OPINIÓN

El estado del estado (XXXVII): Nuevos tiempos (3)

Carlos González | Jueves 03 de septiembre de 2020
Se acercan grandes y nuevos tiempos porque nosotros ya intuimos que debemos, de una vez por todas, superar las viejas Religiones e Ideologías. Todas, sin exclusión alguna.

Yony nos podría explicar de una forma clara cómo han funcionado todas ellas y, por qué no, destacar los grandes avances que en su momento han producido, pero ahora se debe resaltar el corsé, y a veces la cárcel, en el que se han convertido. Este embajador exterior quizá comenzase explicándonos que las viejas formas de pensar, los ritos y dogmas, son exactamente igual que las viejas murallas. Nos sirvieron de manera indiscutible para defendernos y sobrevivir, nos obligaron, por la estrecha convivencia, a aprender, adoptar, respetar y terminar comprendiendo que las reglas y normas de conducta para la supervivencia son absolutamente imprescindibles. Pero cuando los tiempos cambian, los enemigos ya han desaparecido o disponen de cañones y misiles, las viejas murallas se convierten en una cárcel porque son un cinturón infranqueable que impiden el normal crecimiento y desarrollo ordenado de dicha ciudad. Incluso al derribarlas y trazar nuevos planes urbanísticos racionales y ordenados descubrimos lo apiñados que vivíamos, la estrechez de las calles, la ausencia de árboles y lo asfixiante de los espacios públicos.

Nosotros ya conocemos, y en la cultura de Yony nos lo explicarían con precisión científica, que las viejas religiones e ideologías lo que sitúan al creyente y practicante es en un simple esclavo, o si se quiere en un niño de siete a nueve años, porque todo pensamiento propio es absolutamente rechazado. Si el sujeto aporta alguna idea esta es declarada una niñería porque lo único que se le pide al seguidor es eso, un seguimiento absoluto. No debe comprender nada, solo Creer. Se debe adherir sin fisura alguna, los dogmas son simples leyes absolutas donde no cabe razonamiento alguno, solo obediencia estricta. Uno debe entregarse con absoluta devoción, no pensar, no razonar, solo cerrar los ojos y aceptar las reglas. Son lo que jurídicamente se llamaría, “Un contrato de adhesión”. Discutir la más mínima cláusula está absolutamente prohibido.

Si en su momento triunfó tan claramente la Ilustración, y es el gran cambio y aportación a la humanidad por parte de Occidente respecto a todas las demás culturas y civilizaciones, es porque incorporó al quehacer diario el deseo de toda persona de intentar razonar, aportar, y desear ser, en lo que pueda, dueño de su vida y su destino. La Ilustración es el esbozo de la participación completa del “Ciudadano” -así se le llamó- en las tomas de decisión respecto a su conducta y a toda su existencia. Primero los grandes “Burgueses”, después los pequeños propietarios y tenderos, y al final cualquier ciudadano. Véase como incluso las votaciones, primero comenzaron siendo Censales, luego solo de Hombres bastante adultos, y al final ha llegado a todos los habitantes mayores de edad, que a su vez se ha rebajado hasta los 18 años. En mi mocedad era a los 21.

Superar las viejas religiones e ideologías es comprender y aceptar, que ningún Dios, desde donde sea que habite, rige de forma absoluta nuestras vidas. Que no nos va a resolver la papeleta, ni el “Partido”, ni la Casta Sacerdotal, ni Iglesia alguna. No, los únicos que debemos tomar cartas en el asunto, estudiar y aprender todo lo que podamos, y ser absolutamente fieles a esos conocimientos, somos nosotros. Solo entre todos los hombres y mujeres de mayoría de edad podemos organizarnos y resolver los problemas de supervivencia y de convivencia que nos surjan. No descubro nada nuevo si digo que debemos aprender día a día y, cometiendo errores que nos irán enseñando donde está el fallo, a hacerlo cada semana un poco mejor.

También debemos ser conscientes que no estamos solos, ni como los filósofos Existencialistas decían en la más completa ausencia de pautas, no, sabemos que los conocimientos de la naturaleza y de nuestra propia Biología y Psicología como parte inseparable de ella, son los que nos van a guiar de forma férrea y no nos van a fallar nunca.

Debemos superar y abandonar todas las viejas Religiones e Ideologías, por importantes y valiosas que hayan sido, y entregarnos por completo a nuestras propias decisiones basadas en los Conocimientos que ya disponemos del mundo en el que habitamos.

Solo así podremos ser verdaderamente libres y responsables. Solamente así podremos der totalmente… Humanos.

Sobre el autor

Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados, de editorial, Letras de autor.

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