfianza hacia el sistema judicial y subrayando que, únicamente, a partir de una denuncia puede un Juzgado optar por las medidas de alejamiento y órdenes de protección de mujeres emigrantes en Alemania.

Esto último es cierto, y también lo es que existe un porcentaje altísimo de víctimas que no denuncian, sobre todo emigrantes, pero la conclusión a la que llega la ministra evidencia cómo la mayoría de las veces quienes opinan sobre violencia de género, afortunadamente para ellos, no la han sufrido. Nadie puede saber realmente lo que siente una mujer emigrante, lo que padece y el miedo que tiene la víctima salvo la persona o personas que lo hayan sufrido, ya que no sólo dicha violencia de género puede recaer sobre la esposa o pareja sino también sobre los hijos, y nadie sabe lo que ocurre dentro de cada casa más que los que viven en ella. “Un español en Alemania” ayuda a mujeres españolas maltratadas en Alemania, investiga la ayuda recibida.

Violencia de género siendo migrante en Alemania

En la ciudad de Wuppertal (Alemania), Diana (nombre ficticio), de 28 años y madre de un hijo, sufrió durante 7 años hasta que finalmente decidió separarse de su maltratador. "No tenía miedo de que me pegara, sino que estaba convencida de que me mataría", explica. Al principio, dudó en presentar una denuncia ante la policía alemana por miedo a cómo podría reaccionar él, pero a medida que fue conociendo los servicios de un centro de acogida local (Frauenhaus) se dio cuenta de que podía escapar de su torturador siendo española residente en Alemania. También decidió presentar una denuncia.

Eran tiempos felices y nada hacía presagiar el «infierno» que se le venía encima. Era una pareja normal, con una vida normal. Diana se había enamorado como nunca y no lo pensó un segundo. Hizo sus maletas y comenzó una vida en Alemania junto a su pareja e hijo en común. Todo cambió nada más entrar por la puerta. Recuerda cada paliza, cada maltrato, y ahora que ha reunido el valor suficiente quiere contarlo para que su testimonio ayude a otras mujeres migrantes. Antes lo reunió para denunciarlo.

«Vivía en la casa del terror», afirma. «La primera vez que me pegó fue un sábado. Salimos de fiesta y él no quería volver a casa. Comenzó a pegarme en la calle y una patrulla lo arrestó en Alemania», relata. Esa primera vez quedó en nada, cuenta que no pudo poner la denuncia porque la madre de él y el hermano mediano la acompañaron para que la quitara. Él volvió a casa y todo siguió su curso: palizas constantes, costillas rotas, perforación del tímpano y el detonante que puso el punto final a siete años de maltrato: el 19 de agosto de 2018 la agredió brutalmente. Ese día su hijo de siete años estaba en casa.

Recuerda que cuando llegaron los agentes y entró en casa para recoger mis cosas para irse a la Frauenhaus, él, que estaba muy tranquilo, le dijo que contara que "había sido toda una broma porque, si no lo hacía, cuando saliera iba a ir a por mí y a matar a la perra». No se amilanó. Diana siguió para delante con su denuncia.

Al vivir con un padre maltratador, su hijo también sufría estrés y dificultades económicas. Salir no fue fácil, pero con el apoyo de los trabajadores sociales, un refugio local en Wuppertal y un espacio seguro para recuperarse, Diana con la dificultad de hablar alemán se le complica la situación, que cada día empeora más.

La Frauenhaus le gestiona la ayuda social la cual el 90 por ciento se queda dicha organización para luz, agua, habitación y ella recibe un 10 por ciento haciendo imposible la subsistencia en Alemania con unos 450 euros y la complicación de la barrera de un idioma que se le antoja imposible de hablar sin estudiarlo, por ello nos cuenta que ha decidido volver a España, su país de origen, con un montón de trabas del consulado español en Düsseldorf en la repatriación.

"Reconozco que es muy difícil sobrevivir en Alemania sin idioma y sin ingresos, el jodcenter me quita la ayuda social si no obtengo en tres meses al menos un minijob (trabajo de cuatro horas), las leyes alemanas no ayudan a la mujer maltratada, son todo barreras económicas e invisibles para una emigrante española en el país germano, las leyes alemanas contra el maltrato están obsoletas, retrasadas cuarenta años con respecto a España, pero con terapia, ayuda legal y la formación en habilidades, me recuperé mejor en España", explicó.

Los servicios esenciales para las supervivientes emigrantes de la violencia doméstica en Alemania son básicas y obsoletas, los juicios tardan más de seis meses mientras el maltratador disfruta de libertad, haciendo imposible la repatriación a España por parte del consulado español en Dusseldorf.

"Me siento prisionera, acorralada o traicionada en Alemania. Hay tantas cosas por las que una pasa una mujer como víctima de violencia de género, incluido el maltrato psicológico".

Diana es solo una más de las 19 mujeres españolas supervivientes alojadas en la Frauenhaus en Wuppertal.

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