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El letrado José Ortega esclarece el propósito de la “vacuna”: reducir drásticamente la población mundial

El letrado José Ortega esclarece el propósito de la “vacuna”: reducir drásticamente la población mundial

domingo 27 de diciembre de 2020, 21:16h

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Con bastante gente refractaria a inocularse el matarratas de Pfizer o Moderna, desde enero más terror desinformativo. Más coronacircus, ambicionando doblar la voluntad de los más reacios. “Intentan hacer creer con el telediario que pueden obligarte a vacunarte. Entonces sacan información absolutamente inquietante para que te asustes”.

Asesinados, jodidos mentalmente y estériles

Posee Ortega la rocosa certidumbre de que “todo este montaje es ficticio, todo es miedo artificial, tiene un propósito y ese propósito es la vacuna”. Sin más. Por supuesto que lo inoculado deviene experimento poblacional. "No es una vacuna, es un suero que te meten con una sustancia desconocida y le llaman vacuna porque lo que quieren es que la gente se pinche eso y se confíe”. Las consecuencias, según Ortega, tan palmarias.

“Lo que va a pasar con esto que llaman vacuna es, primero, que va a morir mucha gente, segundo que va a haber muchas secuelas neurológicas, y tercero que va a haber una esterilización masiva. El objetivo final es reducir la población". Un genocidio en toda regla.

Y recuerden que la vacuna de ARN mensajero fluye por la cascada sanguínea hasta toparse con un receptor de enzima ACE2 y la consiguiente secuencia de su gen (ubicado en el "brazo corto" del cromosoma X). Resumiendo, su máxima expresión enzimática se produciría en los órganos genitales. En testículo, y en menor medida, ovario. Todo ello condensado con lucidez por Ortega. “El 95% de los señores que se olviden de sus testículos y el 45 % de las señoras que se olviden de sus ovarios”.

Y bazofia vacunera, derrapes legales. “La imposición de la vacuna obligatoria en estas condiciones, con el covid-19, puede ser constitutiva de tres delitos: de prevaricación, contra la salud pública y un delito contra el derecho de las libertades públicas”.

¿Se puede violar la ley tan impunemente?

Y realiza una serie de afirmaciones. Jurídicas, por ejemplo. “En caso de conflicto jurídico prevalece el interés del individuo sobre el interés de la sociedad y sobre el interés de la ciencia. No pueden obligarme ni a llevar una mascarilla, ni a tomarme la temperatura ni nada de nada. Cuando hay conflicto entre la ley interna y un convenio internacional, el Tribunal Supremo le ha dado prevalencia a los convenios internacionales. El convenio internacional tiene una jerarquía superior a la Constitución”.

Y denuncia la arbitrariedad, también jurídica, de los bozales. “La denuncia de las mascarillas, todos los boletines de denuncias que he visto tienen una carencia básica y es que no citan la norma que recoge esa conducta como una falta administrativa, norma con rango de ley con arreglo al artículo 25 de la Constitución. Tiene que llevar una norma con rango de ley, y si no, no vale”.

El telediario terrorista, pura basura

Y Ortega tiene claro que no se puede negar tan alegremente el trabajo a alguien que no se vacune. “Si te viene un empleador y te dice que no te contrata porque no te has vacunado tendrá que enfrentarse con las consecuencias legales porque el derecho al trabajo está recogido en la Constitución".

Y no se olvida Ortega de los terroristas mass-mierda. “También las mentiras de los medios de comunicación dependientes del gobierno son un delito. Voy a preparar una querella al telediario, porque le tengo muchas ganas a estos facinerosos, estos son unos delincuentes de la peor calaña. Son pura basura.

Mienten a manos llenas y a dos carrillos, sin escrúpulos, sin vergüenza, sin decencia, sobre el número de víctimas y todo eso. Las tasas de muertes por año desde abril cayeron estrepitosamente a niveles inferiores a los de enero y febrero de 2020. No hay ninguna crisis sanitaria, no existe”.

Ningún gallifante se "vacunará"

Y por supuesto, recuerda Ortega, que los satánicos gallifantes jamás se "vacunarán". Tan obvio. Teatrillos televisados con un puto suero. O agua destilada. O cualquier placebo. Y a correr. Y a proseguir su abyecto y crudelísimo terrorismo. En fin.
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