OPINIÓN

El estado del estado (VII): Empleo público y privado

Carlos González | Sábado 25 de enero de 2020
La observación que realizó Yony, en el artículo pasado, le llevó a trasladar esa reflexión acerca de lo público y lo privado al escabroso tema del empleo, y su regulación de forma técnica y científica en esta sociedad, a su juicio, aún bastante mítica y dogmática.

Comprobaba una vez más nuestras disputas acerca de estas cuestiones y cómo las masas seguían una u otra idea o ideología de forma casi visceral. Como si de una religión se tratase. Usamos conceptos dogmáticos, y toda reflexión racional, o valoraciones de conceptos que podamos medir o contar no son usados nunca. Bueno, a lo mejor lo hacemos adrede, no vaya a ser que nos entendamos y así tendremos que dejar de discutir. ¡Con lo bonito que es discutir al absurdo! Recordaba en sus lecturas nuestro concepto de: “Las discusiones Bizantinas”.

Comprobaba en nuestros intelectuales y políticos que unos son partidarios del empleo privado, claro que cuando bajan los niveles de la oferta del mismo no tienen respuestas para los que es imposible que alcancen dicho puesto remunerado y productivo. No dicen que se mueran de hambre, por supuesto que no, pero tampoco arbitran salidas, o son muy pequeñas, como el conceder uno o dos años de subsidio de desempleo, y luego nada. Sabiendo que esas perdonas, ciudadanos como los demás, pueden quedarse en la más absoluta desprotección.

Los otros son partidarios del empleo público para todos, o de un subsidio personal para toda persona mayor de edad. Que se reciba todos los meses una cantidad fija de las cuentas públicas si no dispone de empleo. A este pago se le llama, “Renta básica”. Pero ahí se quedan, no arbitran medida alguna para esa relación especial entre la comunidad y estas personas que cobran de lo público. Parece que estas no deben responder a las necesidades públicas de esa misma comunidad. ¿Alguna contraprestación han de aportar, no?. Hasta la actualidad los defensores de ese abono público sostienen que los que la perciben no deben realizar trabajo u obligación alguna con ese mismo Ente público que les paga y que contribuyan a la comunidad que les protege y alimenta.

Piensa Yony, quizá el que percibe esa renta no pueda subsistir dignamente con la misma, la solución, dice, es que se incremente un poco. De esta forma, los que de verdad la necesiten y no falseen sus trabajos privados se dedicarán de lleno a esa tarea que se les encomiende. Los que no la necesitan ya no mentirán porque les resultará costoso o aburrido asistir donde el organismo público les cite cada mañana para realizar trabajos para la comunidad. Los que crean que es un trabajo inferior a su formación se movilizarán y pretenderán alcanzar una ocupación mejor. El que disponga de ella la cuidará porque lo que le vendrá de futuro es realizar estos trabajos de muy inferior cualificación. Ya no podrá vaguear en su casa. El que de verdad está enfermo o impedido será declarado como tal por las inspecciones médicas. Y, lo mejor, muchos trabajos que el ayuntamiento o la comunidad no puede contratar, por distintos motivos, o no hay presupuesto, serán realizados por todas estas personas que cobran esta renta básica. Dichos servicios pueden consistir en atender a enfermos en sus casas, a ancianos, vigilar y ayudar a los niños en las entradas y salidas de colegios. Recoger las hojas de otoño de parques y jardines. Servicios de fuerza mayor en incendios inundaciones, o catástrofes naturales, y tantos y tantos otros que contribuirían a una mejora sustancial de esa comunidad.

No podía por menos que soltar una carcajada para sus adentros al comprobar en nuestros intelectuales actuales como no manejan los dos conceptos a la vez, unos son partidarios de la “Libertad” del individuo, y si los niveles de empleo decaen, algo en lo que la autonomía individual no interviene en absoluto, pues es culpa de cada uno y si se muere de hambre es porque es un vago. No aplican el otro concepto, que es que ese individuo vive en comunidad, es un animal de grupo, y debe ser protegido por dicho grupo en caso de necesidad.

Los otros solo aplican otro único concepto, el de la “Protección”, y dicen que el individuo debe ser acogido siempre y en todo momento por la comunidad a la que pertenece, pero no establecen la obligación de ese individuo de realizar trabajos públicos para responder a esa ayuda, y lo declaran libre absolutamente y la comunidad no puede imponerle nada.

Yony lo tienen muy claro, es cierto que nadie es libre absolutamente y pertenece a una comunidad, esta ha de protegerle en momentos de necesidad, pero cada individuo ha de contribuir, constantemente y en la medida de sus posibilidades, con trabajos públicos para el bien de dicha comunidad.

¡Es lo justo! Y en la práctica funciona.

Sobre el autor

Carlos Gonzàlez-Teijòn es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados, de la editorial Letras de autor.

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