CLAVES

El servicio secreto francés utiliza al hacker “Chris Coleman” en su guerra económica con Marruecos

Pedro_Canales | Jueves 09 de julio de 2015
Los servicios de inteligencia marroquíes están convencidos de que el hacker que se hace llamar “Chris Coleman” es una pantalla del servicio secreto francés para filtrar, a través de una cuenta de Twitter, informaciones diplomáticas confidenciales que afectan a Marruecos, según ha sabido MIL21 en fuentes diplomáticas.

Desde hace casi un año el ciberespacio se ha visto inundado por filtraciones de “documentos secretos” y “notas diplomáticas” publicadas por “Chris Coleman”, destinadas a deteriorar la imagen del Reino de Marruecos.

El hacker desvela el nombre de periodistas franceses “comprados” por Rabat, negociaciones secretas sobre el conflicto del Sahara, contactos y reuniones de altos responsables marroquíes con sus homólogos de varios países con la finalidad de presionar para que la propuesta marroquí sobre la antigua colonia española del Sáhara Occidental sea aceptada en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Identidad oculta

A diferencia de Edward Snowden o de Julián Assange, la identidad de “Chris Coleman” permanece en el anonimato, lo que ha dado pie a todo tipo de especulaciones. Desde que se trata de un alto funcionario marroquí que se venga de sus superiores, hasta que es una manipulación de los servicios secretos argelinos para desacreditar a Marruecos.

Las fuentes diplomáticas consultadas por Mil21 apuntan a la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE) de Francia como el organismo responsable del espionaje electrónico sobre las comunicaciones gubernamentales del Reino Alauí (políticas, diplomáticas, comerciales y militares).

Bajo la presidencia de Nicolás Sarkozy, Francia dio un gran salto en los recursos dedicados al espionaje de las comunicaciones tanto de países “amigos” como de potenciales enemigos.

En 2008, Sarkozy decidió recuperar el tiempo perdido y ordenó la puesta en marcha del primer plan de interceptación de las comunicaciones por cable submarino, un operativo de cinco años dotado con un presupuesto de 700 millones de euros y un equipo de 600 agentes altamente especializados.

El “cerebro” del sistema de escucha está instalado en un bunker ultra-secreto situado en el subsuelo de la sede central de la DGSE en el 141 del Bulevar Mortier, en el vigésimo distrito de la capital, según ha revelado el semanario galo “Le Nouvel Observateur”.

Espiar el cable submarino

Francia había llegado a la conclusión de que las informaciones más sensibles e importantes se trasmitían por cable y no por satélite. Los cables submarinos instalados por la empresa Alcatel en el norte de África y que convergen en los alrededores de Marsella, fueron el primer objetivo.

El plan consiguió interceptar las comunicaciones procedentes de cuarenta países, entre ellos Marruecos, Argelia y Túnez. Los datos que los expertos de la DGSE cosecharon en todas las áreas (economía, política y militar), iban directamente a los despachos del Ministro de Defensa y del Presidente de la República.

Según las citadas fuentes diplomáticas, los informes trasmitidos por los servicios secretos al Palacio del Eliseo fueron imprescindibles para desencadenar la guerra contra el régimen libio de Muamar Gadafi, liderada por Francia.

El espionaje de las comunicaciones internacionales se convertido en uno de los instrumentos claves del poder. Las grandes potencias utilizan ingentes medios económicos, tecnológicos y humanos para potenciar la escucha de todo tipo de informaciones, tanto de carácter abierto como cifradas.

Francia pierde influencia en Marruecos

La divulgación de las comunicaciones secretas del Gobierno de Marruecos utilizando las redes sociales mediante “Chris Coleman”, forma parte de la guerra económica y de influencia geopolítica que libran Francia y el Reino alauí.

Para las fuentes diplomáticas consultadas, París observa con nerviosismo su pérdida de influencia en Marruecos ante el creciente apoyo de Estados Unidos al Reino alauí. Esta inquietud ha aumentado al perder la primera posición como cliente comercial de Marruecos en favor de España.


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