El CDC recomienda a las mujeres embarazadas recibir al menos seis vacunas, incluyendo COVID-19, gripe, RSV y Tdap, para protegerse a sí mismas y a sus bebés. Sin embargo, hay preocupaciones sobre los riesgos asociados con estos inyectables, que incluyen neurotoxinas y metales pesados. Estudios recientes sugieren vínculos entre estas vacunas y problemas como abortos espontáneos y partos prematuros. A pesar de la evidencia que cuestiona la seguridad de las vacunas durante el embarazo, el CDC sigue promoviendo su uso. Esta situación plantea interrogantes sobre la transparencia en las recomendaciones del CDC y la necesidad de un consentimiento informado real para las mujeres embarazadas.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han establecido que las mujeres embarazadas requieren al menos seis vacunas, de las cuales tres forman parte de una combinación: COVID-19, influenza, virus respiratorio sincitial (RSV) y Tdap (tétanos, difteria y tos ferina). Sin embargo, lo que esta agencia no menciona es la mezcla tóxica de neurotoxinas, ADN extraño y metales pesados que estas inyecciones introducen directamente en madres vulnerables y sus fetos en desarrollo. Ante la creciente evidencia que relaciona estas vacunas con abortos espontáneos, partos prematuros y daños neurológicos, surge la pregunta: ¿por qué los CDC insisten en sus recomendaciones arriesgadas?
Puntos clave:
A lo largo del tiempo, se ha aconsejado a las mujeres embarazadas evitar medicamentos —incluyendo fármacos recetados, sustancias recreativas e incluso algunos tratamientos de venta libre— salvo que sea absolutamente necesario. Esta precaución se basa en varias preocupaciones fundamentales:
A pesar de que el COVID-19 ha mutado rápidamente desde 2020 y ha representado un riesgo mínimo para las mujeres embarazadas durante años, los CDC promueven agresivamente las inyecciones mRNA ignorando datos alarmantes. Un estudio reciente realizado en 1.3 millones de mujeres checas encontró que las madres vacunadas tenían un 33% menos de embarazos exitosos que aquellas no vacunadas. Otro estudio publicado en BMC Pregnancy and Childbirth reveló que las mujeres embarazadas vacunadas que contrajeron COVID-19 tenían más probabilidades de sufrir abortos espontáneos comparado con las no vacunadas.
Aún más preocupante es que Pfizer perdió registros clínicos relacionados con 234 mujeres embarazadas; entre las 36 rastreadas, más del 80% sufrió pérdidas gestacionales. No obstante, los CDC continúan afirmando que estas inyecciones son «seguros y efectivos». Los datos indican claramente que las proteínas espiga inducidas por mRNA ejercen presión sobre el embarazo, resultando en abortos espontáneos. Incluso la exposición ocupacional a individuos recientemente vacunados es motivo de preocupación respecto a posibles daños secundarios para mujeres embarazadas y sus bebés.
Jessica Rose, Ph.D., inmunóloga, advierte: «Los datos provenientes de estudios recientes apoyan claros daños, no beneficios».
A pesar de insistir en su necesidad para las mujeres embarazadas, los CDC omiten mencionar que los viales multidosis de la vacuna contra la influenza contienen timerosal, un conservante basado en mercurio. Este elemento es un conocido neurotóxico capaz de cruzar la barrera placentaria; sin embargo, la página web sobre vacunas contra la influenza del CDC no menciona este riesgo crítico. La falla anual al aplicar estas vacunas equivale a falsas seguridades para las mujeres embarazadas, llevando a muchas bajo presión médica a inocularse con estas peligrosas vacunas basadas en mercurio que pueden comprometer todo el proceso de desarrollo fetal.
Eileen Dannemann, directora de la Coalición Nacional de Mujeres Organizadas, reveló que entre 2009 y 2010 hubo un aumento del 4,250% en los reportes de muertes fetales relacionadas con vacunas antigripales cargadas con mercurio según VAERS. A pesar de esto, los CDC continúan promoviendo estas inyecciones como «seguras».
Diversos datos post-comercialización vinculan las vacunas antigripales con diez trastornos del sistema nervioso central incluyendo síndrome Guillain-Barré y encefalopatía. Un estudio realizado en 2017 incluso encontró una tasa más alta de abortos espontáneos entre mujeres vacunadas. Sin embargo, los CDC ignoran estos hallazgos mientras citan estudios seleccionados que minimizan estos riesgos.
La vacuna RSV desarrollada por Pfizer tiene un costo superior a $300 por dosis y podría incrementar los partos prematuros. El Dr. Vinay Prasad, nuevo regulador vacunal de la FDA admitió: «No tengo confianza en que esta vacuna sea positiva netamente».
Por otro lado, la vacuna Tdap contiene aluminio —un neurotóxico relacionado con diversas formas de daño cerebral previas al diagnóstico autista—; Karl Jablonowski, Ph.D., advierte: «La exposición al aluminio durante el embarazo es inexcusable». No obstante ello, el CDC exige su aplicación durante el tercer trimestre sin considerar el potencial daño duradero.
Las recomendaciones del CDC sobre vacunas para mujeres embarazadas no se basan en ciencia sólida, sino que están impulsadas por intereses corporativos e inercia burocrática. Con creciente evidencia sobre daños fetales evidentes es momento exigir responsabilidad total y una eliminación completa de licencias para vacunar a mujeres embarazadas y sus bebés. Las futuras madres merecen un verdadero consentimiento informado y no coerción hacia intervenciones médicas arriesgadas que puedan dañar el cerebro infantil.
Fuentes incluyen:
Cifra | Descripción |
---|---|
33% | Disminución en embarazos exitosos entre mujeres vacunadas contra COVID-19. |
4,250% | Aumento en reportes de muertes fetales asociados a vacunas contra la gripe. |
80% | Porcentaje de mujeres embarazadas que perdieron a sus bebés durante ensayos clínicos de Pfizer. |