Un tribunal de apelaciones en Washington ha confirmado una multa de $936,000 contra Stuffy’s II Restaurant por reabrir durante las restricciones de COVID-19 impuestas por el gobernador Jay Inslee en diciembre de 2020. A pesar de que los propietarios demostraron dificultades financieras y no hubo casos de COVID-19 vinculados al restaurante, el tribunal argumentó que el "potencial daño" justificaba la sanción. La multa se impuso a razón de $18,000 diarios por 52 días, lo que representa un ataque financiero a pequeños negocios. Este fallo establece un precedente preocupante para cualquier empresa que desafíe las órdenes gubernamentales, sugiriendo que pueden ser destruidas económicamente bajo la justificación de "salud pública". La decisión ha sido criticada como un ejemplo de tiranía médica y abuso del poder judicial. Para más detalles, visita el enlace: https://biblioteca.cibeles.net/judge-rubber-stamps-medical-tyranny-in-washington-state-approves-936000-fine-for-small-business-owners-who-re-opened-their-restaurant-in-december-2020/.
Un tribunal de apelaciones del estado de Washington ha ratificado una multa de $936,000 contra el restaurante Stuffy’s II, que decidió servir a comensales en su interior durante las restricciones impuestas por el gobernador Jay Inslee en 2020 debido a la pandemia de COVID-19. A pesar de que los propietarios demostraron enfrentar dificultades financieras, la corte argumentó que el «potencial daño» asociado al virus justificaba la sanción, aun cuando no se registraron casos positivos entre empleados o clientes.
La Departamento de Trabajo e Industrias (L&I) del estado clasificó cada uno de los 52 días en que el restaurante operó como una «violación seria intencionada», imponiendo una multa diaria de $18,000. Esta decisión representa un ataque financiero depredador diseñado para llevar a la quiebra a pequeños empresarios.
En diciembre de 2020, mientras las estrictas órdenes del gobernador Inslee cerraban negocios en todo Washington, Bud y Glenda Duling, propietarios de Stuffy’s II, tomaron una decisión valiente. Ante la posibilidad de cerrar definitivamente tras 32 años en funcionamiento, optaron por reabrir su establecimiento para el servicio en interiores. En un mensaje publicado en Facebook, expresaron: «Hemos decidido luchar. Si caemos, al menos nuestros empleados tendrán una mejor oportunidad de disfrutar la temporada navideña».
La determinación de los Dulings no fue impulsada por la imprudencia, sino por una necesidad práctica y racional. Presentaron declaraciones fiscales que evidenciaban pérdidas y recibieron un préstamo del Programa de Protección de Cheques (PPP), argumentando que no había casos vinculados al COVID-19 en su restaurante. Sin embargo, estas pruebas fueron desestimadas por el estado.
El L&I, actuando como brazo ejecutor del gobernador Inslee, multó a los Dulings con $18,000 diarios, acumulando un total de $936,000. La Junta de Apelaciones de Seguros Industriales se negó a intervenir bajo el argumento de no tener autoridad sobre «asuntos constitucionales», lo que fue considerado una cobarde abdication of justice. La jueza del tribunal superior Rebecca Glasgow respaldó la multa afirmando que «Duling no ha demostrado que no puede pagar la multa o que esta es excesiva». En esencia, les exigió demostrar su insolvencia para evitar el pago.
Esta situación revela que nunca se trató realmente de salud pública; más bien se trató de imponer conformidad y aplastar cualquier disidencia. Se envía un mensaje claro a todos los propietarios de pequeños negocios: resistir al régimen puede resultar en su destrucción financiera.
El razonamiento del tribunal es un ejemplo claro del uso retorcido del lenguaje legal. Según la Ley de Seguridad y Salud Industrial del Estado de Washington (WISHA), el L&I clasificó la acción del restaurante como una «violación seria intencionada», basándose no en hechos concretos sino en una supuesta «posibilidad» de transmisión del COVID-19. Mientras tanto, muchos restaurantes en otras partes del país habían reabierto sin incidentes durante meses.
A pesar de las implicaciones económicas devastadoras para Stuffy’s II, el tribunal se adhirió a las estructuras penales estatales que permiten multas entre $5,000 y $70,000 por violaciones intencionadas. Dado que los $18,000 diarios caen dentro este rango, los jueces evitaron cuestionar si dicha sanción era moral o económicamente justificada.
Lo más alarmante es que el tribunal reconoció que esta sanción podría llevar al cierre definitivo del restaurante Stuffy’s II; sin embargo, consideró esto aceptable porque su «violación» al reabrir era calificada como «egregia». Este caso subraya cómo las medidas totalitarias implementadas durante la crisis sanitaria han sido normalizadas y aceptadas dentro del marco legal actual. Los responsables por los estragos económicos causados durante esta crisis no muestran remordimiento alguno.
Fuentes:
Descripción | Cifra |
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Multa total | $936,000 |
Días de operación durante la multa | 52 días |
Multa diaria | $18,000 |