Este sábado, Belgrado fue escenario de violentos enfrentamientos entre manifestantes opositores y la Policía. Los protestantes exigen la disolución del Parlamento y elecciones anticipadas, arrojando objetos contra las fuerzas del orden. El Gobierno de Aleksandar Vucic ha ignorado un ultimátum de grupos estudiantiles, lo que ha llevado a llamados a la "desobediencia civil". Las autoridades han utilizado gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, mientras el ministro del Interior condena los ataques a la Policía. Esta ola de protestas se enmarca en un contexto de disturbios previos tras un trágico incidente en Novi Sad. Para más detalles, visita el enlace.
Este sábado, la capital serbia, Belgrado, fue escenario de violentos enfrentamientos entre manifestantes opositores y las fuerzas del orden. Las protestas masivas han paralizado la ciudad, mientras los ciudadanos exigen la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones anticipadas.
Los manifestantes, en su descontento, lanzaron botellas, petardos y antorchas contra la Policía. Según reportes de medios locales, estas acciones reflejan un creciente malestar social ante la situación política actual en el país.
Las fuerzas antidisturbios respondieron utilizando gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes. El ministro del Interior serbio, Ivica Dacic, condenó los ataques contra los miembros de la policía y aseguró que se tomarían todas las medidas necesarias para restablecer el orden público.
Las tensiones aumentaron después de que el Gobierno de Aleksandar Vucic ignorara un ultimátum emitido por grupos estudiantiles que pedían cambios significativos en el sistema político. Los manifestantes habían advertido sobre posibles actos de “desobediencia civil” si sus demandas no eran atendidas.
Miles de personas se congregaron en la plaza Slavija, un punto neurálgico en Belgrado, donde continuaron sus exigencias por un cambio político. Esta nueva ola de protestas surge tras meses de disturbios intermitentes que comenzaron después del trágico colapso de una marquesina en Novi Sad en noviembre de 2024.
Las autoridades han calificado estas manifestaciones como intentos de organizar una “revolución de colores”, sugiriendo influencias externas detrás del movimiento. En respuesta a las inquietudes populares, Vucic afirmó que el Estado será defendido y que aquellos que actúan como “matones” enfrentarán las consecuencias legales correspondientes.
A medida que avanza la situación en Serbia, se espera que las tensiones continúen creciendo en un contexto donde la demanda por reformas políticas se vuelve cada vez más urgente.