El presidente Donald Trump está dispuesto a firmar un ambicioso proyecto de ley de sanciones contra Rusia que afectaría a los países que compran petróleo, gas y uranio rusos, pero solo si mantiene el control total sobre cómo y cuándo se aplican las sanciones. La Casa Blanca busca eliminar la supervisión del Congreso, argumentando que las decisiones de política exterior del presidente no deben estar sujetas a una "micromanagement" legislativa. Este cambio en la postura de Trump se debe a su frustración personal con el presidente ruso Vladimir Putin, quien ha menospreciado sus esfuerzos por negociar la paz en Ucrania. Sin embargo, su insistencia en tener autoridad unilateral podría socavar el apoyo bipartidista para el proyecto y provocar un conflicto más amplio sobre la separación de poderes en la política exterior de EE. UU. Para más información, visita el enlace.
El presidente Donald Trump ha manifestado su disposición a firmar un amplio proyecto de ley de sanciones contra Rusia, el cual se enfoca en las naciones que adquieren petróleo, gas y uranio rusos. Sin embargo, esta aceptación está condicionada a que mantenga el control total sobre la aplicación de dichas sanciones. La Casa Blanca está presionando para eliminar la supervisión del Congreso en este asunto, argumentando que las decisiones de política exterior del presidente no deberían estar sujetas a un «micromanagement» legislativo.
El senador Lindsey Graham, quien introdujo la legislación, ha accedido a permitir una segunda exención de 180 días en el proyecto de ley, aunque con revisión del Congreso, una provisión que el equipo de Trump desea eliminar por completo. Este cambio en la postura de Trump hacia el apoyo al proyecto se debe a su frustración personal con el presidente ruso Vladimir Putin, quien según él ha menospreciado sus esfuerzos para lograr la paz en Ucrania.
La insistencia de Trump en tener autoridad sin restricciones podría socavar el apoyo bipartidista para el proyecto y desencadenar un conflicto más amplio sobre la separación de poderes en la política exterior estadounidense. Un funcionario de alto rango del gobierno, que habló bajo condición de anonimato para discutir deliberaciones internas, señaló que Trump está «conceptualmente abierto» al proyecto presentado por Graham. Esta legislación busca imponer severas penalizaciones económicas a los países que continúan comprando productos rusos, incluyendo un notable arancel del 500 por ciento.
No obstante, el equipo de Trump está impulsando cambios que garanticen que la Casa Blanca mantenga la autoridad unilateral sobre cuándo y cómo se aplican esas penalizaciones. Según este funcionario, «la versión actual sometería las decisiones de política exterior del presidente a un micromanagement por parte del Congreso a través de un proceso conjunto de resolución de desaprobación. Eso es inaceptable para nosotros». Además, se requiere que el proyecto incluya una autoridad de exención completa.
Bajo el borrador actual, el presidente podría suspender los aranceles durante un período de hasta 180 días. Tras conversaciones con la Casa Blanca, Graham anunció recientemente su acuerdo para modificar el proyecto y permitir una segunda exención de 180 días; sin embargo, esta segunda exención requeriría supervisión congresional. A pesar de esto, el equipo de Trump aboga por poderes aún más amplios en cuanto a las exenciones.
Los cambios propuestos permitirían a Trump levantar o retener sanciones sin ningún tipo de control formal por parte del Congreso, lo cual representaría un giro drástico que podría debilitar la apelación bipartidista del proyecto y potencialmente provocar un enfrentamiento sobre el equilibrio de poder en la política exterior estadounidense.
Trump ha mostrado una nueva disposición para colaborar con el Congreso debido a su creciente frustración personal con Putin y los estancados esfuerzos por poner fin a la guerra en Ucrania. Después de resistir durante mucho tiempo la presión congresional para adoptar una postura más dura, ahora parece inclinarse hacia un impulso por sanciones que ha ganado terreno entre los republicanos en Capitol Hill.
Este cambio responde a un sentimiento profundo de traición y vergüenza ante la negativa de Putin a participar seriamente en negociaciones pacíficas. Un operante republicano cercano a la Casa Blanca comentó: «Para el presidente ahora, ha invertido su propia reputación en ser capaz de negociar cualquier cosa en cualquier lugar, y Putin lo ha hecho parecer tonto».
Trump no escatimó palabras esta semana al afirmar: «Putin me está lanzando muchas tonterías», añadiendo que está «considerando muy seriamente» apoyar el proyecto de sanciones contra Rusia. Sin embargo, también ha insistido en que cualquier nueva sanción debe venir acompañada de una amplia autoridad para exenciones que le permita mantener el control final sobre su aplicación.