Un apagón significativo en San Francisco reveló las vulnerabilidades de los vehículos autónomos de Waymo, que se quedaron inmóviles en intersecciones y se convirtieron en obstáculos debido a su incapacidad para manejar la falla generalizada de los semáforos. Expertos señalaron que el problema central fue un "fallo en la gestión operativa", donde muchos vehículos solicitaron asistencia humana al mismo tiempo, abrumando el sistema. Este incidente plantea serias dudas sobre la fiabilidad de la tecnología durante desastres reales, como terremotos, donde los vehículos paralizados podrían obstaculizar respuestas de emergencia. La situación destaca la necesidad de marcos regulatorios que prioricen la seguridad pública frente a la expansión comercial rápida.
Un apagón significativo en San Francisco ha puesto de manifiesto las vulnerabilidades de los vehículos autónomos de Waymo, que se quedaron inmóviles en intersecciones y se convirtieron en obstáculos debido a su incapacidad para manejar la falla generalizada de los semáforos. Este incidente ha sido calificado por expertos como un «fallo en la gestión operativa», donde la crisis provocó que demasiados vehículos solicitaran asistencia humana remota simultáneamente, lo que desbordó el sistema y obligó a suspender completamente el servicio.
El evento resalta una problemática recurrente: los vehículos autónomos interrumpen la vida urbana al carecer de la intuición social y el razonamiento adaptativo que poseen los conductores humanos, lo que genera preocupaciones sobre la seguridad pública. Además, este fallo plantea serias interrogantes sobre la fiabilidad de esta tecnología durante desastres reales, como un terremoto, donde los vehículos paralizados podrían obstaculizar críticamente las respuestas de emergencia y evacuación.
La crisis comenzó con un incendio en una subestación de Pacific Gas & Electric, que dejó a una parte considerable del norte de San Francisco a oscuras. Aproximadamente 130,000 clientes se vieron afectados y los semáforos quedaron inoperativos. Para los vehículos autónomos de Waymo, que dependen de un complejo conjunto de sensores y reglas preprogramadas, la falla masiva de las señales creó un dilema insuperable.
Los coches están diseñados para tratar una señal muerta como si fuera un alto total; sin embargo, el software no pudo manejar la magnitud del apagón. Imágenes compartidas en redes sociales mostraron una escena de parálisis tecnológica: vehículos de Waymo con luces intermitentes encendidas, detenidos en intersecciones o en medio de la calle, generando caos para los automóviles conducidos por humanos. Incapaces de procesar las condiciones inusuales, los robotaxis optaron por detenerse cautelosamente, convirtiéndose así en bloqueos tecnológicos.
Expertos han señalado que el problema central radica en un fallo sistémico en la gestión de flotas durante anomalías generalizadas. Philip Koopman, profesor emérito en Carnegie Mellon University y autoridad reconocida en seguridad vehicular autónoma, describió este incidente como un «fallo en la gestión operativa». Explicó que cuando un vehículo autónomo se encuentra ante una situación que no puede resolver, está programado para detenerse y buscar asistencia humana remota. El apagón activó este mecanismo de seguridad en numerosos vehículos al mismo tiempo, lo que abrumó el sistema de soporte remoto de Waymo.
Como resultado, la compañía decidió suspender todo su servicio en la ciudad. La mayoría de los viajes activos fueron completados primero y luego los vehículos fueron guiados manualmente hacia sus depósitos o estacionados con seguridad. El servicio no se reanudó hasta la tarde del 21 de diciembre. Aunque Waymo destacó su coordinación con funcionarios municipales, las horas de interrupción pusieron de relieve una falta de protocolos proactivos ante crisis.
No es un hecho aislado; este episodio forma parte de un patrón alarmante del cual han advertido durante años las autoridades locales. Solo un mes antes, un SUV de Waymo bloqueó a un camión del Departamento de Bomberos de San Francisco. En diciembre también circuló un video viral mostrando tres vehículos Waymo atrapados en una confusa confrontación.
Estos incidentes evidencian que estos vehículos carecen de la intuición social y el razonamiento adaptativo propios del conductor humano. Como señaló Ahmed Banafa, profesor en San Jose State University, los AVs «aún carecen de los ‘instintos sociales’ necesarios», ya que dependen estrictamente de reglas rígidas que pueden llevar a vacilaciones y confusiones en entornos ambiguos.
A medida que Waymo acelera sus ambiciones comerciales —con aprobación para operar servicios comerciales las 24 horas desde agosto— surge una preocupación creciente sobre su capacidad para integrarse sin problemas a entornos urbanos complejos. A pesar del historial problemático documentado por los departamentos locales antes incluso del visto bueno estatal el año pasado —que incluía informes sobre robotaxis deteniéndose sin razón aparente— el apagón del 20 de diciembre transformó estas molestias crónicas en una responsabilidad a gran escala.
Koopman planteó una pregunta crucial: “¿Qué pasaría si esto hubiera sido un terremoto?” En caso de desastre mayor —donde fallas eléctricas y movimientos masivos del público son inevitables— miles de robotaxis paralizados podrían obstaculizar gravemente tanto las evacuaciones como las respuestas ante emergencias. La forma en que estos sistemas fallan —simplemente deteniéndose— es contraria a la dinámica resolución de problemas requerida durante crisis.
Aunque se prometió que los vehículos autónomos mejorarían la seguridad y eficiencia vial, este incidente pone énfasis en que su fiabilidad depende enormemente del mantenimiento condiciones previsibles y ordenadas. Sin embargo, el mundo real —especialmente dentro entornos urbanos densos— rara vez es predecible u ordenado.
La tecnología tiene límites inherentes y no puede resolver todos los problemas humanos; esto incluye aquellos arraigados en dimensiones sociales o éticas. En última instancia, esta situación nos obliga a reconsiderar cómo avanzamos hacia una mayor automatización: debemos evaluar si estamos intercambiando errores humanos ocasionales por fragilidades algorítmicas más sistemáticas que podrían paralizarnos cuando más necesitamos resiliencia. El camino hacia adelante exige no solo ajustes tecnológicos sino también humildad profunda y marcos regulatorios que prioricen la seguridad pública sobre las ambiciones comerciales desmedidas.