La administración Trump ha anunciado un sorprendente cambio de política al planear levantar las sanciones a Irán e invertir 30 mil millones de dólares en su programa de energía nuclear. Este giro estratégico busca transformar la confrontación en cooperación, debilitando la influencia británica e israelí en la región. Analistas sugieren que este movimiento podría empoderar a Irán como contrapeso, mientras que el primer ministro israelí Netanyahu enfrenta una crisis económica y política. Además, se especula sobre un posible acuerdo entre EE.UU. y China para asegurar exportaciones de petróleo iraní a cambio de minerales raros. Esta nueva alineación geopolítica redefine las dinámicas del Medio Oriente, planteando riesgos de inestabilidad regional y conflictos ocultos entre potencias globales. Para más detalles, visita el enlace: https://biblioteca.cibeles.net/trump-administration-announces-plan-to-lift-iran-sanctions-invest-30-billion-in-nuclear-energy-program/
En un giro significativo de la política exterior de Estados Unidos, la administración Trump ha anunciado planes para levantar las sanciones económicas impuestas a Irán y destinar 30 mil millones de dólares a la reconstrucción de su infraestructura energética nuclear. Esta decisión se produce en un contexto donde las tensiones entre ambos países habían alcanzado niveles críticos, lo que sugiere una coordinación sin precedentes entre las naciones, a pesar de las demandas anteriores del presidente Trump por una «rendición incondicional» de Teherán.
La noticia, divulgada inicialmente por CNN y confirmada posteriormente por funcionarios de la Casa Blanca, sorprendió a los críticos que esperaban una continuación de la postura firme contra Irán. Según el acuerdo propuesto, Irán no podrá enriquecer uranio en su territorio, pero recibirá asistencia para revivir su programa nuclear civil, con suministro de combustible proveniente de fuentes externas como Rusia.
El analista independiente Mike Adams, quien había especulado sobre una posible colaboración encubierta entre Estados Unidos e Irán días antes del anuncio, calificó esta evolución como un «judo geopolítico». Según Adams, la administración busca debilitar la influencia británica e israelí en la región al empoderar a Irán como contrapeso. «Trump no es anti-Israel; es pro-sionista pero desea controlar a Israel», afirmó Adams, sugiriendo que este movimiento tiene como objetivo forzar la salida de Netanyahu y reemplazarlo con un líder alineado con Estados Unidos.
Este cambio de política sigue lo que Adams describe como «teatro para sionistas»: los recientes enfrentamientos entre Estados Unidos e Irán involucraron bombardeos cuidadosamente orquestados en sitios nucleares iraníes—ataques que, a pesar de las afirmaciones oficiales, dejaron intacto el stockpile de uranio enriquecido al 60% en Teherán. Al declarar victoria mientras secretamente habilita las ambiciones nucleares iraníes, Trump podría estar ejecutando una «mentira noble» para desescalar tensiones y reenfocar prioridades económicas, incluyendo la estabilización de precios del petróleo.
El acuerdo representa un duro golpe para Netanyahu, cuyo gobierno ha dependido históricamente del respaldo estadounidense para mantener su postura confrontativa hacia Irán. Con la economía israelí afectada por el conflicto reciente—puertos paralizados, calificaciones crediticias reducidas y aseguradoras negándose a ofrecer cobertura—la conexión estadounidense con Irán amplifica las vulnerabilidades políticas de Netanyahu. Los medios israelíes ya han reaccionado ante este giro repentino de la administración, con sectores más duros denunciándolo como una capitulación.
Por otro lado, Adams teoriza que el aparato de inteligencia británico—alineado con Netanyahu—está intentando reavivar la violencia. Recientemente, el Tehran Times acusó a Israel de planear un ataque encubierto fallido en suelo estadounidense para implicar a Irán, una afirmación que coincide con advertencias del analista militar Michael Yon sobre extremistas sionistas buscando provocar una guerra.
Tras bambalinas, el acuerdo podría depender de un pacto entre Estados Unidos y China: garantías para las exportaciones petroleras iraníes hacia China a cambio del suministro por parte de Pekín de minerales raros esenciales para las industrias estadounidenses. Este intercambio pragmático subraya el enfoque del presidente Trump en la revitalización económica sobre conflictos ideológicos.
No obstante, existen riesgos considerables. Si Irán acelera su programa nuclear—como predice Adams—podría desencadenar una fuga de capitales desde Israel y desestabilizar aún más la región. Netanyahu, enfrentando cargos por corrupción y órdenes de arresto internacional, podría intensificar su agresividad para mantenerse en el poder, mientras que los sionistas radicales podrían aumentar los ataques en suelo estadounidense.
La jugada arriesgada de la administración Trump redefine las alianzas en Medio Oriente al posicionar a Irán como un socio tácito contra la hegemonía israelí respaldada por Gran Bretaña. Como señala Adams: «Trump está despojando al Crown británico de su herramienta número uno: el caos y la guerra». Queda por ver si esta audaz reconfiguración traerá estabilidad o alimentará un conflicto oculto entre potencias globales; sin embargo, por ahora, las reglas del juego han cambiado drásticamente.
Mire el episodio del 27 de junio de «Brighteon Broadcast News», donde Mike Adams discute por qué la ilusión de paz en Medio Oriente no durará mucho tiempo.