OPINIÓN

Desmontando con números la pandemia que jamás existió

Luys Coleto | Lunes 04 de enero de 2021
Evoquemos guarismos claves. Instituto Nacional de Estadística. Insistamos, otra vez. Dos unidades temporales para el cotejo. Entre el 1 de mayo de 2017 y el 30 de abril de 2018 fallecieron 431.127 personas. En cambio, entre el 1 de mayo de 2019 y el 30 de abril de 2020 murieron 424.462. Hace dos años, 6.565 muertos más.

Entre mayo y agosto del año de la “terrible pandemia”, menos muertos que nunca

Ahora veamos los segundos cuatrimestres de los últimos cuatro años, desde mayo hasta agosto, ambos meses incluidos. También INE. En 2017, entre los cuatro meses que van desde mayo hasta agosto, ambos incluidos, 144.930 defunciones. Un año después, 130.783. El pasado año, 2019, durante ese tercio de año, 130.334. ¿Y este annus horribilis? ¿Qué aconteció durante esos cuatro meses a mitad de año? Pues bien, desde el 1 de mayo hasta el 31 de agosto, 128.947 fallecidos.

2020, menos muertos que nunca

Ahora pasemos al número de defunciones incorporadas al Índice Nacional de Defunciones. Hasta el 17 de diciembre de este año, 2020. 366.163 muertes registradas. Los tres años anteriores: 2017, 422.142. 2018, 427.967. 2019, 418.556. Es cierto que todavía restan por documentar los postreros catorce días de 2020. Y también es real que " la incorporación de fallecidos al Índice de defunciones tiene un decalaje temporal. Recorcando a la sazon que “aunque los datos se actualizan cada mes, no todas las defunciones que se producen en un mes dado pueden ser incorporadas al mes siguiente; algunas lo hacen más tarde"…

…Pero ni con esas. O embuten como pueden 50.000 muertos - 100.000, mejor- o nos quedamos por muy por debajo de las cifras de fallecidos de los últimos años. Y cuando 2020 sea revisado rigurosamente con todos los dígitos, ya perfectamente confirmado el número total de muertes, se verá lo sabido: un año muy semejante a todos los anteriores. Sin más. Salvo tres semanas transcurridas entre marzo y abril.

La pregunta del millón, ¿el exceso de mortalidad de marzo y abril?

Revisen INE, MoMo o el Índice de defunciones. Tres semanas decisivas, las dos finales de marzo y la primera de abril. ¿El celebérrimo virus actuando preferentemente durante esas tres semanas? Obviamente, no. Esencialmente porque el tal Sars-Cov-2 jamás mató a nadie, ya que dicho virus (como el resto de los coronavirus) no existe al no haberse, todavía hoy, aislado ni secuenciado con un mínimo de seriedad científica.

Y lo de siempre. Sin olvidar las autopsias (cuando se pudo hacer alguna) donde no aparecían virus de ninguna clase. O los manipuladísimos certificados de defunción. Mucha pasta en juego si borroneabas covid como causa del óbito. Igualito que con las fraudulentas pruebas diagnósticas (PCR, serológicas, antígenos). Follow the money, follow the power, pues.

Gripe atrasada, gerontocidio de Estado, letal iatrogenia

Uno. Para comenzar un espectacular incremento de casos de gripe. Invierno retrasado a inicios de la primavera de 2020. Los procesos gripales mayoritarios se dieron en marzo y abril, en vez de producirse durante los dos primeros meses del año. Y el efecto nocebo empeorando preocupantemente la situación.

Dos. Lo jamás confesado, claro: gerontocidio, deliberado asesinato de ancianos. Todas las administraciones, nacionales y regionales, pringadas. Y todos los partidos, Vox incluido (al apoyar al Pp en tres autonomías), ídem de lienzo. Gerontocidio de dos tipos, grosso modo: por omisión y por acción, entremezclados ambos tan a menudo.
  • Gerontocidio por acción. La morfina mata. Y muchísimos ancianos recibieron cloruro mórfico. Y a un anciano con graves dolencias previas, la morfina le mata. O lo remata.
  • Gerontocidio por omisión. Los ancianos no fueron atendidos en los hospitales. Se les instigaba a quedarse en casa. En los geriátricos, lo mismo. Nada de ir al hospital. Y en los morideros de ancianos (los llaman residencias), estrictísima aplicación de los protocolos de puertas cerradas. No atender es dejar morir. Y dejar morir es matar. Y todo ello explicado por la aplicación de la eugenésica/eutanásica ética utilitarista: salvar lo sano y lo joven. Dejar morir a los viejos, puta carga, suculento ahorro en pensiones.

Tres. El impresionante y eterno asunto de la iatrogenia, vinculada a los mafiosos y totalitarios sistemas sanitarios actuales. Y tan relacionada con la citada eutanasia de Estado (por supuesto, no es casual que en España se haya legalizado recientemente).

Los tratamientos utilizados, en el mejor de los casos, resultaron ineficaces. En muchos casos, agravaron toda la turbamulta de dolencias previas. Y, en bastantes, el tratamiento dio la puntilla al enfermo. Aceleraron lo previsto. Y eso por no hablar de los contraproducentes respiradores. Y, sin olvidar otro impresionante asunto: los errores médicos, en Usa por ejemplo, ya se han convertido en la tercera causa de muerte por detrás de los medicamentos con 250.000 muertes al año. En España se calculan entre 25.000 y 35000 pacientes muertos cada año por frecuentes “errores” de los matasanos.

Otras probables causas

Cuatro. Y, por supuesto, factores coadyuvantes, el impresionante poro abierto de la etiología. El polisorbato-80 contenido en las vacunas gripales administradas a mayores de 65 años. El posible – probable- mecanismo de acción del cadmio y la ferritina como productores de casos graves (las trombosis y las “tormentas” inflamatorias) adjudicados a la supuesta covid-19. Sintomalogía de la presunta covid-19 producida por las radiaciones electromagnéticas (5G, vuelta de tuerca al horror electromagnético circundante). Y no olvidemos a nuestra soldadesca, fumigando sin parar los morideros de ancianos. Y, claro, sus rociadas tóxicas desde los cielos, avioncitos o drones mediante, meses antes de comenzar el secuestro domiciliario de mitad de marzo.

Embusteros covidiotas de todos los partidos

Pues tenemos a los mentirosos gallifantes. De todos los partidos. Al día de hoy 50.000, según el gobierno. 80.000, según la derechita, la cobarde y la "valiente". ¿Y esos 30.000 de más? Pues el INE lo aclaró recientemente. La derechita - y ahora el INE - incluye el absurdo, elástico y falsario membrete “sintomatología” covid. Con tamaña arbitrariedad contable lo raro no es que sean 80.000. Lo extraño es que los 400.000 muertos de este año no sean todos covid.

Y, por cierto, una curiosidad que me continúa lacerando. A los covidiotas de todos los partidos. Ya que se creen la genocida Trola Oficial, una pregunta. ¿No les merece el menor respeto, ya que nunca hablan de ellos, los otros más de 300.000 muertos originados por otras causas? Parece ser que no. Nunca hablaron de ellos.

Falsa pandemia, además de plandemia

Pues lo dicho. Burda y vil pantomima mundial de genocidas eugenésicos. Terroristas desinformativos. Un mundo gris volteando a negro presidido por el mal. Los esclavos, acojonados y zombis, regalando su libertad. Telecreyentes abducidos por las nuevas tecnologías, con el dodotis cagado, dimitiendo de su humanidad.

Covidiotas – en tantos casos, porque lo dice su partido o el medio desinformativo que sigue- dejando de pensar y de amar. Sin cuestionar a la ilegítima autoridad, derechos y libertades definitivamente triturados sin disimulo alguno. El bozal como paradigma de sumisión psicológica. Como cobayas que somos, todos siendo parte de un remedo, a escala mundial, del fiero experimento Universo 25.

Y, desde luego, ni pandemia ni nada. Falsa pandemia. Y, desde luego, plandemia. En fin.

https://www.mscbs.gob.es/estadEstudios/estadisticas/docs/indNacDefunciones/2020_Defunciones_10.pdf

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