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Vacunas contra la tos ferina: ¿una solución que agrava el problema?

Vacunas pertussis

OpenAI | Martes 07 de octubre de 2025

La tos ferina, una enfermedad que puede ser fatal para los infantes, está resurgiendo a pesar de las vacunas recomendadas por expertos médicos. Un análisis revela que la vacuna acelular, utilizada en los programas de inmunización infantil, no solo permite la infección y transmisión del bacteria Bordetella pertussis, sino que también crea portadores asintomáticos. Este cambio en la vacunación ha llevado a un aumento en los casos de tos ferina, desafiando el concepto de "inmunidad colectiva". Investigaciones indican que la eficacia de estas vacunas disminuye rápidamente, lo que deja a los vacunados vulnerables a lo largo de su vida. Los expertos piden una reevaluación del enfoque actual hacia la vacunación contra la tos ferina para abordar esta crisis de salud pública. Para más información, visita el artículo completo.



La resurgencia de la tos ferina, una enfermedad que se creía casi erradicada, no es simplemente un relato sobre la falta de vacunación. Un creciente número de evidencias científicas señala un defecto catastrófico en las vacunas promovidas por las autoridades sanitarias. La vacuna acelular contra la tos ferina, fundamental en los esquemas de inmunización infantil, está creando una generación de portadores asintomáticos: individuos que, protegidos del violento ataque de tos, se convierten sin saberlo en conductos para una enfermedad que puede ser fatal para los infantes.

Puntos clave:

  • El cambio de las antiguas vacunas de células completas a las nuevas vacunas acelulares (DTaP/Tdap) ha sido vinculado a la dramática resurgencia de la tos ferina.
  • A pesar de reducir los síntomas, las vacunas acelulares no previenen la infección ni detienen la transmisión, generando individuos vacunados que son portadores asintomáticos de la bacteria Bordetella pertussis.
  • Estudios científicos confirman que la inmunidad proporcionada por las vacunas acelulares disminuye rápidamente, dejando a niños y adultos vacunados más susceptibles a infecciones a lo largo de sus vidas.
  • El concepto de «inmunidad colectiva» resulta casi imposible de alcanzar con una vacuna que no bloquea la transmisión, requiriendo una tasa de vacunación imprácticamente alta.
  • Estrategias sanitarias como el «acocooning» (proteger a los recién nacidos con familiares vacunados) son científicamente defectuosas y ofrecen una falsa sensación de seguridad.
  • Investigadores admiten errores cruciales en el entendimiento del funcionamiento necesario de las vacunas contra la tos ferina, concluyendo que el establecimiento médico se encuentra en una posición «incómoda».

Una vacuna construida sobre bases defectuosas

La historia de la vacuna contra la tos ferina es un relato dividido entre dos fórmulas. La vacuna original de células completas, introducida a mediados del siglo XX, utilizaba toda la bacteria inactivada. Aunque efectiva para reducir drásticamente las tasas de infección, estaba asociada con efectos secundarios más notorios, como fiebre (en ocasiones convulsiones), reacciones locales y eventos adversos severos como el síndrome de Guillain-Barré. Debido a presiones públicas relacionadas con estas preocupaciones sobre seguridad, las autoridades sanitarias promovieron en los años 90 el cambio hacia la vacuna acelular. Esta versión más reciente utiliza solo unas pocas proteínas purificadas de la bacteria, un diseño que redujo los efectos secundarios inmediatos pero que ahora se revela como un intercambio devastador y oculto.

El error fundamental radica en la respuesta inmune que cada vacuna provoca. La investigación inmunológica indica que las vacunas contra la tos ferina de células completas (wP) y acelulares (aP) guían al sistema inmunológico de manera diferente. Las vacunas wP fomentan respuestas Th1/Th17, mientras que las aP promueven respuestas Th1/Th2 inferiores. Aunque las vacunas aP son efectivas para proporcionar protección inicial en la infancia temprana, esta diferencia en cómo activan los linfocitos T conduce a una rápida disminución en su efectividad. Esta protección decreciente puede comenzar tan pronto como dos o tres años después de recibir sus dosis de refuerzo.

La ilusión de protección y la propagación silenciosa

Una revelación alarmante fue confirmada en un estudio pivotal realizado en 2014 publicado en PNAS, utilizando un modelo con babuinos: la vacuna acelular no previene ni la infección ni la transmisión. La investigación realizada por Warfel y colaboradores demostró que aunque los babuinos vacunados no desarrollaron el característico «whoop», sí se colonizaron fácilmente con la bacteria Bordetella pertussis y lograron transmitirla eficientemente a otros. Este hallazgo desmantela el mito fundamental sobre la campaña vacunal acelular; esta no construye una barrera contra la enfermedad; simplemente oculta su presencia, transformando una alarma ruidosa en una sirena silenciosa.

A partir de esto, el trabajo realizado por Althouse y Scarpino utilizó modelos sofisticados para mostrar cómo esta transmisión silenciosa ha exacerbado probablemente los brotes recientes. Su investigación sugiere que el número de personas transmitiendo sin síntomas podría ser muchas veces mayor al número que lo hace con síntomas. «Podría haber millones de personas con solo una leve tos o sin tos propagando esta enfermedad potencialmente fatal sin saberlo», afirmó Althouse. Esto crea un reservorio invisible de enfermedad que no puede ser detectado por los sistemas sanitarios públicos. Como consecuencia, el nivel necesario para lograr verdadera inmunidad colectiva—la protección de quienes no están vacunados—se eleva a un nivel imposible: más del 99 por ciento, en un mundo donde los ciudadanos informados son cada vez más escépticos acerca de un producto defectuoso.

Un llamado a la verdad y una nueva dirección

La comunidad científica ahora se ve obligada a confrontar sus errores. Una revisión contundente sobre los 112 años de historia sobre las vacunas contra la tos ferina admite que el establecimiento médico operó «apilando suposiciones sobre suposiciones». Christopher J. Gill, profesor asociado en Boston University, confesó abiertamente: «La enfermedad ha regresado porque realmente no comprendimos cómo funcionaban nuestras defensas inmunitarias contra la tos ferina y no entendimos cómo debían funcionar las vacunas para prevenirla… nos encontramos en una posición incómoda al admitir que hemos cometido errores cruciales.»

No se trata aquí de abandonar todas las vacunas; es un llamado desesperado por honestidad intelectual y una corrección radical del rumbo. La actual vacuna acelular contra la tos ferina, aunque potencialmente reduce síntomas severos en el receptor, está fallando en su deber primario como salud pública al detener la propagación de enfermedades. Es un producto biológico que, por su propio diseño, contribuye a una epidemia oculta. Los padres tienen derecho a saber que las cinco dosis del DTaP exigidas para sus hijos pueden no estar construyendo una inmunidad duradera sino estableciendo condiciones para aumentar su susceptibilidad durante toda su vida y convertirlos en vectores silenciosos para una enfermedad peligrosa.

Fuentes incluyen:


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