OPINIÓN

El estado del estado (XXI): Adolescentes

Carlos González | Sábado 11 de julio de 2020
Cuando Yony tiene que explicar en sus informes que, a su juicio, estamos ante una especie que está saliendo de su adolescencia, muchas personas le solicitan pruebas de ello. Según su análisis respecto a las respuestas que se han dado a la posible formación de un gobierno en España, país en el que ahora reside y estudia sus comportamientos, le parece que una vez más ha quedado clara esa forma de actuar en la vida.

Para él es explícita la muestra del estado de adolescencia en el que están nuestros políticos porque si reúnes a un grupo de adolescentes para que formen un comité que adopte decisiones para canalizar el agua corriente a la plaza del pueblo por una cañería, de la lejana e inaccesible fuente, para que todos se puedan servir de ella, se comprobará que todos y cada uno de ellos dispone de grandes y profundas ideas, que además trasladan a largos y florecientes discursos en los que expondrán las incuestionables razones que le impulsan a adoptar estas o aquellas decisiones ideales, pero lo último que harán será pactar con una mayoría para alcanzar el resultado final que se busca, que no es otro más que el pueblo disponga de agua accesible, y que esto se consiga de una manera eficaz y lo más eficiente posible.

Alegarán grandes fundamentos jurídicos sobre la propiedad de las tierras de paso, y su posible, o no, expropiación, o sobre el caudal o tipo de cañería, pero no aceptarán ninguna idea que no quede claramente reflejado que salió de su maravillosa cosecha de pensamientos. Grandes ideas, enormes peleas, pero nada en claro, lo mismito que después de cinco largos meses en la política española.

El PP dice que bajo ningún concepto está dispuesto a estudiar la fórmula que tanto predicó a diestro y siniestro cuando no hace más de dos años se encontraba en la misma posición que hoy el PSOE. Este pide ahora lo que le costó un desgarro cuando, a trancas y barrancas, lo hizo en aquella ocasión, y, además, no lo hicieron, contra la dirección de su propio partido, los que hoy rigen los destinos de dicho partido Socialista. Que es simplemente que los demás renuncien a su posicionamientos políticos, de gratis, y que le dejen gobernar a sus anchas. Además no se sabe para qué, porque no podría sacar adelante ley o decisión política alguna. Por su parte los otros dos, Ciudadanos y Unidas Podemos, que venían a modernizar la política española, y a romper claramente con el bipartidismo para mejorar la gobernabilidad y humanizar la toma de decisiones, nos demuestran que con ellos solo se puede contar para discursear y enredar. Pero nunca para asumir decisiones difíciles y que redunden en algo bueno para todos los ciudadanos. Ellos han demostrado que quieren dicho viejo bipartidismo, en el cual ellos alcancen mayoría absoluta y aplicar un rodillo que deje a los demás, si no fuera del parlamento, si con ninguna influencia en la política nacional.

Personas adultas y con cierta madurez y experiencia sabrían que hay que afrontar la realidad de los hechos. Sabrían que deben reunirse y pactar una nueva constitución que regule que, gane quien gane, este pueda gobernar, o bien con una segunda vuelta, o con un sistema presidencialista como en EEUU o Francia.

Y provisionalmente alcanzarían acuerdos para gobernar durante ese periodo o que se adopten por mayoría pactada una serie de leyes importantes para la marcha del país. Pero en todo caso cogerían el toro por los cuernos, harían de tripas corazón y tirarían para adelante.

Aquí tenemos un grupo de adolescentes, todos ellos y sin exclusión alguna. Y no solo los dirigentes, sino todos los que le votan. Porque estos prefieren que no haya gobierno, aunque perjudique claramente sus intereses económicos o familiares, antes de que gobierne una formación que ellos no hayan votado. Y quieren que siga este espectáculo antes de que pueda haber pactos entre dos o tres formaciones que lo que harán, precisamente, es equilibrarse unos a otros e impedir que nadie con mayoría absoluta, y , a veces, dictaduras unipersonales o de un reducido grupo en ese partido, puedan aprobar leyes y dictar reglamentos que pueden resultar bastante fuera de la realidad.

Pero por encima de todo brilla una clarísima prueba del estado de adolescencia de las cúpulas de todos los partidos, su ausencia absoluta de autocrítica y por ello, de responsabilidad.

La culpa, como cuando estamos ante cualquier grupo de adolescentes, siempre es de los otros. De los Padres, de los profesores, de la sociedad, de las fuerzas ocultas, y así de una serie larguísima de culpables absolutos, pero nunca de ellos.

La culpa siempre es de los otros partidos porque no han hecho esto o han de dejado de hacer lo otro, pero no se preocupen, cuando cambien de posición dirán justo lo contrario y los seguidores votantes…sus electores…Se lo comprarán como si nada.

En honor a Forges… ¡Paissss!

Sobre el autor

Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados, de editorial, Letras de autor.

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