El uso de vapeadores desechables ha alcanzado niveles alarmantes entre los jóvenes, con un aumento del 26.5% en su uso entre 2022 y 2024. A pesar de ser promocionados como una alternativa más segura al tabaquismo, estudios recientes revelan que estos dispositivos pueden causar daños pulmonares similares a los cigarrillos tradicionales y afectar gravemente la salud cardiovascular. Investigaciones indican que el vaping puede alterar el desarrollo cerebral en adolescentes, exponiéndolos a riesgos de salud a largo plazo. Con sabores atractivos para los jóvenes y una falta de regulación adecuada, expertos advierten que esta tendencia podría estar creando una nueva generación de adictos. Se hace un llamado urgente para implementar regulaciones más estrictas sobre la publicidad y la venta de productos de vapeo, así como para realizar estudios a largo plazo sobre sus efectos en la salud.
En los pasillos de las escuelas secundarias, se percibe un denso aroma a mango y algodón de azúcar, un olor que no proviene de las loncheras, sino de las nubes de vapor exhaladas por los estudiantes entre clases. Promovido durante años por las autoridades sanitarias como una alternativa «más segura», el uso de vaporizadores ha evolucionado hacia una crisis de salud pública que se ha escapado del control de los reguladores.
Las cifras revelan una trayectoria alarmante: entre 2021 y 2024, el uso de vaporizadores entre jóvenes adultos no solo aumentó, sino que se disparó, impulsado en gran medida por los dispositivos desechables con sabores dulces que se pueden llevar tan fácilmente en una mochila como un paquete de chicles. Sin embargo, detrás de estos aromas frutales y diseños elegantes se oculta una dura realidad que nuevas investigaciones están obligando a enfrentar. Estudios recientes presentados tanto a la Sociedad Respiratoria Europea como a la Asociación Americana del Corazón han revelado un devastador doble golpe: estos dispositivos pueden causar daños pulmonares comparables a los cigarrillos tradicionales, mientras que los compuestos orgánicos volátiles que producen infligen un daño cardiovascular significativo.
La creciente evidencia sugiere que el vaping está reconfigurando cerebros en desarrollo y preparando a una generación para afrontar riesgos de salud durante toda su vida, desafiando directamente las afirmaciones de seguridad que ahora se consideran peligrosamente prematuras. Con cardiólogos y neumólogos sonando la alarma, la demanda por intervenciones robustas y regulaciones más estrictas está aumentando, mientras el mundo busca contener una crisis que alguna vez se apoyó erróneamente.
Puntos clave:
Cuando los e-cigarrillos llegaron al mercado a mediados de la década del 2000, lo hicieron con la promesa: una forma para que los fumadores abandonaran el hábito sin alquitrán ni toxinas. Agencias sanitarias públicas, incluido el NHS del Reino Unido, respaldaron cautelosamente estos dispositivos como herramientas para reducir daños. Sin embargo, en algún momento esta narrativa cambió. El público objetivo no eran fumadores maduros intentando dejarlo; eran adolescentes que nunca habían encendido un cigarrillo.
La profesora Maja-Lisa Løchen, cardióloga senior del Hospital Universitario del Norte de Noruega, no escatimó palabras durante el congreso anual de la Sociedad Europea de Cardiología celebrado este año en Madrid. «Tenemos los datos», afirmó ante un auditorio lleno de expertos. «Sabemos que no son inofensivos». Su preocupación va más allá de los efectos inmediatos; se centra en la reconfiguración a largo plazo del cerebro y cuerpo jóvenes. La nicotina, núcleo adictivo tanto en cigarrillos como en vapes, es particularmente peligrosa para los adolescentes. Estudios demuestran que puede alterar el desarrollo cerebral, afectando la memoria, atención y control impulsivo hasta bien entrada la adultez. Pero los vapes ofrecen más que solo nicotina. La presentación de Løchen destacó 133 productos químicos potencialmente dañinos presentes en aerosol del e-cigarrillo; 107 son carcinogénicos conocidos.
Si la curiosidad es el gancho, el cuerpo paga el precio. Los hallazgos recientes presentados por la Sociedad Respiratoria Europea revelaron una bomba informativa: el vaping puede causar tanto daño pulmonar como fumar. Esto contradice años de mensajes sobre salud pública que posicionaban a los e-cigarrillos como la opción «más saludable». Pero los datos no mienten. Un estudio realizado en 2023 por la Universidad de California publicado en el New England Journal of Medicine, encontró que vapear incrementa el riesgo:
A modo comparativo, los riesgos asociados al tabaquismo son mucho mayores; sin embargo, la diferencia no es tan amplia como se creía anteriormente. «Aumenta tu presión arterial y frecuencia cardíaca; sabemos que las arterias se vuelven más rígidas», explicó Løchen. «Podría ser incluso más dañino para niños». Esto ocurre porque sus cuerpos aún están desarrollándose. El sistema cardiovascular, los pulmones y el cerebro están todos en una fase delicada donde la nicotina y productos químicos tóxicos pueden interrumpir permanentemente su crecimiento.
A medida que avanzamos hacia 2024:
"Esto ya no trata sobre reducción del daño", dijo Løchen. "Se trata sobre crear una nueva generación adicta".
Sugerencias expertas para combatir estos problemas incluyen:
No obstante quizás lo más crítico sea cómo debemos hablar sobre adicción. Durante décadas la narrativa respecto al tabaquismo fue "simplemente di no". Con el vaping esta idea quedó confusa: "Es más seguro así ¿por qué no probarlo?". Ahora estamos viendo las consecuencias.
Fuentes incluyen:
Descripción | Cifra |
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Incremento en el uso de vaping entre jóvenes (2022-2024) | 17% a 26.5% |
Aumento del riesgo de accidente cerebrovascular por vaping | 32% |
Aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular por vaping | 24% |
Aumento del riesgo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) por vaping | 46% |
Aumento del riesgo de enfermedades bucales por vaping | 47% |