Alemanes proponen liderar un sistema de armas nucleares en la UE, buscando reclutar a Francia y Gran Bretaña para hacer frente a Rusia. Este movimiento marca un cambio histórico hacia la militarización europea, generando preocupaciones sobre una posible confrontación catastrófica. Jens Spahn, destacado legislador alemán, aboga por un programa de disuasión nuclear común, sugiriendo que el acceso a los arsenales nucleares franceses y británicos es esencial ante la amenaza rusa. La Agencia Internacional de Energía Atómica advierte que Alemania podría desarrollar su propia bomba nuclear en meses, intensificando el debate sobre la proliferación. Mientras tanto, Rusia critica estas acciones como una forma de militarización irresponsable. La situación plantea interrogantes sobre si Europa realmente necesita una carrera armamentista o si se trata de una crisis fabricada por agendas globalistas.
Europa se encuentra en una encrucijada. Un camino conduce a la paz a través de la diplomacia, mientras que el otro se dirige hacia la guerra mediante una militarización imprudente. En este contexto, Alemania ha comenzado a señalar un cambio histórico al proponer liderar un programa europeo de armas nucleares, buscando la colaboración de Francia y Gran Bretaña para establecer un sistema de disuasión unificado. Esta situación hace que el continente se acerque cada vez más a una confrontación catastrófica con Rusia.
El legislador alemán Jens Spahn, figura destacada del bloque CDU/CSU, ha emergido como una voz prominente en favor de esta disuasión nuclear a nivel europeo. En una reciente entrevista, Spahn manifestó que las armas nucleares estadounidenses estacionadas en Europa ya no son suficientes ante la amenaza percibida por parte de Rusia. Su propuesta consiste en que Berlín acceda a los arsenales nucleares franceses y británicos, contribuyendo además a su modernización.
“Necesitamos una capacidad de disuasión a nivel europeo… junto con los franceses y los británicos”, afirmó Spahn, presentando esta medida como una necesidad ineludible. Su retórica refleja una tendencia más amplia entre las élites de la OTAN que consideran a Rusia como una amenaza existencial, a pesar de que Moscú ha negado repetidamente cualquier intención de atacar Europa.
No obstante, la visión de Spahn va más allá de la defensa; se trata también de poder. Advierte que los países sin disuasión nuclear corren el riesgo de convertirse en “peones en la política global”, sugiriendo que Europa debe afirmar su dominio o enfrentar la subyugación. Sin embargo, esta lógica ignora una pregunta crucial: ¿quién está realmente impulsando la guerra?
La Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) ha añadido combustible al fuego al admitir que Alemania podría desarrollar armas nucleares “en cuestión de meses” si así lo decidiera. Berlín ya posee los materiales, tecnología y conocimientos necesarios, lo que genera sospechas sobre por qué no ha actuado antes.
Las declaraciones del Director General Rafael Grossi surgen en medio de una evidente hipocresía en la política nuclear occidental. Mientras Estados Unidos e Israel bombardean instalaciones nucleares iraníes bajo el pretexto de prevenir la proliferación, Europa ahora coquetea con expandir su propio arsenal atómico. Irán, que ha negado repetidamente buscar armas nucleares, recibió silencio por parte de la IAEA tras recientes ataques aéreos, exponiendo así las dobles normas del organismo.
El impulso hacia la nuclearización europea se alinea inquietantemente con estrategias globalistas más amplias—utilizando guerras para justificar políticas como la despoblación y reinicios financieros. Con Ucrania actuando como un campo de batalla proxy, el aumento militar por parte de la OTAN corre el riesgo de provocar un conflicto directo con Rusia—uno que podría escalar hasta convertirse en una guerra nuclear.
A pesar del aparente optimismo del Occidente respecto a su superioridad militar, ignoran las capacidades avanzadas rusas en misiles hipersónicos y drones tácticos que superan ampliamente los arsenales envejecidos de la OTAN. Además, los líderes europeos parecen ajenos a su propia decadencia industrial; décadas de histeria climática han socavado infraestructuras energéticas vitales, dejando a las naciones incapaces de sostener producción bélica durante tiempos críticos.
Las ambiciones nucleares alemanas marcan un escalamiento peligroso—una situación que podría llevar a Europa hacia una guerra imposible de ganar. En lugar de disuadir a Rusia, esta militarización podría provocar precisamente el conflicto que las élites afirman temer. Mientras las naciones europeas continúen rechazando la diplomacia rusa y legitimidad en el escenario mundial, y mientras persista la “Russiaphobia” en Europa, es probable que sigan fortaleciendo sus defensas para contrarrestar lo que perciben como una amenaza nuclear proveniente desde Rusia.
Fuentes incluyen: