El Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), bajo la dirección de Robert F. Kennedy Jr., ha decidido eliminar las recomendaciones de vacunación contra el COVID-19 para niños, adolescentes y mujeres embarazadas, reconociendo el bajo riesgo que representa el virus para los niños sanos. Esta decisión marca un cambio significativo en la política de salud pública, alineándose con países como el Reino Unido que nunca recomendaron estas vacunas para poblaciones de bajo riesgo. Además, se han reportado más de 1.6 millones de lesiones relacionadas con las vacunas, lo que ha llevado a demandas por estándares de seguridad más estrictos. La disminución en la aceptación de refuerzos entre niños y mujeres embarazadas refleja un rechazo público a la coerción médica. Aunque este es un avance hacia la libertad médica, se requieren acciones adicionales para asegurar la rendición de cuentas y prohibir mandatos de vacunación en niños. Para más información, visita el enlace: https://biblioteca.cibeles.net/victory-for-health-freedom-hhs-drops-covid-19-vaccine-mandates-for-children-and-pregnant-women/.
En un significativo giro en la política de salud pública, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), bajo la dirección del secretario Robert F. Kennedy Jr., ha decidido revertir las recomendaciones de vacunación contra el COVID-19 para niños, adolescentes y mujeres embarazadas. Esta decisión se basa en el reconocimiento del bajo riesgo que representa el virus para los niños sanos y en la identificación de fallas en las mandatos previos.
Las autoridades sanitarias, como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), están retrocediendo ante presiones crecientes, admitiendo la falta de evidencia que justifique la vacunación en niños con bajo riesgo. Este cambio se alinea con países como el Reino Unido, donde nunca se recomendó la vacunación para esta población.
Hasta la fecha, más de 1.6 millones de lesiones han sido reportadas a través del sistema VAERS, evidenciando efectos secundarios severos como miocarditis y daños neurológicos. Estos datos han impulsado demandas por mayores estándares de seguridad y transparencia en los procesos de aprobación de vacunas.
A medida que disminuye la aceptación de refuerzos —con solo un 13% de los niños y un 14% de las mujeres embarazadas optando por ellos— se refleja un rechazo público hacia medidas coercitivas, marcando una transición hacia una mayor libertad médica e información adecuada para los pacientes.
Bajo el liderazgo del HHS, se reconoce lo que muchos científicos independientes han advertido durante años: el COVID-19 representa un riesgo mínimo para los niños sanos, y la insistencia en su vacunación no estaba fundamentada en ciencia sólida, sino más bien en intereses corporativos y presión política.
A medida que las agencias federales comienzan a dar marcha atrás respecto a sus posturas anteriores sobre las vacunas, es evidente que hay una necesidad urgente de revisar cómo se gestionan las campañas de vacunación masiva. La comunidad médica está exigiendo estudios controlados con placebo y evidencia real antes de aprobar futuras vacunas, contrastando con situaciones anteriores donde se priorizaban los beneficios económicos sobre la salud pública.
A pesar del progreso logrado, es fundamental mantener un enfoque crítico hacia las prácticas actuales. Las siguientes acciones son esenciales:
A medida que avanza este movimiento hacia una mayor libertad sanitaria, es crucial permanecer alerta e informado sobre estos desarrollos significativos que afectan a toda la población.
Fuentes utilizadas para este artículo incluyen:
Cifra | Descripción |
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1.6 millones | Reportes de lesiones (según VAERS) relacionados con las vacunas COVID-19. |
13% | Tasa de aceptación del refuerzo entre niños. |
14% | Tasa de aceptación del refuerzo entre mujeres embarazadas. |