Una mujer en Norfolk, Inglaterra, falleció tras una infección provocada por el lametón del perro de su nieta en una herida en la pierna. June Baxter se cortó la pierna mientras estaba en el baño y, aunque recibió atención médica, su estado empeoró y murió de shock séptico. Los análisis revelaron la presencia de 'Pasteurella multocida', una bacteria común en la saliva de los perros. Este caso resalta los riesgos asociados a las infecciones por mordeduras o lametones de mascotas, especialmente en personas con condiciones preexistentes.
Una mujer de 81 años, identificada como June Baxter, falleció el mes pasado debido a una infección provocada por el lametón del perro de su nieta en una herida en su pierna. Este trágico suceso fue reportado recientemente por medios británicos.
Baxter, quien residía en Attleborough, un pueblo del condado de Norfolk, se cortó la pierna mientras se encontraba en el baño. Tras el accidente, alertó a su nieta, Caitlan Allin, quien acudió rápidamente a ayudarla acompañada de su mascota.
Los paramédicos llegaron al lugar para atender la lesión; sin embargo, al día siguiente, Baxter comenzó a sentirse mal y fue ingresada en un hospital local. A pesar de recibir tratamiento médico, su estado de salud continuó deteriorándose hasta que finalmente murió debido a un shock séptico el 7 de julio.
Las pruebas realizadas en la herida revelaron la presencia de ‘Pasteurella multocida’, una bacteria comúnmente hallada en la saliva de animales domésticos. Clare Wootten, hija de Baxter, declaró ante las autoridades que su madre había padecido sepsis anteriormente.
Wootten sugirió que era probable que el perro hubiera lamido la herida y coincidió con la conclusión sobre la causa del fallecimiento. Por otro lado, Caitlan afirmó no haber visto al animal lamiendo a su abuela, aunque admitió que esto podría haber ocurrido dado que Baxter disfrutaba de las caricias de su mascota.
Según información publicada por The Sun, aunque los casos de muerte por infecciones causadas por lametones de perros son inusuales, no son imposibles, especialmente si la persona afectada presenta otras condiciones médicas. En Inglaterra y Gales se registran anualmente alrededor de 600 casos relacionados con esta infección; aunque la mayoría no son mortales y pueden ser tratados con antibióticos, también existe el riesgo de complicaciones graves como bacteriemia o meningitis.