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Así urdió Sánchez su plan para acabar con Rajoy dilapidando a Ciudadanos con una moción que ya sabía fallida
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Así urdió Sánchez su plan para acabar con Rajoy dilapidando a Ciudadanos con una moción que ya sabía fallida

lunes 27 de julio de 2020, 12:57h

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, habló al expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigdemont de una moción de censura contra Mariano Rajoy el 25 de agosto de 2017, nueve meses antes de la sentencia del caso Gürtel que sirvió de coartada para la iniciativa.
Así se lo contó al menos el expresidente catalán al periodista Xevi Xirgo y éste lo incluye, según pudo comprobar Servimedia, en el libro ‘Me explico’, que se redactó supuestamente a partir de conversaciones transcritas poco después de que tuvieran lugar. Algunas de ellas glosan episodios en los que Puigdemont fue mero receptor de confidencias de otros líderes, y, al no estar directamente implicado, cabe presumir mayor objetividad que en su juicio del Estado o de sus rivales electorales de ERC.

Por lo que respecta al actual presidente del Gobierno, en un intercambio con motivo del acto por las víctimas de los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils, Sánchez culpó a la mayoría absoluta del PP del enquistamiento del problema nacionalista, pero le ofreció el horizonte de un posible cambio político. Según Puigdemont, el líder del PSOE le trasladó que “trabaja con la posibilidad de hacer un Gobierno con Podemos y que la cosa está muy avanzada”.

Por eso, le habría dicho Sánchez, “el Gobierno del PP ya está acabado, llega a su fin”, de forma que, según reproduce Xirgo el relato de Puigdemont, “cuando hayan llegado a un acuerdo con Podemos para echar al PP, el problema podrá resolverse”. Cuando el presidente catalán observó que haría falta una moción de censura, el líder socialista le contestó, según esta versión: “La moción de censura no está madura aún; no la podemos anunciar. Tenemos que esperar a que se acerque el final de la legislatura”. Es decir, que, aunque no la previera a corto plazo, sí tenía en mente presentarla en un futuro de la mano de Podemos.

EL 1-O DE 2016

Del propio Sánchez, que felicitó a Puigdemont en enero de 2016, cuando fue designado presidente tras el veto de la CUP a Artur Mas, cabe destacar también que el mandatario catalán consideró “un golpe de Estado en toda regla” la rebelión de los barones autonómicos del PSOE y de más de la mitad del Comité Federal que desembocó en su dimisión como secretario general el 1 de octubre de ese año, justo un año antes del referéndum de independencia.

Y todavía más que, cuando a los pocos días le mandó un mensaje de ánimo, el hoy presidente del Gobierno español le dio las gracias con otro en el que, bastante antes de lanzarse a la carretera a captar a militantes socialistas de todo el país, ya dejó entrever que trataría de recuperar el puesto: “La historia no se acaba aquí”.

Puigdemont siempre fue consciente de que la única posibilidad de acordar un referéndum de autodeterminación sería con un Gobierno del PSOE y Unidas Podemos. Pero, mientras que Sánchez siempre le mostró reparos a trocear la soberanía nacional y le contestó que tendría que votar toda España, el líder de esta segunda formación, Pablo Iglesias, sí le garantizó que su apuesta por esta solución iba en serio.

En la reunión que tuvieron el 8 de abril de 2016, le prometió que no renunciarían a ella pese a no habérsela exigido a los socialistas en sus negociaciones de investidura “para que quedara claro que en el fondo lo que no deseaban es un acuerdo con nosotros”. Quince días antes del referéndum de 1-O de 2017, que Iglesias nunca creyó que fuera un farol, le llamó para expresarle su preocupación por la “deriva autoritaria” del Gobierno de Rajoy y le preguntó cómo veía su intención de organizar un encuentro en Zaragoza defendiendo un referéndum acordado. Puigdemont entendió que venía bien a ambos.

En 2016, Iglesias prefiguraba ya para ese un Gobierno de coalición vasco con EH Bildu si daban los números, y, a nivel estatal, calculaba que “si hay nuevas elecciones, él crecerá, y que, con un acuerdo con IU, tendrán más de ochenta diputados” y podrían formar con el PSOE una mayoría estable. Al final se quedó en 71, no sumó con los socialistas y, meses después, volvería a ser investido Mariano Rajoy.

LA CAÍDA DE RAJOY

Rajoy terminaría convirtiéndose en la némesis de Puigdemont y objeto de sus burlas por su inacción, su conversación intrascendente o su torpeza en actos solemnes. Pero antes de eso, en su primer encuentro en el Palacio de la Moncloa, el 22 de abril de 2016, cuando todavía se estaban tanteando las posiciones, el exmandatario catalán deja constancia a Xirgo de una actitud sintomática del entonces presidente en funciones cuando hablan de la situación política española.

“Rajoy se muestra distendido. No parece nada preocupado. Dice que a él le gusta el bipartidismo y le deja claro que habrá nuevas elecciones en España; no hay ninguna posibilidad de formar gobierno en Madrid”, traduce el autor la impresión de Puigdemont.

Pero, aunque “es un lío”, el presidente “sostiene que todo acabará con un pacto entre PP y PSOE, y que terminará triunfando el bipartidismo”. En efecto, seis meses después del vaticinio, tras la revuelta de los barones y la dimisión de Sánchez, los diputados socialistas terminarían absteniéndose en la investidura de Rajoy. El Rey, por cierto, se lo adelantaría a Puigdemont en la entrega de los Premios Planeta, el 15 de octubre, dos semanas después de las dimisión de Sánchez y dos antes de dicha investidura.

Un pronóstico menos acertado fue el del expresidente de Ciudadanos, Albert Rivera, quien, un mes antes del primer encuentro entre Rajoy y Puigdemont, y a diferencia del expresidente del Gobierno, ya aprovechó el aniversario del accidente del avión de Germanwings para sugerir una reunión al presidente de la Generalitat. Se hará efectivo el 15 de abril.

Curiosamente, Puigdemont le percibe como “un líder inteligente y con capacidad de gobernar en Madrid”, tal vez porque ese día se encuentra a un Rivera poco conflictivo, dispuesto a aceptar la inmersión linguística y que Cataluña recaude sus impuestos porque, a su juicio, pretende captar el voto huérfano de la Unió Democràtica de Catalunya de Josep Antoni Duran Lleida. No obstante, cuando hablan de la situación española, Rivera es contundente: «Haya o no nuevas elecciones, Mariano Rajoy no será presidente”. Está claro que el exlíder de Ciudadanos calculó mal las posibilidades.

SOBRE EL HUNDIMIENTO DE LA CORONA

Mención aparte, por ser a través de una tercera persona y afectar directamente al conflicto nacionalista de Cataluña, merece una referencia al Rey de noviembre de 2016. Según Puigdemont, el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, le contó que el Rey le había confesado que “hace falta una negociación y el reconocimiento de Cataluña”.

También por aquellas fechas, el jefe de la Casa Real, Jaime Alfonsín, se habría quejado al consejero de Cultura del Gobierno de Puigdemont, Santi Vila: “Ni el PP ni el PSOE actúan por patriotismo, solo lo hacen por intereses partidistas. No tienen ningún interés en resolver la situación; solo tienen interés en salvarse mutuamente. No tienen ninguna voluntad de emprender los cambios profundos que habría que hacer”.

El Rey en persona le había confesado a Puigdemont en la citada entrega de los Premios Planeta que había que abrir un espacio de diálogo para abordar «reformas en profundidad del modelo territorial», se iría despegando a medida que el presidente de la Generalitat consume su apuesta soberanista. Ya en mayo de 2017, le habría pedido que no volviera a citar una frase suya de que “la democracia expresa sus proyectos en las urnas”.

“Quería decirte que prefiero que me dejes al margen”, le habría comentado el rey Felipe. «No quiero contradecir ni matizar nada. Simplemente te quería pedir que me dejaras al margen, porque eso me compromete, y yo quiero quedarme al margen de lo que está pasando”.

Puigdemont habría adivinado ya por entonces, según relata Xirgo, que, ante lo que se presentaba como un golpe de Estado, el Rey “puede acabar haciendo lo que hizo su padre, saliendo un día en la tele”. Tras el mensaje televisado del 3 de octubre de 2017, el presidente de la Generalitat asegura que un líder político estatal, al que no identifica pero que tiene todos los visos de ser Iglesias, le habría escrito: ”El Rey acaba de perder la Corona”.
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