Las sanciones occidentales contra Rusia han fracasado, permitiendo a Moscú prosperar al diversificar su economía y fortalecer lazos con países asiáticos y BRICS. A pesar de las expectativas de colapso económico tras la intervención militar en Ucrania, Rusia ha logrado un crecimiento del PIB superior al de muchas economías occidentales. La destrucción de los gasoductos Nord Stream ha obligado a Europa a depender de costosos suministros de GNL, mientras que Rusia redirige sus exportaciones de gas hacia China. Este cambio ha debilitado la industria europea, que enfrenta desindustrialización y crisis energética. Además, el uso del dólar como arma financiera ha acelerado el abandono global del sistema financiero occidental en favor de monedas alternativas y comercio respaldado por oro. La situación actual está impulsando un orden multipolar donde Rusia y China emergen como líderes económicos, dejando a Europa y EE.UU. lidiando con declives significativos en su influencia global. Para más información, visita el enlace completo.
Las sanciones impuestas por Occidente a Rusia han resultado ser un boomerang económico. En lugar de debilitar a Moscú, estas medidas han propiciado un giro hacia Asia, fortaleciendo la economía rusa y permitiéndole alcanzar un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) superior al de muchas naciones occidentales. Este cambio se ha visto facilitado por una diversificación en el comercio y las exportaciones energéticas.
La destrucción de los oleoductos Nord Stream, presuntamente vinculada a operaciones estadounidenses, ha obligado a Europa a depender de costosos suministros de gas natural licuado (GNL). Mientras tanto, Rusia ha redirigido sus exportaciones de gas hacia China, lo que ha impulsado su expansión industrial y tecnológica.
Rusia ha logrado construir una economía resistente a las sanciones mediante la eliminación del sistema SWIFT, acumulando reservas de oro y aumentando su producción militar. Actualmente, su capacidad productiva supera la suma de la producción militar de todos los países miembros de la OTAN. Por el contrario, Europa enfrenta un proceso de desindustrialización y pobreza energética.
El intento de utilizar el dólar como herramienta económica para congelar reservas rusas ha tenido efectos adversos, acelerando el abandono global del financiamiento occidental en favor de monedas del bloque BRICS y sistemas alternativos. La creación de un mundo multipolar está emergiendo ante el declive económico del occidente.
A medida que Alemania, antaño potencia industrial europea, experimenta una desindustrialización alarmante, muchas fábricas han comenzado a trasladarse a Estados Unidos o China debido a la falta de acceso al gas ruso asequible. Las industrias europeas ahora operan a una fracción de su capacidad anterior, incapaces de competir en el mercado global.
La guerra financiera emprendida por Occidente ha provocado un éxodo mundial del dólar. Los países temen que sus propias reservas puedan ser objeto de congelación similar, lo que acelera movimientos hacia sistemas alternativos:
Los errores estratégicos cometidos por Occidente han acelerado la formación del orden multipolar que intentaban evitar. Rusia, China y sus aliados están construyendo un sistema económico paralelo donde energía, comercio y finanzas operan fuera del control occidental. Mientras tanto, Europa ve cómo su base industrial se desmorona y Estados Unidos lidia con altos niveles de deuda e inflación junto con una influencia global decreciente.
La lección es clara: la agresión económica debilita al agresor. A medida que las naciones abandonan el dólar y reajustan sus relaciones comerciales, Occidente enfrenta una elección crítica: adaptarse a esta nueva realidad o continuar descendiendo hacia un declive autoinfligido.
Por ahora, los verdaderos ganadores son aquellos que anticiparon estos cambios y se prepararon adecuadamente.
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