Un estudio reciente revela que un número creciente de escuelas en EE. UU. utiliza herramientas de vigilancia en línea financiadas por el gobierno para monitorear el comportamiento digital de los estudiantes, a menudo sin su conocimiento o consentimiento. Este monitoreo constante plantea preocupaciones sobre la privacidad y la salud mental de los niños, ya que puede afectar su desarrollo social y educativo. La investigación, realizada por la Universidad de California, San Diego, encontró que muchas empresas dependen de inteligencia artificial para identificar comportamientos problemáticos, pero carecen de supervisión humana adecuada, lo que podría resultar en sesgos algorítmicos y decisiones disciplinarias injustas. Los autores del estudio instan a una mayor regulación y transparencia en estas prácticas para proteger los derechos de los estudiantes.
Un estudio recientemente publicado y revisado por pares ha revelado que un número creciente de escuelas en Estados Unidos está utilizando herramientas de vigilancia en línea financiadas por el gobierno para monitorear el comportamiento digital de los estudiantes, a menudo sin su conocimiento o consentimiento. Los investigadores advierten que estas prácticas pueden tener consecuencias graves para el desarrollo y el bienestar de los niños.
La Vigilancia Estudiantil Continua Genera Preocupaciones sobre la Privacidad y la Salud: El estudio encontró que 12 de las 14 empresas de vigilancia escolar monitorean las redes sociales, correos electrónicos y actividades en línea de los estudiantes durante todo el día, frecuentemente sin un consentimiento claro por parte de padres o alumnos. Esto podría perjudicar el aprendizaje, la salud mental y el desarrollo social de los menores.
Dependencia Excesiva de la Inteligencia Artificial y Falta de Supervisión Humana: La mayoría de las compañías utilizan inteligencia artificial para identificar comportamientos problemáticos, pero menos de la mitad cuentan con revisores humanos. Los investigadores advirtieron que esto puede dar lugar a falsos positivos y resultados discriminatorios, especialmente para estudiantes marginados, debido al sesgo algorítmico y a la falta de transparencia.
Muchas escuelas utilizan subvenciones federales para financiar estas herramientas de vigilancia, a pesar de la escasa evidencia que respalde su efectividad en mejorar la seguridad estudiantil. Los investigadores pidieron una mejor supervisión y cuestionaron si este es un uso apropiado de los recursos gubernamentales.
Padres Desinformados y Urgencia para que los Legisladores Actúen: El estudio destacó que muchos padres no saben que sus hijos están siendo monitoreados y pueden no tener opciones para optar por no participar. Los autores recomendaron legislación federal para mejorar la transparencia, abordar el sesgo en inteligencia artificial y requerir el consentimiento parental para el monitoreo fuera del campus.
Realizado por investigadores de la Universidad de California, San Diego, el estudio evaluó 14 empresas que ofrecen servicios de vigilancia en línea a escuelas. Los hallazgos indican que 12 de estas compañías realizan un monitoreo constante tanto dentro como fuera del horario escolar. La vigilancia incluye escanear la actividad en redes sociales, historial de navegación en línea, correos electrónicos y documentos escritos en cuentas escolares.
Los investigadores expresaron su preocupación por la falta de transparencia algorítmica en los sistemas de monitoreo impulsados por inteligencia artificial. Señalaron que muchos modelos lingüísticos utilizados en estas herramientas han mostrado sesgos significativos—especialmente contra estudiantes no blancos. Sin supervisión humana o directrices claras, estos sesgos podrían resultar en alertas falsas y acciones disciplinarias discriminatorias.
Diversas empresas admitieron que su personal a veces contacta a las autoridades si detectan una crisis percibida. Los autores del estudio advirtieron que este tipo de intervención no supervisada presenta riesgos adicionales para la seguridad y salud mental de los estudiantes.
El informe, publicado el 11 de julio en el Journal of Medical Internet Research, es la primera revisión exhaustiva sobre la industria de vigilancia escolar basada en línea. Destaca no solo preocupaciones sobre privacidad y ciberseguridad, sino también el daño psicológico que puede causar dicha vigilancia. Según el estudio, un monitoreo excesivo puede erosionar la “privacidad íntima” de los estudiantes, lo cual podría afectar negativamente su capacidad para aprender, establecer relaciones y mantener estabilidad emocional.
A pesar de estas serias implicaciones, la industria sigue siendo mayormente no regulada y envuelta en secreto. Los investigadores señalaron que muchas empresas no proporcionan información sobre precios ni operan con una transparencia adecuada respecto a sus métodos o prácticas con datos. Casi la mitad promovió la disponibilidad de subvenciones federales para financiar sus servicios—sin embargo, carecen de datos confiables que demuestren su eficacia en reducir violencia escolar, acoso o suicidio.
Para compilar el informe, se revisaron sitios web empresariales, bases de datos sobre productos educativos, contratos públicos y cobertura mediática. Se redujo una lista inicial de más de 100 compañías a 14 basándose en criterios específicos como reclamaciones sobre monitoreo del comportamiento estudiantil y generación de alertas individuales.
Los autores enfatizaron que muchos padres desconocen si sus hijos están siendo monitoreados. Muchos sistemas escolares no notifican a las familias ni ofrecen opciones para optar por no participar. Advirtieron que esta falta de comunicación puede impedir que estudiantes y tutores tomen decisiones informadas sobre seguridad digital y privacidad.
Los investigadores hicieron un llamado a una supervisión gubernamental más estricta, incluyendo posible legislación que exija transparencia, prohíba sesgos algorítmicos e imponga derechos optativos a los padres para el monitoreo fuera del horario escolar. Sin tales salvaguardias, concluyeron que las tecnologías de vigilancia escolar podrían seguir socavando los derechos fundamentales y el bienestar a largo plazo de los estudiantes.