CRISIS POLITICA

El bosque de Birnam avanza hacia Moncloa

Raúl heras | Lunes 25 de mayo de 2020
Los coches cargados de banderas nacionales que llenaron el domingo la capital del Reino hicieron el papel de las ramas desgajadas del bosque escoces avanzando hacia el castillo del poder. Atrapadas en su papel de protagonistas modernos de las tres tragedias del contemporáneo de Cervantes, temen que ese bosque se llame Birnam.

El desnutrido bosque que es la casa de Campo madrileña en nada se parece al bosque de Birnam que utilizó William Shakespeare para cumplir unas de las profecías que las tres brujas le hacen a “Macbeth” como general victorioso del Rey Duncan. Ni se ve en el entorno del palacio de La Moncloa a ningún “hijo no nacido de mujer”, el segundo de los augurios en los que el asesino y usurpador vería acercarse su final.

En nada se parece la Escocia del siglo XVI, con sus leyendas, de la España del siglo XXI con sus certezas. Ambas compartirían, en los representantes del poder político, su ambición sin límites para alcanzarlo y, en muchos casos, sus métodos para conseguirlo. Por encima de las leyes si lo consideran necesario. Alcanzados por las pesadillas en sus sueños. Siempre con el miedo a perder lo que con tanto esfuerzo y paciencia han conseguido. Con la soledad de compañera y el mañana como un horizonte en el que esconderse.

El autor británico convirtió a Macbeth en el prototipo de la ambición sin freno, al igual que había hecho de “Hamlet” el mejor de los ejemplos sobre la venganza, la traición, la corrupción que abraza al poder para mantenerse y, por encima de todas ellas, las dudas que atenazan al protagonista cuando, al conocer la verdad, tiene que fingir su propia locura para cumplir con su propio destino.

La trilogía del poder vista desde la perspectiva de los inicios del siglo XVII y que se cierra o se abre - depende de la exactitud de las fechas en que fueron escritas - con la tragedia de “El Rey Lear”, sería hoy una trilogía perfecta para condensar todo lo que está ocurriendo en España. Las ambiciones están presentes miremos donde miremos; los aspirantes a ese trono que es el Gobierno desean y temen en partes iguales el triunfo en la meta que se han marcado. Mienten bastante; abandonan a amigos y compañeros siempre que la ocasión lo reclame; pactan y traicionan con enorme facilidad y sin aparentes remordimientos. Se sienten designados por el destino y se entregan a él. Acompañados por las profecías de tres brujas o por las peleas de las tres hijas del Rey.

Leer esas tres obras de Shakespeare es leer una crónica de la vida política de España de los últimos años. Tiempos cargados de ambiciones, de traiciones, de mentiras, de acuerdos destinados a no realizarse, de promesas que no serán cumplidas, de decepciones y de soledades. También de muertes.

Si nos quedamos con Macbeth y el bosque que avanza hacia el castillo de Dusinane, en el que se ha refugiado, y lo trasladamos al complejo presidencial desde el que se dirigen los destinos del país, es fácil de ver que hay multitud de “soldados” de toda condición que han cogido su rama de árbol para lograr que se cumpla la profecía de las brujas.

Dusinane- Moncloa está sitiado desde el ámbito político, está acosado desde el ámbito judicial, desmoviliza a una parte de sus propias fuerzas, se enreda en movimientos sin sentido, está atacado por los ejércitos del dinero, sin apenas auxilio por parte de los otros reinos vecinos, presos ellos mismos de parecidos o iguales problemas. Es posible que Pedro Sánchez no se reconozca en el barón de Glamis, y que Pablo Iglesias tampoco se sienta como Banquo. Seguro que los dos conocen mejor o peor la tragedia que se escribió cuando el primero de los Estuardos unió las coronas de Escocia, Inglaterra e Irlanda. Y saben que los dos generales amigos estaban condenados a matarse.

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