América Latina se encuentra en un momento clave para redefinir su papel en el comercio mundial, buscando una mayor autonomía frente a las influencias de EE.UU. y China. La región está desarrollando importantes proyectos de infraestructura interoceánica que conectan el Atlántico y el Pacífico, como el canal de Panamá, que representa un 6% del comercio global. Iniciativas como el puerto de Chancay en Perú y el Corredor Bioceánico Capricornio entre Brasil y Chile buscan facilitar el acceso a mercados asiáticos, reduciendo tiempos y costos de transporte. Además, México impulsa el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec para mejorar la conexión entre sus costas. Estas transformaciones logísticas posicionan a Latinoamérica como un jugador estratégico en la economía global. Para más detalles, visita la noticia completa en [Cibeles](https://biblioteca.cibeles.net/de-punta-a-punta-la-ventaja-estrategica-latinoamericana-para-el-comercio-mundial/).
América Latina se encuentra en un momento crucial dentro del proceso de reconfiguración de un nuevo orden global, que se dirige hacia un mundo multicéntrico y pluripolar. La región, que durante más de un siglo ha estado bajo la influencia de Washington, busca establecer su propio lugar en medio de las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China, especialmente en el ámbito del comercio.
Para lograr este objetivo, resulta fundamental la conexión interoceánica entre el Atlántico y el Pacífico. Desde el norte hasta el sur del continente, se están implementando iniciativas para ampliar el flujo de mercancías hacia los mercados asiáticos, reducir los tiempos de transporte y disminuir los costos de navegación.
Esta transformación implica una profunda reestructuración de su «arquitectura logística», abarcando proyectos ferroviarios, rutas viales interoceánicas e infraestructura portuaria avanzada. Según un estudio realizado por José Rafael Díaz Hernández para el portal especializado Infopuertos, estas mejoras buscan transformar significativamente las cadenas de suministro.
En este contexto, el canal de Panamá representa la iniciativa emblemática de interconexión interoceánica en América Latina. De acuerdo con informes oficiales, alrededor del 6 % del comercio mundial transita por esta vía interoceánica, que conecta 180 rutas marítimas pertenecientes a 170 países y 1.920 puertos distribuidos en todos los continentes.
Tras casi un siglo bajo control estadounidense, el canal regresó a manos panameñas en 1999 con la implementación de los tratados Torrijos-Carter. Sin embargo, recientemente, el presidente estadounidense Donald Trump ha amenazado con retomar el control, acusando a Panamá de incumplir acuerdos relacionados con la neutralidad del canal.
A pesar de las negaciones por parte de ambas naciones sobre cualquier entrega del control a China, Trump ha señalado la operación del consorcio hongkonés Hutchison Port Holding (HPH) sobre los puertos panameños como un posible indicio de tal situación. HPH había anunciado su intención de vender su red de terminales a lo largo del canal a un consorcio liderado por Mediterranean Shipping Company (MSC) y BlackRock; sin embargo, esta transacción fue bloqueada por Pekín, que considera que esto socavaría su influencia en la región.
Además de estos desafíos geopolíticos, el canal enfrenta problemas relacionados con el cambio climático. Las sequías persistentes han obligado a trasladar agua desde otras áreas para garantizar el tránsito naval. Durante los períodos más críticos del verano, se ha visto necesario reducir la cantidad diaria de derechos de paso, lo cual ha resultado en aumentos tarifarios.
Aunque actualmente es el único corredor interoceánico operativo en América Latina, esta situación está destinada a cambiar en un futuro cercano. Las autoridades panameñas deberán enfrentar la competencia emergente a pesar de sus esfuerzos por mejorar sus capacidades con una ampliación concluida en 2016.
La reciente inauguración del puerto Chancay en Perú, con la presencia del presidente chino Xi Jinping, subraya la creciente importancia que tiene América Latina dentro de la iniciativa china conocida como Franja y Ruta.
Dicho megapuerto está diseñado para convertirse en un centro logístico clave para distribuir carga no solo dentro del país andino sino también hacia Colombia, Chile y Ecuador. Además, se prevé que cuando se implemente el llamado 'Plan B', una alianza entre Brasil, Bolivia y Perú con China para conectar pacíficamente ambos océanos mediante ferrocarriles, se acortará significativamente el tiempo necesario para transportar mercancías desde Brasil hasta Asia.
Bajo este panorama estratégico, Brasil está trabajando junto a Argentina, Chile y Paraguay para desarrollar el Corredor Bioceánico Capricornio. Este proyecto consiste en más de 2.400 kilómetros destinados a conectar puertos atlánticos chilenos con los brasileños.
A medida que avanza este megaproyecto con finalización prevista para 2027, se espera que facilite una ruta alternativa eficiente hacia los mercados asiáticos al margen del canal panameño. Esto podría potenciar no solo las relaciones comerciales entre Mercosur y Alianza del Pacífico sino también estimular inversiones e infraestructura en zonas menos desarrolladas como Paraguay y Argentina.
México también busca posicionarse estratégicamente mediante el desarrollo del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. Esta ruta ferroviaria tiene como objetivo enlazar las costas pacífica y atlántica mediante una conexión eficiente entre los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz.
A pesar de haber sido concebida desde tiempos coloniales y activada brevemente durante principios del siglo XX antes del auge del canal panameño, esta nueva iniciativa promete reducir drásticamente los tiempos y costos asociados al transporte marítimo.
A medida que crece la influencia china en América Latina a través de diversas alianzas regionales e iniciativas portuarias soberanas, Washington ha intensificado sus esfuerzos por reforzar su posición tanto en Panamá como en Centroamérica.
A finales de mayo pasado, Estados Unidos firmó un contrato para modernizar Puerto Quetzal en Guatemala. Este proyecto incluye una inversión inicial significativa destinada a mejorar las infraestructuras portuarias locales bajo la supervisión directa del Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense.
No menos importante es la propuesta presentada por Colombia para crear una interconexión ferroviaria bioceánica. Este ambicioso plan busca unir el Golfo de Urabá con la bahía Cupica sobre el océano Pacífico. El presidente Gustavo Petro argumentó que esta iniciativa podría mejorar considerablemente los costos logísticos entre Suramérica y Asia.
A medida que América Latina avanza hacia nuevas oportunidades comerciales globales, queda claro que la región está lista para desempeñar un papel central en las dinámicas económicas mundiales futuras.
Descripción | Cifra |
---|---|
Porcentaje del comercio mundial que transita por el canal de Panamá | 6% |
Número de rutas marítimas conectadas por el canal | 180 |
Número de países conectados por el canal | 170 |
Número de puertos conectados por el canal | 1,920 |
Kilómetros del Corredor Bioceánico Capricornio | 2,400 km |
Kilómetros que se ahorrarán los productos brasileños hacia Asia | 2,000 km |