El ascenso de partidos de extrema derecha y populistas en Alemania, Francia y Gran Bretaña marca un cambio histórico en la política europea. A medida que los partidos centristas intentan bloquear su acceso al poder mediante maniobras legales y tácticas electorales, la conclusión de la guerra en Ucrania podría debilitar aún más sus narrativas. Una victoria rusa podría validar las posturas del Nuevo Derecho sobre política exterior y desmantelar el control centrista en Europa. La creciente desconfianza pública hacia los líderes centristas, impulsada por crisis económicas y migratorias, está llevando a los votantes hacia alternativas nacionalistas. Las próximas elecciones serán decisivas para el futuro político del continente.
Partidos de extrema derecha y populistas lideran actualmente las encuestas en Alemania, Francia y Gran Bretaña, lo que indica un cambio significativo en la política europea. Los partidos establecidos en estos países han recurrido a maniobras legales, irregularidades electorales y coaliciones defensivas para bloquear el acceso de la Nueva Derecha al poder. Una victoria rusa en Ucrania podría debilitar las narrativas centristas, exponer los errores de la guerra y fortalecer la credibilidad de la Nueva Derecha en materia de política exterior.
La desindustrialización, las crisis energéticas y la inmigración descontrolada han erosionado la confianza pública en los líderes centristas, empujando a los votantes hacia alternativas nacionalistas. Si la Nueva Derecha logra acceder al poder, podría transformar las políticas de la Unión Europea sobre Rusia, inmigración y soberanía, poniendo en jaque el control del establecimiento centrista.
Por primera vez en la historia reciente, partidos de extrema derecha y populistas lideran simultáneamente las encuestas en las tres economías más grandes de Europa: Alemania, Francia y Gran Bretaña. Este cambio sísmico es impulsado por el descontento electoral relacionado con la inmigración, el declive económico y la guerra en Ucrania, lo que amenaza con desmantelar el establecimiento centrista que ha dominado la política europea durante décadas. La pregunta ya no es si la Nueva Derecha ascenderá, sino cuándo asumirá el poder y qué implicaciones tendrá para un continente al borde del colapso.
El catalizador de este fenómeno es el inminente final de la guerra en Ucrania. A medida que las fuerzas rusas consolidan sus avances y el apoyo occidental a Kiev disminuye, la conclusión del conflicto podría asestar un golpe mortal a las élites centristas europeas. Su narrativa—basada en el miedo a la agresión rusa, militarismo desenfrenado y sanciones económicas—está desmoronándose. Mientras tanto, los llamados de la Nueva Derecha por un enfoque realista, soberanía y negociación con Moscú están ganando terreno.
Desde hace tiempo, el establecimiento europeo ha tratado a la Nueva Derecha como una amenaza existencial, buscando contenerla a toda costa. En Alemania, el partido Alternativa para Alemania (AfD) ha sido sistemáticamente excluido de coaliciones mediante un “muro” no oficial, a pesar de haber obtenido un 26% en encuestas recientes. En Francia, el bloque centrista del presidente Emmanuel Macron ha manipulado las reglas electorales para impedir que el Rassemblement National (RN) liderado por Marine Le Pen acceda al poder. En Rumanía, los centristas recurrieron a tácticas legales dudosas para descalificar a un candidato presidencial de la Nueva Derecha.
No obstante, estas tácticas están volviéndose contraproducentes. Los votantes son conscientes de estas manipulaciones. Como señala el historiador Tarik Cyril Amar: “¿Cuánto más se puede manipular antes de que la palabra ‘democracia’ pierda todo su significado?” La desesperación del establishment es evidente: están gobernando contra la voluntad del pueblo.
El ascenso de la Nueva Derecha no se debe únicamente a Ucrania; dos crisis más profundas están alimentando esta ira populista: devastación económica y migración masiva.
Ante esta situación crítica, los centristas responden con más austeridad y apertura fronteriza. Por su parte, la Nueva Derecha propone cerrar fronteras e impulsar un nacionalismo económico junto con independencia energética.
Los próximos dos años serán cruciales para determinar el destino europeo. Las elecciones programadas en Francia (2027), Alemania (2025) y Gran Bretaña (2024-2025) podrían llevar a la Nueva Derecha al poder. De ser así:
Aun así, los centristas no se rendirán fácilmente; emplearán todas sus herramientas—censura, acoso legal y ataques mediáticos—para aferrarse al poder. La lucha por el alma europea ha comenzado.
Europa se encuentra ante una bifurcación decisiva. Los fracasos del centrismo—ruina económica,caos migratorio, y una guerra perdida en Ucrania—los han dejado vulnerables. La Nueva Derecha ofrece ahora una alternativa coherente: nacionalismo, realismo y soberanía.
El final de la guerra en Ucrania será un punto clave. Cuando llegue la paz bajo términos rusos, quedará expuesta toda mentira centrada alrededor del conflicto; su gestión económica fallida será revelada junto con su traición hacia principios democráticos. El momento para la Nueva Derecha llegará no como una revolución sino como una corrección inevitable.
A medida que Nigel Farage advirtió recientemente: “El establecimiento tuvo su oportunidad. Fracasó. Ahora es nuestro turno.” El futuro europeo ya no está en manos de las élites; pertenece al pueblo—y este exige cambios significativos.