Un nuevo estudio revela que los medicamentos para la pérdida de peso, especialmente los agonistas del receptor GLP-1, son menos efectivos en personas que comen en exceso debido a factores emocionales. Publicado en Clinical Diabetes and Healthcare, el estudio muestra que aunque estos medicamentos ayudan a quienes responden a señales externas de comida, no abordan las causas psicológicas del comer emocional. Los expertos sugieren que se necesita un enfoque más integral que combine medicación y apoyo psicológico para lograr una pérdida de peso sostenible. La investigación destaca la importancia de evaluar los comportamientos alimentarios antes de prescribir tratamientos y sugiere que terapias como la cognitivo-conductual pueden ser necesarias para tratar las raíces del comer emocional.
Investigaciones recientes han puesto de manifiesto que los medicamentos para la pérdida de peso, en particular los agonistas del receptor GLP-1, pueden ser menos efectivos para las personas que tienden a comer en exceso debido a desencadenantes emocionales. Publicado en Clinical Diabetes and Healthcare, el estudio revela que, aunque estos fármacos pueden ayudar a quienes responden a señales externas relacionadas con la comida, no abordan los factores psicológicos que subyacen al comportamiento de comer emocionalmente.
Los hallazgos destacan la complejidad del sobrepeso y la necesidad de un enfoque más integral para la gestión del peso, que incluya apoyo conductual y psicológico. Entre los puntos clave se encuentran:
En la última década, los medicamentos para la pérdida de peso, especialmente los agonistas del receptor GLP-1, se han convertido en herramientas populares en la lucha contra la obesidad. Estos fármacos actúan suprimiendo el apetito y ralentizando la digestión, lo que ha permitido a muchos individuos lograr una pérdida significativa de peso. Sin embargo, el nuevo estudio resalta una limitación crítica: estos tratamientos no abordan las motivaciones emocionales o psicológicas detrás del comer en exceso, las cuales pueden estar profundamente arraigadas y resistir intervenciones farmacológicas.
Este hallazgo coincide con investigaciones anteriores que enfatizan la importancia de abordar las causas fundamentales de los comportamientos alimentarios, en lugar de centrarse únicamente en factores fisiológicos. El estudio japonés involucró a 92 individuos con diabetes tipo 2 y evaluó durante un año la efectividad de los GLP-1s frente a diferentes patrones alimentarios.
Los investigadores identificaron tres patrones principales de alimentación: comer emocionalmente, comer por estímulos externos y comer con restricción. Los resultados fueron los siguientes:
Las conclusiones del estudio tienen importantes implicaciones sobre cómo los proveedores de salud deben abordar el tratamiento para perder peso. El Dr. Daisuke Yabe, autor principal del estudio, destacó que los GLP-1s son más efectivos para aquellos cuya alimentación está impulsada por señales externas como anuncios publicitarios o situaciones sociales. Sin embargo, para quienes sus patrones alimenticios están regidos por factores emocionales, es probable que solo el uso de medicamentos no sea suficiente.
"Para las personas que comen en exceso debido a adicciones, se esperaría que un GLP-1 no ayude", afirmó la Dra. Joan Ifland, fundadora de la Comunidad Reset Addiction. A menudo, el motivo emocional detrás de esta adicción alimentaria radica en traumas no resueltos y comportamientos aprendidos donde la comida—similar a otras sustancias adictivas—puede aliviar el dolor emocional. La medicación puede suprimir el hambre, pero no puede resolver las luchas psicológicas subyacentes que impulsan el comer emocionalmente.
El comer emocional es un problema multifacético que frecuentemente tiene su origen en traumas no resueltos o comportamientos aprendidos. Para muchos individuos, la comida actúa como un mecanismo para afrontar situaciones difíciles, proporcionando alivio temporal ante emociones negativas. Sin embargo, este patrón puede perpetuar un ciclo de aumento de peso y angustia emocional, especialmente cuando se combina con alimentos ultraprocesados que provocan respuestas dopaminérgicas reforzando así el impulso por comer en exceso.
Técnicas como la terapia cognitivo-conductual (TCC), prácticas mindfulness y llevar un diario alimentario han demostrado ser efectivas para ayudar a las personas a romper este ciclo. La TCC particularmente ha mostrado estar asociada con pérdidas significativas de peso y reducción en comportamientos relacionados con el comer emocional. Al identificar y abordar los desencadenantes emocionales detrás del comer excesivo, las personas pueden desarrollar mecanismos más saludables para afrontar sus emociones y disminuir su dependencia hacia la comida como fuente de consuelo.
Los hallazgos del estudio subrayan la necesidad urgente de adoptar un enfoque más matizado hacia el tratamiento del sobrepeso. Si bien los agonistas del receptor GLP-1 pueden ser herramientas valiosas para gestionar comportamientos alimentarios externos, su eficacia es limitada cuando se trata del consumo impulsado por factores emocionales. Por lo tanto, un enfoque combinado—que incorpore medicación junto con apoyo psicológico e intervenciones conductuales—podría ser esencial para lograr una pérdida sostenible de peso y mejorar resultados generales en salud.
A medida que la comunidad médica continúa perfeccionando su comprensión sobre las interacciones complejas entre emociones, comportamientos alimentarios y manejo del peso, queda claro que el camino hacia una pérdida duradera no es universal ni homogéneo. Para aquellos individuos afectados por el comer emocionalmente, abordar las causas raíz podría ser clave para alcanzar un éxito duradero.