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Del kaos al logos (XXVI): Leyes físicas
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Del kaos al logos (XXVI): Leyes físicas

Por Carlos González
miércoles 12 de junio de 2019, 12:59h

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Lo primero que observaron los viejos Brujos es que ciertas leyes de la madre naturaleza se cumplían siempre. Todos los organismos nacían y morían. El agua siempre discurría corriente abajo, y los objetos arrojados al aire siempre descendían a la madre Tierra. Más aún, los conocimientos técnicos, de las reglas de la vida, fueron muy anteriores a cualquier elucubración teórica, y mucho más antiguas que cualquier teoría global del mundo. Es decir, antes que ningún Espíritu o Dios.

Cualquier mono coge una rama para alcanzar miel en una oquedad. Otros rompen nueces de palma durísimas con potentes piedras. Varios pájaros con una pequeña roca rompen huevos que con el simple pico les resultaría imposible. Y antes de cualquier brujo, los homínidos endurecieron lanzas de madera al fuego o labraron lascas y las convirtieron en cuchillos, flechas o hachas.

Creo que es muy importante destacar que el conocimiento de las leyes físicas es inmensamente anterior a cualquier religión o ideología. Este pervivió siempre al lado de cada una de ellas, con mejor o peor fortuna, y, eso sí, siempre quemando a cualquiera que con conocimientos técnicos contradijera al poder religioso o político. Pero es importantísimo destacar que también han sobrevivido a cualquier religión e ideología. Los conocimientos de la vida, de todas las épocas y lugares, sobreviven hoy día entre nosotros. Si un pueblo aprendió a elaborar fuego de cualquier forma rara, es un conocimiento que no despreciamos y forma parte de cualquier acervo. Los conocimientos más elaborados de las matemáticas o la medicina se han trasmitido entre todos los pueblos, y no solo han sido rechazados por los nuevos, sino que los han perseguido con ahínco y han gastado fortunas en conseguir esos conocimientos reales de la naturaleza. Pensemos hoy en la Física Nuclear.

Por los mejores pensadores de todos los tiempos y culturas, pese a ser perseguidos a veces por ello –recuérdese que era condenado a muerte en época de Leonardo y Miguel Ángel el que estudiase anatomía humana- siempre se produjo un profundo amor al conocimiento, a la sabiduría de la vida. Con ese nombre lo bautizaron los que se dedicaron en cuerpo y mente a esa labor, les llamaron Filósofos, amantes de la sabiduría. Y el estudio y uso de los metales, de la arquitectura, de la agricultura o de las formas de curar, se remonta a los primeros homínidos que tomaron conciencia de la vida nómada en grupo.

Sí es cierto que se respetaron, se acumularon y se pusieron en práctica esas leyes físicas. Hoy, en nuestro tiempo, vivimos un tanto por ciento elevadísimo de nuestra existencia dependiendo de esos conocimientos técnicos. Le llamamos Tecnología. Pero también es cierto que no se ha traspasado ese velo de aplicación práctica de leyes naturales, por lo menos de forma global, al mundo de las llamadas ciencias sociales. Aún vivimos hablando de Mitos y con lenguaje críptico cuando intentamos hablar de política y más aún si queremos organizar un grupo social con criterios técnicos.

Sería muy injusto si no aprecio que la Sociología, el Derecho, la ciencia Política y la Psicología social ya han aportado mucho a las organizaciones sociales. Pero también es cierto que no se acepta del todo, como sí se hace en la medicina, que el tratamiento de un problema social ha de hacerse con aplicación de leyes físicas, en este caso de la Psico-Biología humana, como se hace ante un problema médico. Lo que se hace es hablar de Ética, Justicia, Libertad o Igualdad. ¿Qué es todo lo anterior? Un lenguaje mítico donde entenderse, como hacemos en agricultura o medicina, resulta imposible.

Debemos continuar aún más con el aprendizaje de las leyes llamadas físicas, pero hemos de dedicar todo el tiempo que podamos a estudiar las leyes de la naturaleza que forman y rigen un GSO. Si queremos le podemos llamar Teoría general de los Conflictos (TGC) o de cualquier otra forma. Pero es imprescindible, que igual que usamos las leyes físicas para construir un edificio, hemos de conocer y utilizar las leyes de las relaciones sociales, las ciencias de la Biología y la Psicología, para organizar la política de un Estado.

Sobre el autor

Carlos Gonzàlez-Teijòn es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, y de reciente aparición El Sistema, de editorial Elisa.

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