El astrofísico Dr. Willie Soon desafía la política climática centrada en el carbono, argumentando que la actividad solar, y no el CO2, es el principal motor del clima terrestre. Soon critica la demonización del dióxido de carbono como políticamente motivada y destaca un nuevo estudio que revela que las plantas absorben un 31% más de CO2 de lo que se pensaba, lo que pone en cuestión los modelos del ciclo del carbono. Propone un cambio hacia políticas de adaptación y resiliencia, enfatizando la importancia de comprender mejor los procesos biológicos como la fotosíntesis para mejorar las proyecciones climáticas futuras. Esta discusión plantea una reevaluación crítica sobre cómo abordar el cambio climático y sugiere priorizar la adaptación a las variaciones climáticas en lugar de solo regular las emisiones de carbono.
En un desafío directo al marco de políticas climáticas predominante, el astrofísico Dr. Willie Soon ha afirmado que el dióxido de carbono (CO2) ha sido “demonizado injustamente”, sosteniendo que la variable energía del sol es el motor principal del sistema climático de la Tierra. Esta crítica surge junto a investigaciones innovadoras que revelan una subestimación científica significativa sobre la cantidad de CO2 que las plantas absorben anualmente de la atmósfera. Estos desarrollos cuestionan las suposiciones fundamentales que impulsan los esfuerzos globales para regular las emisiones de carbono y sugieren la necesidad de re-evaluar prioridades hacia la adaptación y la resiliencia ecológica.
En una reciente entrevista, el Dr. Willie Soon presentó una narrativa marcadamente diferente sobre los impulsores climáticos. Basándose en décadas de investigación en física solar y estelar, Soon sostiene que el sol proporciona el 99.99% de la energía que alimenta el clima y el tiempo en la Tierra. Asegura que los patrones de temperatura observados en los últimos 150 años se alinean más estrechamente con las fluctuaciones en la actividad solar que con el aumento de los niveles de CO2, los cuales afirma tienen una señal indetectablemente pequeña como principal impulsor climático. Soon menciona períodos históricos como el Mínimo de Maunder—una época de baja actividad solar coincidente con la Pequeña Edad de Hielo—como evidencia de esta conexión entre el sol y el clima. Su conclusión es clara: “No se pueden hacer leyes contra el sol”.
El Dr. Soon atribuye el abrumador enfoque político y científico en el CO2 a lo que él denomina un “Efecto Triángulo de Hierro”. En esta dinámica, argumenta que las agendas políticas financian investigaciones, la ciencia complaciente entrega hallazgos favorables, y los medios amplifican un consenso alarmista, marginando así las voces disidentes. Este entorno, advierte, reemplaza la indagación objetiva por objetivos ideológicos y económicos. Aunque críticos han cuestionado las fuentes de financiamiento del Dr. Soon, él mantiene que su trabajo está respaldado por donaciones voluntarias y enfatiza que la calidad de la ciencia, no su financiación, debe ser el enfoque principal.
Paralelamente a este debate filosófico, un estudio importante liderado por la Universidad Cornell y apoyado por el Laboratorio Nacional Oak Ridge del Departamento de Energía ha proporcionado un hallazgo concreto que redefine nuestra comprensión del ciclo del carbono. Publicada en la revista Nature, la investigación concluye que las plantas terrestres absorben aproximadamente un 31% más de dióxido de carbono a través de la fotosíntesis de lo estimado anteriormente. Este nuevo cálculo eleva la tasa global anual, conocida como Producción Primaria Bruta (PPB), de 120 a 157 petagramos de carbono. Un petagramo equivale a mil millones de toneladas métricas.
El equipo logró esta nueva estimación utilizando sulfuro de carbonilo (OCS) como un proxy para rastrear la absorción de CO2. A diferencia de la medición directa del CO2, el OCS sigue un camino similar hacia las células vegetales pero es más fácil de rastrear, proporcionando una imagen más precisa a gran escala sobre la actividad fotosintética. Un avance clave fue una mejor modelización de la “conductancia mesofílica”—el proceso mediante el cual los gases se difunden hacia los cloroplastos donde ocurre la fotosíntesis. Este trabajo destacó particularmente a las selvas tropicales como un sumidero de carbono mucho más significativo que lo indicado por modelos basados en satélites.
Los nuevos datos sobre fotosíntesis exponen un error sustancial que ha persistido en los modelos climáticos durante más de cuatro décadas. Dado que estos modelos informan acuerdos climáticos internacionales y estrategias de mitigación, la subestimación sobre cómo las plantas absorben CO2 probablemente ha distorsionado las predicciones sobre la concentración atmosférica del carbono y sus efectos asociados. Históricamente, las narrativas climáticas han cambiado desde temores sobre enfriamiento global en los años setenta hasta alarmas sobre calentamiento, ahora consolidadas bajo el paraguas del “cambio climático”. Críticos argumentan que esta flexibilidad permite atribuir una variedad de fenómenos al cambio climático, desvirtuando potencialmente investigaciones sobre otras causas inmediatas.
A medida que se desarrollan iniciativas políticas como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por las Naciones Unidas, se busca utilizar acciones climáticas para transformar intencionalmente el modelo económico existente desde la Revolución Industrial. Los escépticos ven esto como un movimiento hacia un mayor control centralizado.
Las ideas combinadas provenientes tanto del enfoque solar del Dr. Soon como los nuevos datos sobre sumideros de carbono abogan por una recalibración en las respuestas climáticas. Soon recomienda priorizar en políticas “realismo y resiliencia”—adaptando infraestructuras, fortaleciendo protecciones contra inundaciones e invirtiendo en tecnología mientras se ejerce humildad ante la complejidad natural. De manera similar, la investigación del ORNL subraya la importancia crítica de representar con precisión procesos biológicos fundamentales como la fotosíntesis dentro modelos del sistema terrestre para reducir incertidumbres en proyecciones climáticas futuras.
La pregunta central emergente es si las políticas globales deben continuar enfocándose principalmente en regular un gas esencial para la vida vegetal—y previamente subestimado en su consumo por los ecosistemas—o si deben pivotar hacia mejorar tanto la resiliencia social como ambiental frente a variabilidades climáticas independientemente del origen primario.
Fuentes utilizadas para este artículo incluyen:
| Cifra | Descripción |
|---|---|
| 31% | Aumento en el porcentaje de CO2 absorbido por las plantas comparado con estimaciones anteriores. |
| 120 petagramas | Tasa global anual de absorción de CO2 (GPP) antes del estudio. |
| 157 petagramas | Tasa global anual de absorción de CO2 (GPP) después del estudio. |
| 1 billón | Equivalente a un petagrama en toneladas métricas. |