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Reforma del DOJ bajo Trump provoca crisis cultural en la División de Derechos Civiles

Conflicto derechos

OpenAI | Jueves 01 de mayo de 2025

La administración de Donald Trump ha llevado a cabo una drástica reestructuración del Departamento de Justicia (DOJ) en 2025, bajo la dirección de la fiscal general asistente Harmeet Dhillon. Este cambio ha desplazado las prioridades progresistas, como los derechos de voto y la lucha contra la discriminación racial, hacia una agenda que se opone a programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) y derechos transgénero. Más de una docena de abogados veteranos han sido reasignados o han renunciado, mientras el DOJ prioriza casos de "sesgo anti-cristiano" y prohíbe la participación de hombres en deportes femeninos. Este giro radical marca un alejamiento significativo de décadas de esfuerzos bipartidistas en la defensa de los derechos civiles, generando críticas sobre su nuevo enfoque "activamente anti-derechos civiles". La transformación refleja una ofensiva cultural más amplia y plantea interrogantes sobre el futuro de los derechos civiles en Estados Unidos.



La administración del presidente Donald Trump ha llevado a cabo una transformación significativa en la División de Derechos Civiles (CRD) del Departamento de Justicia (DOJ) en 2025. Bajo el liderazgo de la asistente del fiscal general Harmeet Dhillon, se han dejado de lado las prioridades progresistas, como los derechos de voto y la lucha contra la discriminación racial, para enfocarse en oponerse a programas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) y derechos de las personas transgénero. Esta reorientación incluye políticas como “Mantener a los hombres fuera de los deportes femeninos”.

Más de una docena de abogados veteranos han sido reasignados o han renunciado, mientras que leales a Trump reemplazan al personal profesional. Los memorandos emitidos por Dhillon han redirigido la CRD hacia la agenda cultural del presidente, abordando temas como el “extremismo de ideología de género” y la “indoctrinación radical” en las escuelas. Esta situación marca un cambio drástico respecto a la aplicación bipartidista de los derechos civiles.

Cambio drástico en la misión histórica

La CRD, que tradicionalmente se ha centrado en la justicia racial y la lucha contra la discriminación desde 1964, enfrenta ahora críticas por priorizar casos relacionados con el “sesgo anti-cristiano” y prohibiciones sobre deportes transgénero. Críticos han calificado su mandato actual como “activamente anti-derechos civiles”. Las modificaciones en el DOJ están alineadas con las políticas de Trump, que incluyen la prohibición de programas DEI y restricciones a los derechos LGBTQ+, así como directivas educativas como la “Comisión 1776”, presentada como un esfuerzo por poner fin al “exceso woke”.

Los esfuerzos por redefinir la política de derechos civiles en Estados Unidos alcanzaron un punto culminante dramático en abril de 2025 con una transformación sísmica del DOJ. Este cambio ha sido descrito por fuentes internas como un “baño de sangre” debido a las purgas del personal, donde más de una docena de abogados veteranos fueron desplazados mientras el equipo de Trump ajusta las prioridades federales en materia civil para alinearlas con su agenda cultural.

Un giro radical hacia lo político

El proceso comenzó bajo Harmeet Dhillon, quien ha sido una leal defensora del presidente desde litigios electorales en 2020. Ella y otros nombramientos políticos han sustituido al personal profesional por reemplazos alineados políticamente, lo que ha provocado renuncias y traslados a funciones menores. Funcionarios actuales y anteriores informan que los memorandos emitidos por Dhillon redefinieron las prioridades de la CRD para enfocarse en los decretos ejecutivos del presidente.

Un abogado veterano de la CRD describió este cambio como un giro total respecto a décadas de esfuerzos bipartidistas para hacer cumplir las leyes sobre derechos civiles. La división fue establecida en 1957 para abordar la discriminación racial manifiesta; sin embargo, ahora su mandato es considerado por algunos como “activamente anti-derechos civiles”. Durante la administración Biden se llevaron a cabo casos emblemáticos contra conductas policiales indebidas y supresión electoral, logrando reformas significativas. Actualmente, estos trabajos están siendo relegados mientras se investigan casos sobre sesgos anti-cristianos y se desafían políticas deportivas transgénero.

Contexto histórico: evolución bajo presión

La CRD ha operado históricamente como un ente flexible pero enfocado en hacer cumplir leyes federales. Desde el Acta de Derechos Civiles de 1964 promulgada por Lyndon Johnson, ha perseguido violaciones relacionadas con derechos electorales, brutalidad policial y crímenes motivados por odio. Aunque administraciones republicanas previas también priorizaron casos sobre discriminación, esta versión representa un claro desvío.

A pesar de que el primer mandato de Trump mantuvo cierta continuidad con debates entre funcionarios políticos sobre estrategias legales, fuentes indican que actualmente no hay discusión alguna bajo Dhillon. Un abogado saliente comentó: “En la primera administración Trump siempre había diálogo sobre qué exigía la ley. Eso ya no ocurre”. Las prioridades actuales requieren reinterpretar estatutos existentes para condenar iniciativas DEI como “ilegales”, lo que lleva a críticos a cuestionar su legitimidad.

Reversión política dentro del conflicto cultural más amplio

Los cambios implementados en el DOJ reflejan una ofensiva cultural más amplia promovida por Trump, que incluye prohibiciones sobre programas DEI federales y restricciones a los derechos LGBTQ+. En el ámbito educativo, sus órdenes apuntan a detener lo que él denomina “indoctrinación radical”, mientras restablece iniciativas históricas como la “Comisión 1776” para promover una narrativa histórica que minimiza injusticias sistémicas.

Aunque la administración presenta estas acciones como correcciones ante un exceso "woke", disidentes advierten sobre un posible regreso a políticas excluyentes. La nueva asistente del fiscal general Dhillon defiende sus decisiones como transiciones rutinarias; sin embargo, exmiembros del CRD perciben esto como un ataque deliberado contra los avances legales logrados hasta ahora. A medida que se aproxima 2026, este conflicto resalta la creciente división en Estados Unidos respecto al significado real de los derechos civiles y quién tiene autoridad para definirlos.

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