Un estudio en Florida ha revelado que las vacunas de ARNm de Pfizer causan un 38% más de muertes en comparación con las de Moderna, según un análisis de casi 1.5 millones de receptores. Publicado el 29 de abril y coautorizado por el Cirujano General de Florida, Dr. Joseph A. Ladapo, el estudio encontró tasas más altas de mortalidad general y muertes cardiovasculares entre los usuarios de Pfizer. Aunque los hallazgos han generado un intenso debate sobre la seguridad de las vacunas, se señala que aún no han sido revisados por pares. La investigación destaca la necesidad urgente de un monitoreo riguroso a largo plazo sobre la seguridad de las vacunas y plantea interrogantes sobre su efectividad y riesgos potenciales.
Un estudio realizado en Florida ha revelado que las vacunas de ARNm de Pfizer causan más muertes que las de Moderna, con una tasa de mortalidad un 38% superior entre los receptores de Pfizer en el transcurso de 12 meses. Anunciada el 29 de abril, la investigación, coescrita por el Cirujano General de Florida, Dr. Joseph A. Ladapo, analizó casi 1.5 millones de personas vacunadas, exponiendo riesgos alarmantes asociados a las inyecciones de Pfizer.
El estudio mostró tasas más altas de mortalidad general, muertes cardiovasculares e incluso muertes relacionadas con COVID-19 entre los usuarios de Pfizer en comparación con los receptores de Moderna. Compartidos como un preprint y aún sin revisión por pares, estos hallazgos han suscitado un intenso debate sobre la seguridad de las vacunas de ARNm, intensificando las preocupaciones sobre sus consecuencias no intencionadas y desafiando las políticas de salud pública.
Según Naturalnews.com, el estudio dirigido por Ladapo junto a investigadores del Departamento de Salud de Florida y el MIT, analizó 9.2 millones de registros de vacunación de floridanos no institucionalizados que recibieron dos dosis ya sea del Pfizer o del Moderna entre finales de 2020 y mediados de 2021. La muestra se redujo a 1.47 millones de pares individuales emparejados por edad, sexo, área censal y otros factores demográficos. Durante el año siguiente, los receptores de Pfizer experimentaron 847 muertes por cada 100,000 personas, mientras que los receptores de Moderna registraron 618 muertes por cada 100,000; este aumento fue impulsado principalmente por muertes cardiovasculares (248.7 frente a 162.4 por cada 100,000) y fatalidades no relacionadas con COVID (791.6 frente a 588.4).
“Los receptores de Pfizer tuvieron una mortalidad significativamente mayor en casi todas las categorías”, afirmó Ladapo en redes sociales, subrayando que esto coincide con estudios previos del VA que vinculan la vacuna a problemas cardíacos. Sin embargo, críticos señalaron limitaciones en el estudio, como la exclusión de comorbilidades y la falta de comparación directa entre grupos vacunados y no vacunados; un punto destacado por el profesor Jeffrey Morris de la Universidad de Pensilvania. Levi, uno de los coautores, defendió la metodología argumentando que comparar vacunas “controla mejor los factores confusos no observados” que contrastar poblaciones vacunadas/no vacunadas.
Los hallazgos resuenan en un contexto marcado por datos contradictorios publicados durante los últimos tres años. En 2023, un reanálisis de datos clínicos concluyó que las vacunas de ARNm no afectaban la mortalidad general pero notó que los individuos vacunados tenían tasas más altas de muertes cardíacas, aunque compensadas por un menor riesgo de fallecer debido a COVID-19 severo. La vacuna viral vectorial Johnson & Johnson superó ambas en esa evaluación. Estudios anteriores utilizando datos del VA también encontraron que los receptores de Pfizer enfrentaban mayores riesgos de hospitalización y eventos cardíacos; sin embargo, el análisis realizado en Florida busca fortalecer las afirmaciones sobre un vínculo causal.
Este contexto pone en evidencia una tensión más amplia en salud pública. Las afirmaciones iniciales sobre la eficacia vacunal “superior al 90%” se centraron únicamente en mecanismos preventivos para enfermedades severas, mientras que efectos no específicos—como si las vacunas podrían dañar inadvertidamente otros sistemas corporales—fueron mayormente ignorados. Ladapo ha argumentado previamente que estas vacunas actúan más como terapias génicas que como vacunas tradicionales, las cuales suelen proporcionar una inmunidad protectora mucho mayor (alrededor del 99%) sostenida durante décadas.
El estudio ha galvanizado a defensores de la libertad sanitaria quienes sostienen que se engañó al público respecto a los riesgos asociados con las vacunas ARNm. “La comunicación inicial presentó estas inyecciones como casi milagrosas; sin embargo, la realidad es más compleja”, expresó uno de los defensores. La publicación en redes sociales del Dr. Ladapo indicando que el sistema vacunal está “podrido” y pidiendo escrutinio sobre efectos no específicos refleja este sentimiento. Mientras tanto, las compañías farmacéuticas Pfizer y Moderna no respondieron a solicitudes mediáticas dejando preguntas sin respuesta acerca de si los fabricantes han revisado los datos sobre mortalidad.
Críticos del trabajo del Dr. Ladapo temen que esto pueda alimentar la reticencia hacia las vacunas; sin embargo, sus partidarios argumentan que la transparencia es fundamental. La exclusión del grupo no vacunado sigue siendo un punto controvertido; como señalan trabajadores sanitarios, comparaciones sobre mortalidad sin esta línea base malinterpretan resultados. Levi del MIT reconoció esta brecha pero enfatizó que las comparaciones entre vacunas abordan algunas variables confusas como edad, comorbilidades o factores relacionados con el estilo vida.
El estudio realizado en Florida subraya la necesidad urgente de un monitoreo riguroso a largo plazo sobre la seguridad vacunal. Aunque sus afirmaciones sobre una mayor mortalidad asociada a Pfizer permanecen preliminares hasta ser revisadas por pares, estos hallazgos no pueden ser desestimados fácilmente. Las implicaciones políticas son profundas: cuestionan la narrativa misma según la cual las vacunas ARNm son universalmente seguras y efectivas para todas las poblaciones.
Por ahora, las autoridades sanitarias deben equilibrar el uso de vacunas para reducir enfermedades severas provocadas por el virus contra nuevas evidencias sobre daños colaterales emergentes. “Le debemos al público explorar estos riesgos más a fondo”, comentó un epidemiólogo independiente. A medida que continúan los debates sobre libertad sanitaria y ética clínica, las conversaciones acerca del derecho a elegir vacunas y transparencia podrían redefinir la preparación pandémica ante futuras crisis sanitarias.
Descripción | Pfizer (muertes por 100,000) | Moderna (muertes por 100,000) |
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Total de muertes | 847 | 618 |
Muertes cardiovasculares | 248.7 | 162.4 |
Muertes no relacionadas con COVID | 791.6 | 588.4 |