WhatsApp, una de las aplicaciones de mensajería más populares del mundo, está cambiando su modelo al introducir anuncios dirigidos en su pestaña de Actualizaciones y publicaciones de Estado. Meta, la empresa matriz, podría implementar un controvertido modelo "Pay or Okay", que obligaría a los usuarios a pagar para evitar la recolección de datos, a pesar de las leyes de privacidad en la UE que lo prohíben. Este cambio representa una drástica desviación de sus orígenes sin publicidad y plantea preocupaciones sobre la erosión de la privacidad. Los defensores advierten que esto podría llevar a una migración masiva hacia alternativas como Signal, mientras Meta continúa aprovechando vacíos legales en la regulación. La transformación de WhatsApp subraya cómo la búsqueda de ganancias puede socavar la confianza del usuario y resaltar problemas antimonopolio en el ecosistema publicitario de Meta.
WhatsApp, la popular aplicación de mensajería utilizada por más de 2 mil millones de personas en todo el mundo, se encuentra en una encrucijada significativa al anunciar la introducción de anuncios dirigidos en su pestaña de «Actualizaciones» y publicaciones de Estado. Este cambio representa un giro drástico desde sus orígenes sin publicidad, alineándose con las tácticas publicitarias invasivas de su empresa matriz, Meta.
Los anuncios serán personalizados utilizando datos del usuario, como ubicación e historial de interacciones, lo que ha generado preocupaciones sobre el consentimiento y la vigilancia. Además, Meta podría implementar un modelo controvertido denominado «Pay or Okay», donde los usuarios tendrían que pagar tarifas para evitar la recolección de datos. Esta estrategia pone de manifiesto el desprecio de Meta por las leyes de privacidad y su disposición a explotar a los usuarios bajo el pretexto de una «evolución».
A lo largo de los años, WhatsApp había resistido la publicidad, confiando en una modesta tarifa anual de $1 antes de ser adquirida por Meta en 2014. Sin embargo, bajo el control de esta última, la plataforma está transformándose en otra pieza del engranaje publicitario basado en la vigilancia. Alice Newton-Rex, vicepresidenta de producto de WhatsApp, justificó este cambio como una evolución natural: «Los nuevos productos publicitarios y promocionales se sentían como el siguiente paso lógico». No obstante, esta «evolución» parece más bien un retroceso hacia las mismas tácticas de minería de datos que han hecho infames a Facebook e Instagram.
Los anuncios aparecerán como colocaciones a pantalla completa en las actualizaciones del Estado, que son publicaciones efímeras similares a las historias de Instagram, así como dentro de canales promocionados en el directorio de descubrimiento de WhatsApp. A pesar del argumento presentado por Meta sobre que estos anuncios están «diseñados teniendo en cuenta la privacidad», dependen del seguimiento del comportamiento del usuario, incluyendo ubicación geográfica y configuración del idioma. Para aquellos usuarios que vinculen sus cuentas de WhatsApp al Centro de Cuentas de Meta, la segmentación será aún más precisa al extraer información sobre su actividad en Facebook e Instagram.
Una preocupación alarmante es la posible expansión del modelo «Pay or Okay» a WhatsApp. Este esquema ya se aplica en Facebook e Instagram en Europa y obliga a los usuarios a elegir entre ceder sus datos para publicidad dirigida o pagar una tarifa mensual—actualmente fijada en €9.99—para optar por no participar. Max Schrems, presidente del grupo defensor noyb, condenó esta táctica: «Meta está haciendo exactamente lo contrario a lo que exige la ley europea… Sin un consentimiento libremente otorgado, vincular datos y mostrar publicidad personalizada es claramente ilegal».
Los reguladores europeos ya han declarado que este modelo es ilegal bajo la Ley de Mercados Digitales (DMA) y el Reglamento General sobre Protección de Datos (GDPR), que exigen un consentimiento auténtico por parte del usuario para compartir datos. Sin embargo, Meta continúa aprovechando vacíos legales sabiendo que la aplicación efectiva es débil. Schrems observó: «Meta aprendió que no hay consecuencias reales». Si se aplicara a WhatsApp, este modelo podría llevar a los usuarios a pagar tarifas exorbitantes simplemente para mantener su privacidad básica, muy lejos del costo original anual de $1.
La dominancia de Meta en mensajería plantea preocupaciones antimonopolio, especialmente mientras integra WhatsApp más profundamente en su ecosistema publicitario. La Unión Europea inicialmente aprobó la adquisición por parte de Meta, pero bajo la DMA tal consolidación ahora enfrenta un escrutinio más riguroso. El artículo 5(2) de la DMA prohíbe explícitamente la fusión forzada de datos sin consentimiento explícito, una norma que Meta ignora con impunidad.
Mientras tanto, alternativas centradas en la privacidad como Signal operan con presupuestos modestos (solo $50 millones anuales), demostrando que es posible ofrecer mensajería ética sin vigilancia. Schrems prevé una migración masiva: «Esperamos que el impulso publicitario de Meta en WhatsApp lleve a una gran migración hacia Signal».
La transformación de WhatsApp bajo Meta sirve como una advertencia sobre cómo la codicia corporativa puede eclipsar la confianza del usuario. Lo que comenzó como una plataforma segura y libre de anuncios se ha convertido ahora en otra herramienta para recolectar datos, obligando probablemente a los usuarios a elegir entre pagar por su privacidad o someterse a un sistema vigilante. Mientras los reguladores titubean, el desdén descarado por las leyes sobre privacidad establecido por Meta sienta un peligroso precedente.