OPINIÓN

Cultura de empresa, comunicación y política de incentivos

José Tomás Cruz | Lunes 15 de abril de 2019
Una vez más y tal como se me ha pedido en ocasiones anteriores con lenguaje sencillo, el presenta artículo versará sobre otros tres aspectos esenciales relacionados con el mundo del trabajo: CULTURA DE EMPRESA, COMUNICACIÓN Y POLÍTICA DE INCENTIVOS.

En el mismo orden, la CULTURA DE EMPRESA, continúa siendo ese gran desconocido para un porcentaje considerable de nuestras compañías, constituyendo no obstante para muchos de nuestros directivos un valor superior al dedicado a la estrategia o modelo operativo del propio negocio. El citado principio podría definirse como un conjunto de formas y valores de diversos aspectos, entre los cuales destaca el estilo de dirección, comportamiento de sus ejecutivos, forma de organizarse, administrarse y su personal actuación, cuidándose esmeradamente la relación interpersonal entre superiores y subordinados, y todos ellos vinculados por un especial sentido de pertenecía a la empresa.

En cuanto a lo relacionado con la COMUNICACIÓN, factor fundamental para la coordinación en el seno de la empresa, representa un aspecto indispensable y totalmente vinculado a la productividad y rentabilidad de la compañía. “Una empresa que no es negocio, deja de ser empresa”. Su influencia llega a tal extremo que cuando se deteriora la comunicación, degenera en un sin fin de complicaciones, con el consiguiente deterioro del clima de trabajo y consiguientes consecuencias, que en la mayoría de los casos derivan en cierre del negocio.

Normalmente se distinguen dos aspectos de comunicación: interna y externa, afectando la primera a los propios miembros de la empresa, que a pesar de su importancia, en muchos casos y lamentablemente termina deteriorándose hasta el grado de convertirse en insufrible, ya sea por falta de respeto, indolencia, incompatibilidad de caracteres y un largo etc.

Sobre la comunicación exterior, léase la mantenida con clientes, proveedores, organismos, etc., no debe interpretarse como un mero tratamiento de compromiso, requiriendo el debido respeto y merecida atención. Con una comunicación adecuada y eficiente se transmite una buena imagen de prestigio y marca que tanto repercute en los resultados económicos.

Por último y en lo referido a la POLÍTICA DE INCENTIVOS, lamentablemente, el empresariado español no es precisamente muy partidario de este tipo de estímulos económicos, lo que constituye un error garrafal dado que la media salarial en nuestro país es baja, con lo cual la mayoría de los empleados se sienten mal retribuidos y desmotivados por diversas razones, siendo la causa principal que con independencia de lo que se esfuercen y rindan, al final de mes percibirán en sus nóminas la misma cantidad que otro compañero pero sin el menor esfuerzo.

La primera condición de una acertada política de incentivos pasa porque dicha retribución extra resulte algo alcanzable. De lo contrario se convertirá en un engaño más por parte del empresario, desmotivando al trabajador todavía más. En cuanto a otro tipo de estímulos como puedan ser: descuentos en un gimnasio cercano, descuentos en viajes, etc. Resultan escasamente estimulantes.

Resulta muy triste que los departamentos de RR.HH. interpreten que su cometido debe limitarse a la confección de las nóminas, estar pendientes de los cambios legislativos y controlar las altas y bajas por enfermedad de los empleados. Existen otro tipo de ayudas como por ejemplo las consistentes en mejorar la formación personal que en general son muy bien valoradas y que en ocasiones también pueden beneficiar a las propias empresas… ¡¡Tiempo al tiempo!!

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